Rescatemos la economía familiar

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LUIS GERARDO ROMO FONSECA *

Las mexicanas y mexicanos viven en la pobreza y la cifra sigue en aumento, así como la brecha de ingreso entre los mexicanos más ricos y los más pobres; esta situación, en buena medida responde al modelo económico prevaleciente que excluye a las grandes mayorías y privilegia a unos cuantos. El propio secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), José Ángel Gurría así lo reconoce al señalar que el mexicano más pobre percibe hasta 27 veces menor ingreso que el más rico, en promedio.
En este contexto de desigualdad, de desaceleración económica nacional y a la falta de producción de nuestro campo, se suman factores de carácter internacional que recrudecen las condiciones de vida de la población, tales como la crisis económica por la que atraviesan Estados Unidos y Europa; los efectos del cambio climático que provocan sequías como la que azota al vecino país del norte y que está provocando fuertes desajustes en los mercados de granos, como el trigo, el maíz y la soya, entre otros productos agropecuarios.
Por nuestra parte, México vive la peor catástrofe agroalimentaria de los últimos 80 años: el año 2011 fue el peor año agrícola de los últimos 80 años, en donde se perdió prácticamente el 50 por ciento de la producción de alimentos básicos y actualmente existen poco más de 9 millones menores de cinco años de edad en pobreza alimentaria. Ante ello, es evidente el fracaso del gobierno federal en materia de política alimentaria por los costos sociales que estamos pagando. Desafortunadamente, esta situación implica una amenaza real que agudiza la pobreza extrema y los casos de hambruna entre la población, como la que se padece en la sierra de Chihuahua y en otras regiones del país a causa de la sequía que azota al centro-norte del país desde hace más de un año y medio.
Debido a lo anterior, estamos ante un riesgo de desabasto de los alimentos básicos para el cierre de este año, debido a que nuestras importaciones de casi todos los productos agrícolas se han disparado, lo mismo que los precios finales que paga el consumidor. Cabe recordar que el 10% de la población más pobre del país destina 55% de su ingreso a la compra de alimentos. De acuerdo con los datos oficiales, desde hace un año se ha venido presentando una inflación creciente en el precio de al menos 20 productos que forman parte de la alimentación básica de las y los mexicanos, en particular de los más pobres, golpeando con severidad a la economía familiar al llegar a un costo inalcanzable para las clases populares: carne de res bistec, 95 pesos kilo; de cerdo 70 pesos kilo; fríjol, 38 pesos kilo, aceite, 30 pesos litro, pierna y muslo de pollo, 38 pesos kilo; azúcar 14.50 pesos kilo; tortillas 12 pesos kilo; jitomate 12 pesos kilo; cebolla 10 pesos kilo; queso hasta en 90 pesos kilo, jamón desde 70 hasta 120 pesos kilo; chile en lata 24.00 pesos kilo; arroz 25 pesos kilo; leche 16 pesos el litro, sin olvidar el kilo de huevo que se vende al precio que el comerciante quiera y va desde los 33 pesos hasta 50 pesos, por mencionar a algunos productos.
Sin embargo, esto no es nuevo, vale la pena destacar que desde el año 2006, uno de los factores que más han influido en el crecimiento del número de personas pobres en el país, se explica justamente por la escalada de los precios de los alimentos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en su “Índice de Precios al Consumidor” por objeto de gasto, que da a conocer periódicamente; el rubro clasificado como de “Alimentos, bebidas y tabaco” es el que más contribuye a la inflación ya que registra un incremento anualizado de 8.22%, mientras que el índice general es menor al presentar un aumento de 4.42% entre julio de 2011 y julio de 2012.
Indudablemente, aunado a otros factores como la inseguridad, el rezago educativo y el desempleo; el deterioro de la economía familiar es un factor de presión social que aumenta la tensión que puede generar futuros conflictos políticos que –ya de por sí- se han agudizado en las últimas décadas.
Finalmente, necesitamos construir un modelo incluyente, integrador y bajo el cual se impulse la base económica nacional; existan empleos y se invierta en educación, ciencia y tecnología. Como bien apunta el Doctor René Drucker: “he escuchado de muchos políticos que un país tan pobre como México no puede invertir en ciencia y tecnología, y yo les contesto y les quiero manifestar desde este espacio el problema es exactamente al revés. México es pobre, precisamente, porque no invierte en ciencia. Hay que cambiar, hay que impulsar el desarrollo científico de este país como la única posible palanca para el desarrollo.”
Necesitamos una educación laica, científica, humanista y universal para todos los niños y jóvenes, impartida como una obligación del Estado mexicano; así mismo, fomentar la ciencia y tecnología enfocadas a que nuestra sociedad genere conocimiento que sirva para resolver los problemas sociales. De ahí que en México y en Zacatecas la única opción viable para salir del atolladero en el que estamos debe partir de impulsar la producción de alimentos usando la ciencia y la tecnología para hacer frente a los desajustes climáticos; mejorar el entorno comercial apoyando a los productores locales; vigilar los mercados agrícolas, contener la especulación y estabilizar los precios de los productos: Paralelamente, procurar que nuestros procesos productivos sean compatibles con el medio ambiente, al transferir tecnología para lograr un desarrollo sustentable y crear un entorno propicio que garantice la seguridad alimentaria; ahora bastante lejana.

* Diputado local perredista

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