La Casa de los Perros: Zacatecas llora por sus desaparecidos

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

Las cifras en el México de la cuarta transformación que encabeza Andrés Manuel López Obrador, en lo que se refiere a las personas desaparecidas y no localizadas resulta alarmante.

Decir que, según el Registro Nacional, son 111 mil 196 las personas que en México no regresaron más a sus hogares, para López Obrador es sólo una campaña de los neoliberales y enemigos de su proyecto para atacarlo.

Y por eso hay que borrarlos porque ya los encontraron y no avisaron.

Pero para las familias de quienes dejaron atrás de manera violenta su vida implica no sólo un dolor profundo, sino también un daño económico que impacta en su núcleo.

Tristemente, ante la indiferencia de las autoridades, ocupadas y preocupadas en la elección que viene, el hecho de que hasta hoy sean tres mil 586 las personas que en Zacatecas han desaparecido o no han sido localizadas parece ni siquiera importar.

Lo esencial es mantener los edificios pulcros, limpios, hermosos. Y que nadie se atreva jamás a violentarlos porque para eso está la policía.

¿Lo duda?

La prueba de que a las autoridades sólo les interesa su buena imagen sucedió en Jerez, en donde el que dice ser el alcalde, pero sólo en sus ratos libres, Humberto Salazar Contreras mandó a sus subordinados a retirar las fichas de búsqueda pegadas en las calles del Pueblo Mágico.

Esa ofensa sí debía ser reparada. ¿El dolor de las madres buscadoras? Ese no.

Hoy, este presidente municipal, para quien la fiesta, las borracheras y los bailes son prioridad, enfrenta una queja oficiosa que la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Zacatecas a iniciado en favor del colectivo Sangre de mi Sangre.

Ahora deberá responder por qué le molesta tanto que la ciudadanía sepa que son 181 personas las que en el Pueblo Mágico “más alegre” de Zacatecas han desaparecido.

Debería más bien Humberto Salazar dar cuenta de las acciones que él y su gobierno han emprendido, para que la sociedad se dé cuenta de su fracaso como la autoridad “más cercana” a la población.

Y siguiendo las formas de los gobiernos que, prometieron cambiarían a México, estos reprobables actos de los elementos de las policías municipales, que no se mandan solos, se repiten una y otra vez en Zacatecas.

Ahí está el caso del alcalde de la capital, Jorge Miranda Castro, quien trató de impedir que el improvisado memorial “No lloraré tu ausencia porque busco tu presencia” se instalara en un muro de la Plaza Bicentenario.

¿El pretexto? Que se podría perder el nombramiento de Ciudad Patrimonio, ese que sí está en riesgo con las casas del Centro Histórico a punto de derrumbarse, con la suciedad de sus calles, con el olor a orines impregnado en cada muro, y hasta con la construcción de un inútil segundo piso.

Pero eso puede esperar, al igual que las 415 personas desaparecidas. Total, qué tanto es tantito.

Hoy en Fresnillo se busca a 736 personas; en Guadalupe a 379; en Río Grande a 186; en Calera a 146; en Villa de Cos a 119; en Ojocaliente a 119; en Valparaíso a 109, y en Sombrerete a 81.

Y la lista sigue, y sigue, y sigue…

Hoy que en el mundo se conmemora el Día Internacional de las Víctimas de las Desapariciones Forzadas, México entrega malas cuentas. Y que conste que no son otros datos. Es la pura realidad que, desgraciadamente, tiene en jaque a miles de familias que han sido rotas y que jamás volverán a ser las mismas.

Y en Zacatecas, los indicadores dicen que, en siete meses, ya se supera la cifra de desaparecidos en el 2022, y se está a punto de igualar al 2021, año que los especialistas califican como de los peores, cuando la tasa de desaparición llegó a ser de 45.50 por cada 100 mil habitantes.

En esto Zacatecas sí ocupa el primer lugar.

A esto hay que agregar que la sociedad ni siquiera tiene empatía por esta lucha. Un muñeco, elaborado con ropa de uno de los desaparecidos, simplemente fue robado de la Casa Cultural Municipal de Zacatecas, en donde colectivos montaron una exposición.

Defendiendo lo indefendible

El desastre que impera en la Presidencia Municipal de Guadalupe, ahí en donde el alcalde electo, Julio César Chávez Padilla, tuvo que huir al ser acusado de homicidio, ha ocasionado que grupos con intereses meramente políticos busquen llevar agua a su molino.

Ya explicábamos en esta columna que la Asociación Civil 5 de Mayo, traía en jaque a los tianguistas de Guadalupe que se instalan cada domingo para ofertar sus productos.

La mayoría de ellos recurrieron al Cabildo para exponer sus quejas y temores, y a pesar de las evidencias recabadas por los regidores en los que, de entrada, queda claro que esta asociación ni siquiera cuenta con un registro oficial que le permita trabajar, el diputado José Luis El Cepillo Figueroa, hoy dueño de la franquicia Partido de la Revolución Popular, no quiere perder a estos seguidores.

En calidad de legislador, no de dueño de partido, acusó al Gobierno Municipal de Guadalupe de actuar como hampones, pero olvidó que la mayoría de los tianguistas están hartos de pagarle piso a una familia que durante años ha sido solapada por las autoridades locales, sean del color que sean.

Pero como en Zacatecas, cada quien hace lo que quiere y las prioridades son andar en la fiesta, a los ciudadanos no queda más que seguir sonriendo, porque la promesa es que nos seguirá yendo requetebién.

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