Campañas anticipadas y los problemas de los mexicanos

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

Fue durante años que quienes hoy gobiernan el país y la mayoría de los estados transitaron con un discurso radical y denunciaron cada acto que consideraban irregular del gobierno en turno; recordemos como se desplegaron protestas ante los estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, Guerrero y ante cualquier exceso policiaco se denunciaba que había represión, por lo que se pedía la destitución de los responsables, insistentemente se hablaba de libertad de expresión y se elogiaba cualquier causa de rebeldía aduciendo a los derechos humanos.

Particularmente fue el presidente Andrés Manuel López Obrador que desde la oposición  optó por cuestionarlo todo y encontrar soluciones mágicas a los múltiples problemas de la patria, sin embargo, al cambiar la realidad y asumir el poder su actitud se ha modificado, hoy  vemos exactamente lo contrario: ante cualquier cuestionamiento afirma que hay una conjura en su contra y que son intentos de la reacción por frenar su proyecto progresista de país.

Para cumplir tal objetivo se optó por la estrategia de acaparar la discusión y controlar la agenda nacional desde primera hora del día a través de una conferencia matutina, donde al estilo de Joseph Goebbels (el propagandista  del nazismo), se emiten discursos que a fuerza de repetirlos se conviertan en verdades; pocas veces se sustentan tales cosas, no se aportan pruebas de ello, ni tampoco hay documentación o evidencia alguna, simple y llanamente debemos admitir lo dicho por el jefe del ejecutivo.

De manera particular esa estrategia se ha empleado ensañándose contra el Instituto Nacional Electoral (INE), a quien se le acusó de gastar desorbitadamente recursos en lujos y excentricidades, se afirmó también que los Consejeros Electorales con Lorenzo Córdova y Ciro Murayama a la cabeza, ganaban altos salarios, que eran superiores al del jefe del ejecutivo y que además la institución que se había formado por años mediante la lucha por la democracia (y que precisamente había organizado las elecciones de quien hoy encabeza los destinos de la patria), pretendía fraguar un fraude contra López Obrador y los Morenistas.

Posterior a esta campaña se envió una reforma constitucional que pretendía mutilar las facultades del instituto y transferir al presidente de la república la posibilidad de proponer a los Consejeros Electorales; como es de conocimiento público, después de magnas concentraciones a favor y en contra, y toda vez que se requería de mayoría calificada la iniciativa fue rechazada por el bloque opositor, pero de inmediato se puso en marcha el plan B del presidente y en fastrack fue aprobada una serie de modificaciones que en esencia mutilan al INE y dan manga ancha para quienes hoy gobiernan de hacer publicidad en tiempos electorales.

Previo a tal reforma, ante el reclamo de realizar actos anticipados particularmente por la Jefa de Gobierno Claudia Sheiunbam, fiel a su estrategia de victimización, el mandatario sólo tuvo a bien afirmar que se trataba de un acto de persecución y la pretensión de los adversarios de frenar su libre expresión.

Amparados en lo anterior, los recorridos por toda la patria siguieron, se dieron visitas a los estados disfrazados de eventos culturales o encuentros amistosos y en el colmo del cinismo se desplegó una campaña en donde se colocaron más de 500 espectaculares en todo el país con la silueta de Sheiunbam y el nombre del municipio; ante los cuestionamientos ciudadanos sólo tuvieron a bien decir que era libertad de expresión y aunque estamos hablando de más de 25 millones de pesos gastados en esta propaganda nadie sabe el origen de los recursos empleados.

En esas estábamos cuando el pasado 7 de enero se dio un encontronazo de dos trenes del metro de la Ciudad de México que costaron la vida a una persona y dejaron varios heridos, después vino la caída de cables y otras fallas más; fiel a su estilo sólo pudieron decir que se trataba de acontecimientos inusitados que constituían un acto de sabotaje efectuado por fuerzas enemigas. Lo dicho, la estrategia es la misma, crear enemigos, atribuir a conjuras los propios errores y repetir como Goebbels una y otra vez la misma mentira apostando a que la gente creerá absolutamente todo.

Por todo esto es necesario que la gente abra bien los ojos, que observe que ya han pasado 4 años de la 4t y que perfectamente se puede evaluar el desempeño de los gobernantes morenistas, que no se puede seguir culpando al pasado, y que el mal gobierno es producto de la ineptitud y no se debe a conjuras. Porque si antes funcionaba exitosamente criticarlo todo, cuestionar y desacreditar, ahora hay que hacerse cargo de los resultados sean buenos o malos, pero los mexicanos debemos analizar si estamos mejor, si el salario alcanza más, si hay empleo e ingresos seguros, si nos sentimos tranquilos, si podemos caminar con serenidad por las calles.

No se trata de hacer catastrofismo, las respuestas corresponden al juicio de cada uno, pero vale la pena aplicar el mismo método de los autonombrados defensores de la patria, y si la conclusión es que vivimos una terrible calamidad, la solución es disponernos a luchar por desenmascarar a los falsos redentores y conformar una gran fuerza social que cambie verdaderamente todos los males de la nación, esa es nuestra tarea y por más compleja que sea no podemos desistir hasta lograrla.