Doña Josefa: Retratada en la moneda

JAIME ENRIQUEZ FELIX

Un buen ejemplo de una recia mujer mexicana, el de Doña Josefa Ortiz de Domínguez, que ahora queremos compartir con Ustedes.  Absolutamente popular en México, han oído hablar de ella hasta los niños más pequeños. Estuvo de moda con motivo del bicentenario de la Independencia, aunque ahora, de no ser por los festejos que «por ley» le corresponden cada mes de marzo, poco volveríamos a saber de ella en mucho tiempo. Es, sin duda, una de nuestras destacadas mujeres mexicanas, plenas de convicción, de significada influencia en la vida nacional.

La Corregidora de Querétaro Doña Josefa Ortiz de Domínguez fue hija de uno de  «los morados», que así se llamaba el regimiento del que era capitán su papa. La casaron bien sus tías -pues con ellas fue a vivir al quedar huérfana- y vivió una vida plácida, de reconocimiento social hasta que, ya con una hija casadera a la que pretendía  Ignacio Allende, capitán del regimiento de  Dragones de la Reina, se empezó a dar cuenta de lo que realmente sucedía en el país. Conoció de las injusticias sociales  y decidió alojar en su casa las reuniones de  abogados, militares, burócratas y demás personas influyentes  que pensaban era necesario liberarse del yugo opresor de la pobreza  a que el Virrey y los españoles sometían al pueblo. Tomando en cuenta que, en su comodidad, bien podría haber decidido no hacer nada, su resolución es algo que no puede dejar de reconocérsele.

Para septiembre de 1810, se había filtrado ya la información de lo que tenía lugar en su casa. Su esposo, preocupado por evitar que se involucrara más en los turbulentos sucesos que empezaban a gestarse, la había encerrado en la recamara y, como de novela, golpeando el suelo del cuarto con el zapato, en clave, logro ella que avisaran a Ignacio Allende de lo que sucedía en Querétaro: la conjura había sido descubierta y los cabecillas serian arrestados. Los actos de los hombres tienen a veces repercusiones que van más allá de la más peregrina imaginación. Fue esa mujer, encerrada en un cuarto, la que, con su aviso determinó la proclamación de la Independencia en la Congregación de Nuestra Señora de los Dolores, en Guanajuato, la madrugada del domingo 16 de septiembre de 1810.

El 14 de diciembre de 1813 don Miguel y doña Josefa fueron aprehendidos. La acusación contra ella fue severa: don José Mariano de Beristaín y Souza, un célebre intelectual, los denuncio como  peligrosos conspiradores y dijo de ella que era «una verdadera Ana Bolena, que ha tenido valor para seducirme a mí mismo, aunque ingeniosa y cautelosamente». Se la llevaron  al convento de Santa Teresa de la capital, con un «dispositivo de seguridad» tan grande, que una de las frases de La Corregidora quedo para la historia: «Tantos soldados para custodiar a una pobre mujer; pero yo con mi sangre les formaré un patrimonio a mis hijos». El 20 de mayo de 1814, el auditor de guerra Melchor de Foncerrada argumento  que doña Josefa «padecía enajenación mental» y propuso que la recluyeran en el convento donde ya se encontraba, sobre todo porque estaba embarazada ¡de su hijo número catorce! La liberaron en 1817 para que volviera al lado de su esposo.

Cuando se consumó la Independencia, los esposos Domínguez vieron con indiferencia a Iturbide y al Primer Imperio Mexicano. Doña Ana Huarte de Iturbide invitó a doña Josefa a la Corte y la dolorida dama exclamó: «Dígale usted que la que es Soberana en su casa, no puede ser dama de una Emperatriz».

En la casa habitación de los ex-Corregidores, sita en la calle del Indio Triste número 2, se reunían los generales Victoria, Guerrero, Bravo, López Rayón, Michelena, etc., y de esta «nueva conjuración» salió, en marzo de 1823, el Supremo Poder Ejecutivo, el cimiento de la República Federal iniciada el 4 de octubre de 1824. A los 61 años de vida, el 2 de marzo de 1829 dejó de existir, víctima de una pleuresía, una mujer que vivió la vida intensamente, y que aprendió que los principios son la barca que mantiene a flote la vida cuando la tormenta amenaza con arrasarlo todo. Por eso es una heroína y vale la pena revisar su vida de cuando en cuando. Estará usted de acuerdo con ello seguramente, amable lector.

Los coleccionistas aún la ven -y suspiran por contemplar su perfil en su colección de monedas- en la de 5 centavos que se usaba en la década de los 50’s y que ahora se cotiza en 50 pesos en ese mercado de anticuarios.  Signos de la inflación, sin duda, y de que Doña Josefa Ortiz de Domínguez seguirá presente en los tiempos que corren.

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest

0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x