Cinco años de incongruencia

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO 

Tras el arribo de Andrés Manuel López Obrador en 2018 a la presidencia de México, se creyó que todo cambiaría, pues durante años el grupo político que hoy domina los principales cargos gubernamentales, se dedicó a cuestionarlo todo, se opuso por sistema a las acciones emprendidas por los gobiernos emanados del partido tricolor y albiazul, sin embargo, a cinco años del sexenio se puede enlistar una serie de hechos que demuestran la incongruencia de los morenistas.

Durante la larga campaña de López Obrador se sostuvo una estrategia muy clara, había que denostar, cuestionar los excesos y ofertarse como la única alternativa para resolver los problemas del país; y lo logró, convenció a los mexicanos que el problema del México era la corrupción y acabando con ella habría ahorros, mucho dinero con lo que cambiaría la situación de los pobres.

En este sentido, particular relevancia adquirían los tópicos sobre la seguridad, se exageraba la participación de las instancias que tenían relación con la justicia y se acusaba reiteradamente que había represión. Así fue como surgieron movimientos sociales como el “Yo soy 132”, que exigía la apertura de los medios de comunicación; o el de la exigencia de aparición de los estudiantes de Ayotzinapa, Guerrero, que clamaba la consigna: “vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

Es claro que había problemas y fue el propio López Obrador quien se dedicó a enardecer a las masas inconformes para que se revelaran contra un Estado represor que sometía y maltrataba a los opositores; pero la rueda de la fortuna ha dado vueltas, y quienes entonces se quejaban ahora tienen el poder. Ahora Morena y sus aliados atropellan a quien les exige justicia social, respeto a las instituciones democráticas y obras públicas, etc., haciendo gala de abuso de poder e incongruencia entre el dicho y el hecho.

Cuando los ahora gobernantes y funcionarios eran oposición se creían auténticos redentores sociales, ellos salían a las calles a denunciar agravios, incluso su máximo líder, el presidente López Obrador se posesionó en 2006 de la avenida Reforma durante meses exigiendo el conteo de voto, por voto y casilla por casilla a un Instituto Federal Electoral (IFE), ante lo que consideró una elección robada.

Hay un doble rasero en todos los actos de gobierno de la 4T, Morena es la máxima expresión de la incongruencia, es cierto que los otros partidos le quedaron a deber mucho al pueblo de México, pero aquí estamos ante excesos reiterados donde nada importan los derechos constitucionales y durante los cinco años de Gobierno, López Obrador se ha encargado de señalar, perseguir y condenar a oponentes políticos.

El autoritarismo se ha patentado, los dirigentes de la 4T olvidaron que ellos encabezaron proclamas callejeras y hoy han declarado la guerra a todo aquel que levanta la voz. En su etapa de luchadores sociales, los de Morena exigieron la libre expresión y respeto a la libertad, pero en el poder amenazan y someten; antes eran críticos infalibles, hoy se dicen víctimas de campañas negras.

Tras lo dicho, el pueblo debe abrir bien los ojos, debe reflexionar y entender que antes, pero también ahora, los partidos y sus militantes emplean las mismas tácticas, ante esto se debe comprender la urgencia de crear una gran fuerza social que se ocupe de los problemas de la gente y en lugar de explicaciones dé resultados.

Porque hoy vemos que la desmemoria, la soberbia y el ignorar la ley han adquirido carta de naturalidad por los representantes de la 4t, que se la han pasado violando el derecho a la manifestación y libre organización de los mexicanos, que ante el agravamiento de los problemas siguen buscando su propio bienestar, que es un anhelo muy legítimo en un México democrático.