El triunfo de Fidel

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

Cuba fue el pie de playa para la conquista española. Si bien no resultó el primer lugar al que llegaron, los españoles desde allí desplegaron la estrategia para la ocupación de México. Hernán Cortés se convirtió en disidente y se lanzó a tomar las tierras mexicanas. Partió a fines de 1518 de Santiago de Cuba con 110 marineros, 553 soldados (32 ballesteros y 13 arcabuceros), 10 cañones pesados, cuatro culebrinas ligeras, 16 caballos y algunos perros. Cuba tuvo pues, un protagonismo en esos sucesos, pero también centurias más tarde, en la Independencia de nuestro país: Don Juan Ruiz de Apodaca que era gobernador de la isla, fue enviado por la corona a la Nueva España en 1816 como virrey sustituto, en un intento por detener la guerra libertaria, e inició su gobierno exigiendo que todos los insurgentes arrestados fueran sometidos a juicio. Pretendió terminar con la insurgencia que estaba ya en marcha implacable y de ninguna manera se detendría. México había ganado para sí su libertad.

El inexplicable retraso de Cuba para ser autónoma cuando América se desató del yugo de los españoles, tiene que ver con la importancia estratégica que poseía tanto para los estadounidenses como para los europeos. La misma abundancia de la raza negra en Cuba no es accidental. Fue un centro negrero distribuidor para el continente americano. Nunca dejó de ser una tentación para las naciones del mundo. La confrontación Kruzchev contra Kennedy, que llegó a su nivel de máxima alerta mundial el 27 de octubre de 1962 cuando el barco soviético Grozny cruzó la línea de bloqueo pero paró tras disparar algunos proyectiles cerca de los barcos norteamericanos que rodeaban Cuba, fue una contundente prueba del valor estratégico de un territorio aparentemente insignificante. “La crisis de los misiles” convirtió ese momento en uno de los más riesgosos de que el mundo tenga memoria, de dar inicio a una III Guerra Mundial

Fidel, El Che y demás aliados, prepararon desde México la reconquista de Cuba. Fueron amamantados por el gobierno de nuestro país. La guerrilla fue entrenada en la zona que circunda los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. La barca salió de Veracruz para llegar a la Sierra Maestra y derribar al tirano Fulgencio Batista, que lo era para el pueblo de Cuba, pero que también resultaba un estorbo para los norteamericanos: extraña coincidencia. El desgaste en el poder ya no servía a sus amos, como ocurrió décadas después con Somoza en Nicaragua: buscaban nuevos liderazgos para mantener un pelelismo.

Fidel les salió rezongón: hubo un rompimiento y la burguesía -que nunca huye-, esta vez salió corriendo a Miami. Los ricos siempre se acomodan con el nuevo régimen, sea el que sea: con Cuba no lo hicieron. Cuba tensó al mundo. Fidel se deslizó en esta ola como el mejor de los surfistas y logró acuerdos con la URSS que le permitieron la subsistencia hasta hace algunos años. México siempre fue un aliado incondicional. El patriota general Lázaro Cárdenas, intentó viajar a la isla y el gobierno mexicano de Adolfo López Mateos le impidió hacerlo, porque las calenturas aquí estaban cerca de los 40 grados.

México aportó su petróleo y sus pocos dólares para apoyar a la naciente democracia cubana. Muchos años después entró al bat el venezolano Hugo Chávez. El cambio de era –sin embargo- resultaba solamente una cuestión de tiempo.

Hoy, con una estrategia magistral -que no se debe a que alguien de raza negra esté en el poder en los Estados Unidos ni a que el Papa sea latinoamericano- los cubanos vuelven a mostrar su arte en las jugadas internacionales. El tamaño de la isla no importa, porque siempre han sabido moverse en las grandes ligas.

Hoy, la Cuba Libre que se creó en México con el Bacardi Blanco, un par de hielos y limón mezclado con la Coca-Cola, la bebida del imperio, vuelve a ser libre y protagonista de una historia nueva que dará mucho que decir.

Los cubanos de Miami son hermanos o primos de los de Cuba y la sangre volverá a hablar. La correa de transmisión tiene una distancia de muy pocos kilómetros y Cuba tiene un recurso humano sobrado en formación que será exportado al mundo no sólo por su música, por sus beisbolistas o sus boxeadores olímpicos, sino por sus científicos y por su gente forjada en una disciplina que el ser contemporáneo pareciera haber olvidado. Cuba se multiplicará por América Latina y el planeta entero, para contar una historia diferente que alguno escribirá en estas páginas dentro de los años por venir.

Obama es el personaje más querido en la isla cubana: rebasa a los dirigentes locales. La Cuba infinita vuelve a ser libre.

LNY/Comunicado

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