AURELIO GAITÁN
En General Enrique Estrada la rendición de cuentas no fue una prioridad. La Fiscalía General de Justicia de Zacatecas vinculó a proceso a tres exfuncionarios del periodo 2021-2024 por no presentar la cuenta pública del ejercicio fiscal 2023. Rogelio “N”, Josefina “N” y Kevin “N” enfrentan cargos por delitos contra la administración pública. Una omisión que, en un municipio pequeño, dice mucho y pesa más.
Y cuando decimos pequeño nos referimos a que, en 2020, la población en General Enrique Estrada fue de apenas seis mil 644 habitantes, casi en partes iguales entre hombres y mujeres.
La denuncia nació en la Auditoría Superior del Estado, que no encontró el documento más básico de control: la cuenta pública. No se trata de tecnicismos ni de formas: si no se entrega la evidencia del gasto, se abre la puerta a la sospecha. No es una falta menor, es la grieta por donde se fuga el dinero público y se instala la corrupción.
La Fiscalía Anticorrupción presume compromiso con la legalidad, pero la realidad le contradice: actúa a destiempo, cuando el daño ya está hecho. El sistema sigue sin detectar a tiempo los incumplimientos. El castigo llega tarde y el mensaje, por lo mismo, se diluye.
Rogelio “N”, emergido de las filas de Movimiento Ciudadano, asegura que la cuenta sí se entregó, que no hay daño al erario y que todo se trata de una diferencia de criterios. En su defensa apela a la presunción de inocencia, al debido proceso y al respeto institucional. Pero la Auditoría, de donde partió todo, habla de omisión, no de confusión.
Si hay error, que se corrija. Si hay dolo, que se castigue. Pero lo inadmisible es que, a estas alturas, se sigan repitiendo viejos vicios. No entregar la cuenta pública es, en sí mismo, un acto que huele a complicidad, negligencia o desdén por la legalidad.
La transparencia no es un favor del funcionario, es su obligación. Y la justicia, para ser tal, debe ser pronta, clara y ejemplar. En este caso, como en tantos en Zacatecas, el juicio social ya comenzó, y el institucional apenas camina.
El reto es dejar de apagar fuegos para evitar que se enciendan. Si no, seguirán repitiéndose los nombres, las iniciales, los silencios y las excusas. Y mientras tanto, el dinero público se seguirá perdiendo en la oscuridad del “no se entregó”.
Presencia no es estrategia
La Guardia Nacional insiste en mostrarse cercana a la gente, pero la cercanía no basta cuando la inseguridad continúa desbordada. El programa “La Guardia Nacional está Contigo 2025” pretende vender una imagen de atención y compromiso, aunque los hechos revelen más simulación que eficacia.
Este domingo, en Fresnillo, la GN ayudó a cambiar una llanta en plena carretera. Nada más. Mientras tanto, el municipio sigue encabezando las listas de percepción de inseguridad a nivel nacional. No se necesita un operativo para hacer lo que cualquier conductor haría con su gato hidráulico.
En Juchipila, la estrategia fue caminar por la plaza y saludar. La conocida “proximidad social” que tanto presumen se reduce a recorridos a pie sin impacto real en la prevención del delito. Pasearse no es patrullar; mirar no es investigar.
El despliegue de recursos en acciones mínimas, con fines propagandísticos, desnuda la fragilidad de una corporación que intenta maquillar su incapacidad operativa con relaciones públicas.
Pero los criminales no se distraen. Este viernes, en pleno tramo Jerez-Huejúcar, en Tepetongo, tres elementos de la Guardia Nacional fueron emboscados y secuestrados por civiles armados. A plena luz del día, fueron sometidos por una célula delincuencial mientras realizaban un patrullaje de rutina. Una de las víctimas logró pedir auxilio. Mientras tanto, en la misma carretera federal 23, pobladores alertaban sobre objetos ponchallantas, prueba de que la emboscada fue planificada con frialdad.
Horas después, tras un operativo con fuerzas federales, los guardias aparecieron con vida. Milagro o presión, el mensaje es el mismo: la Guardia Nacional puede ser capturada sin mayor esfuerzo.
El secuestro ocurrió apenas dos días después de un enfrentamiento en Susticacán, donde dos presuntos criminales murieron y el Ejército decomisó vehículos y armas. En respuesta, la noche del viernes, llegó un C-130 de la Fuerza Aérea con 100 paracaidistas de élite.
Los fusileros reforzarán zonas calientes, pero la percepción ciudadana no cambia. Zacatecas arde y el gobierno sigue apagando fuegos con comunicados.
Simular presencia mientras se secuestra a la autoridad es una contradicción peligrosa. Aquí no basta con caminar entre la gente: se necesita fuerza, inteligencia y estrategia. Porque mientras unos cambian llantas, otros dominan las carreteras.