lunes, junio 30, 2025
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La Casa de los Perros | Zacatecas, el ajedrez en llamas

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

La política, como la guerra, no espera a que pase el duelo. En Zacatecas, aún no se apaga la humareda del sexenio monrealista y ya los tambores de campaña suenan con fuerza de relámpago.

La elección de 2027, más que una sucesión, se prefigura como una rebelión soterrada, una disputa entre los que buscan perpetuar el poder bajo el disfraz de continuidad y los que, desde trincheras distintas, quieren cobrarse los agravios acumulados en años de desilusión, sangre y promesas rotas.

Morena, partido en el poder, arrastra una herencia más pesada que el propio emblema de la Cuarta Transformación. Con un gobernador que apenas rebasa el 30% de aprobación, que ha convertido a Zacatecas en sinónimo de violencia, corrupción y simulación, sus posibles candidatos cargan con el desgaste de una administración que ni supo ni quiso gobernar.

Ulises Mejía Haro aparece a la cabeza de las preferencias internas: un político hábil, con conexiones directas al centro del poder, pero cuya eficacia real aún está por probarse. Detrás le pisa los talones Saúl Monreal, hermano del gobernador, atrapado en el dilema de querer el trono cuando la ley, y el ánimo social, se lo niegan.

El nepotismo —ese veneno de las repúblicas empobrecidas— está en el centro del debate. La “norma interna” de Morena que impide a familiares directos heredar el poder es más que una cláusula: es una grieta por la que se cuela la duda, la crítica y la indignación. La amenaza de una candidatura independiente o disidente de Saúl Monreal abre un frente que puede fracturar la coalición gobernante y, con ello, anticipar un sismo político.

La oposición, compuesta por los escombros del viejo régimen —PRI, PAN y PRD—, ensaya una resurrección que aún no convence del todo. Adolfo Bonilla, Claudia Anaya y Miguel Varela son nombres que resuenan más por lo que representaron, o creen representar, que por lo que hoy ofrecen. Sin embargo, en un clima de hastío generalizado, la nostalgia puede pesar más que la esperanza. Si logran ponerse de acuerdo, si sacrifican egos y reparten cuotas con estrategia, podrían hacer tambalear el edificio morenista, erosionado por la incompetencia y la soberbia.

Movimiento Ciudadano, con Jorge Álvarez Máynez al frente, juega la carta de la independencia. Su discurso moderno, su imagen fresca y su conexión con sectores urbanos y jóvenes podrían convertirlo en el comodín inesperado de la contienda. Pero ir solo implica riesgos: la fragmentación de la oposición ha sido históricamente el mejor aliado del partido en el poder.

Más allá de los nombres, las cifras hablan con brutalidad. Zacatecas es el estado peor evaluado en seguridad, en economía, en combate a la corrupción. Tres ciudades —Zacatecas, Guadalupe y Fresnillo— encabezan la lista negra nacional por percepción de inseguridad. Las calles están tomadas por el miedo, y el miedo vota, aunque lo haga en silencio. La economía se sostiene, a duras penas, con remesas y minería, mientras el campo agoniza entre promesas y abandono. La gente no discute ideologías: exige paz, trabajo, dignidad.

La elección no será local, por más que lo parezca. Claudia Sheinbaum observará los resultados de Zacatecas como un termómetro de su propio mandato. Si Morena gana, respirará; si pierde, entenderá que la paciencia social tiene fecha de caducidad. La visita de figuras nacionales, la inyección de recursos federales, los discursos desde Palacio Nacional influirán en cada calle, en cada casilla.

Y, sin embargo, la historia de Zacatecas enseña que nada está escrito. Ricardo Monreal rompió el monopolio priista en 1998; Amalia García mantuvo la flama; luego vinieron los regresos y las fugas. El pueblo ha sabido alternar el poder, aunque casi nunca ha podido cambiar su destino. Hoy, con la abstención como amenaza y la desesperanza como telón de fondo, se avecina una nueva batalla.

No es una elección más. Es el juicio final de un gobierno que prometió transformación y entregó ruinas. Es el momento en que una sociedad rota por la violencia y la pobreza decidirá si prefiere seguir en la inercia o buscar una nueva ruta, incierta pero distinta. En esa encrucijada arde Zacatecas, con todos sus fantasmas a cuestas.

Porque en esta tierra de cicatrices, cada elección es una lucha por la memoria y por el porvenir.

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