viernes, agosto 15, 2025
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La Casa de los Perros | Zacatecas se viste de Patrimonio

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

En Zacatecas, donde a veces la política parece condenada a los pleitos de cantina, un festival cultural se asoma como acto de resistencia. Del 15 al 17 de agosto, la capital abrirá sus plazas, teatros y callejones para recibir a lo mejor del arte y la cultura de México y el mundo, en el Festival de Ciudades Mexicanas Patrimonio Mundial. No es poca cosa. Y menos cuando se logra sin la mano del Gobierno del Estado, a pesar de los augurios de quienes apostaban al fracaso.

Miguel Varela Pinedo, alcalde de Zacatecas, se ha echado al hombro la gestión, el presupuesto y la logística de un evento que colocará a la ciudad en el mapa cultural internacional. Tres millones seiscientos mil pesos —una tercera parte de lo que se gastó en la edición pasada en Durango— y una agenda que supera las 250 actividades: música, danza, teatro, exposiciones, catas, talleres, conferencias y espectáculos de gran formato. No es solo un festival: es un acto de afirmación de que Zacatecas puede y sabe.

La ciudad que la UNESCO inscribió el 11 de diciembre de 1993 como Patrimonio Mundial por su arquitectura barroca y su fusión con el relieve montañoso, volverá a brillar con la visita de embajadores, autoridades de más de 30 municipios y delegaciones artísticas de países como China, Irán, Japón, Rusia y España. Entre las invitadas especiales, cuatro mujeres que gobiernan y deciden: Tere Jiménez, gobernadora de Aguascalientes; Alejandra Gutiérrez Campos, alcaldesa de León; Samantha Smith Gutiérrez, presidenta municipal de Guanajuato; y Alessandra Rojo de la Vega, alcaldesa de Cuauhtémoc, Ciudad de México. Su presencia, en una capital estatal gobernada por un hombre joven que rompe inercias, añade un guiño político que no pasa desapercibido.

Zacatecas recibirá a sus ciudades hermanas Patrimonio Mundial: Campeche, Ciudad de México y Xochimilco, Guanajuato, Morelia, Oaxaca, Puebla, Querétaro y San Miguel de Allende. Cada una traerá su acento, su historia y su arte, en un mosaico que une siglos de historia con expresiones vivas. Las sedes —Teatro Calderón, Museo Manuel Felguérez, Plaza de Armas, Jardín Juárez, Plazuela Miguel Auza, Plazuela Goitia— serán vitrinas donde la cultura será el antídoto contra la narrativa de miedo que nos ha asfixiado en los últimos años.

Y es que este festival llega cuando Zacatecas carga con cifras adversas: el INEGI reporta la pérdida de más de cinco mil empleos en el estado. En este contexto, un evento de esta magnitud no es solo una atracción turística, sino una declaración de que la ciudad no se resigna al abandono ni a la nota roja como único titular posible. Varela y su equipo parecen entender que, en tiempos de crisis, la cultura también es estrategia de supervivencia.

Si el festival cumple con su promesa, no solo quedará en la memoria como un buen agosto. Podría ser el punto de inflexión para que Zacatecas recupere su lugar en la conversación nacional no por su violencia, sino por su capacidad de convocar, inspirar y mostrar que, cuando se quiere, se puede. La cultura, en este caso, no es lujo: es salvavidas. Y en esta ciudad, hace tiempo que necesitamos uno.

Porque, al final, un pueblo sin memoria y sin arte es un pueblo que ya empezó a morir. Y este agosto, Zacatecas quiere vivir.

Cuentas a la carrera

En Zacatecas, hasta las cuentas públicas se leen como si fueran la letra chica de un contrato que nadie piensa cumplir. En un periodo extraordinario con un único punto en la agenda —la revisión y aprobación de 38 Cuentas Públicas 2023— los diputados locales hicieron magia: convirtieron la fiscalización en trámite exprés.

El saldo: 20 entes públicos limpios como recién lavados y 18 con manchas que, sumadas, ascienden a 55 millones 615 mil 51.02 pesos. El caso más escandaloso es Trinidad García de la Cadena, con observaciones por 11 millones 868 mil 176.50 pesos. El Gobierno del Estado, en cambio, apenas recibió un rasguño: un millón 694 mil 495.91 pesos. Un contraste que en el argot político se llama “cuidar a los tuyos y darle con todo a los otros”.

Lo más grotesco no es la cifra, sino el procedimiento. Los dictámenes llegaron a las comisiones de Vigilancia y Presupuesto con menos de 24 horas para leer, analizar y decidir. Pero la prisa manda y en 10 minutos todo estaba aprobado. Un día después, el pleno repitió la hazaña: 28 votos a favor, uno en contra de la diputada panista Maritere López que además se excusó de votar la Cuenta Pública de Guadalupe, por haber sido parte de esa administración. El resto, felices de firmar lo que fuera, como si revisaran menús y no finanzas públicas.

Los nombres están ahí: Alfredo Femat, Carlos Peña, Tere López, Martín Álvarez, Ruth Calderón, Lyndiana Bugarín, Renata Ávila, Karla Estrada, Marco Vinicio Flores… todos a una, como en Fuenteovejuna, pero sin Lope de Vega que lo convierta en literatura. Aquí, el guion es otro: oficialismo que aprueba lo que le conviene y oposición que se queja entre dientes, sin alterar el orden de las cosas.

Porque al final, el extraordinario periodo no fue para rendir cuentas, sino para cubrirlas. Y en esta Zacatecas nuestra, donde la fiscalización se mide por conveniencias políticas, las auditorías no buscan la verdad, sino el aplauso del jefe. Como dice el dicho: “Al compadre, justicia y gracia; al enemigo, la ley a rajatabla”.

En el Congreso, las cuentas cuadran. En la calle, el déficit es de confianza.

Sobre la Firma

Periodista especializada en política y seguridad ciudadana.
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