JULIETA DEL RÍO VENEGAS
Señalar un exceso con elementos no significa estar en contra de una institución; significa defender lo que es justo. Durante años se nos ha hablado de austeridad, de terminar con los privilegios y de usar con responsabilidad el dinero público. Un país que aspira a la justicia no puede permitirse gobiernos que derrochen.
Sin embargo, al revisar la información pública disponible (esa que gracias a la transparencia ya no puede ocultarse) y notas de medios de comunicación, nos informan de que algunos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación tienen un número escandaloso de asesores.
Para dimensionar el abuso: se dice que el presidente de la Corte cuenta con más de 70 asesores. ¿Realmente se necesitan tantos? Y no es un caso aislado. Otros ministros, como Lenia Batres, también disponen de equipos desproporcionados. En conjunto parecen más un ejército administrativo que un grupo de apoyo técnico. Y aún falta revisar a detalle los equipos del resto.
Esto obliga a preguntarnos: ¿No que se trataba de una nueva forma de hacer las cosas? ¿No que la Corte sería distinta?
Seamos claros, un ministro puede requerir cinco o seis asesores para enfrentar temas jurídicos complejos. Eso es razonable. Pero tener un batallón completo de auxiliares sólo puede explicarse de dos formas, o no se cumple la austeridad prometida o no se domina el trabajo que corresponde, y por eso se recurre a un exceso de refuerzos.
Lo grave no es sólo la incongruencia, es una burla para el pueblo. Con ese dinero se podrían financiar medicinas, becas, caminos o escuelas. Pero no, se destina a sueldos y oficinas de funcionarios que, en teoría, ya deberían ser expertos en su labor.
Cada peso que se gasta en mantener estos excesos es un peso menos para resolver problemas que sí duelen en la vida diaria de los mexicanos como hospitales sin medicinas, jóvenes sin oportunidades, comunidades sin agua o seguridad. La transparencia nos permite ver el tamaño del exceso, pero también nos obliga a preguntarnos si quienes deberían impartir justicia entienden lo que significa vivir en un país con tantas carencias.
Lo más lamentable es que prometieron una “nueva Corte”, distinta a la del pasado. Yo pregunto: ¿qué tiene de nueva?
La Corte debe ser ejemplo, no excepción. Si realmente queremos transformar al país, la justicia debe empezar por la justicia misma.
No podemos seguir tolerando abusos disfrazados de “necesidades técnicas”. México necesita una Corte honesta, austera y cercana a su gente.
Sólo con hechos se demuestra de qué lado están.
Sigamos atentos. Sigamos exigiendo. Por cierto, la propia presidenta de la República ha llamado a la austeridad de la Corte desde su presupuesto. ¿Qué opinará la presidenta de este batallón de asesores de algunas y algunos ministros?
Nos vemos en una semana.
Sobre la Firma
Escritora y defensora institucional de la transparencia y los datos
contacto@julietadelrio.org.mx
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