Las universidades de López Obrador

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

La infinita ignorancia de Andrés Manuel López Obrador, la presume desde hace más de 20 años, cuando fuimos ambos los primeros candidatos a gobernador en el país por el PRD. Estábamos en esa breve lista junto a Cristóbal Arias, Heberto Castillo y Moisés Rivera.

AMLO, ex priísta de roles secundarios, fósil de la universidad, político amamantado por Carlos Pellicer y González Pedrero, para ser finalmente refugiado en el movimiento Cardenista, donde llegó a ser Jefe de Gobierno sin credencial de elector, derrotado por Santiago Creel y auxiliado por Marcelo Ebrard para arribar de panzazo al puesto, de la misma manera en que terminó su licenciatura después de muchos años de vacaciones.

Rosario Robles, Jefa de Gobierno cuando López Obrador compite para reemplazarla, trabaja de manera fraterna y política por llevarlo al poder. La propuesta original de postularlo era de René Bejarano a quien contribuye a encarcelar. Después del proceso, AMLO se convierte en el más severo enemigo de Rosario.

Hoy AMLO trae un nuevo invento: una nueva serie de universidades que pretende sean subsidiadas por su partido, que tiene fondos federales y estatales para hacer política -no educación- con el argumento de que sacrificarán por la juventud ese recurso que está etiquetado para otros fines y que intenta emplear para hacer universidades… desde luego privadas.

Existen solamente tres maneras de crear nuevos espacios educativos: incorporados a la Secretaría de Educación Pública federal es la primera, o a las secretarías de educación de los estados. La tercera vía es la escuela privada, que es donde se contextualiza esta propuesta, en virtud de no tener cupo ni en lo federal ni en lo estatal.

La creación de una institución educativa requiere primero, de una instalación que debe reunir requisitos básicos: iluminación, salones con características correctas, áreas deportivas, laboratorios y una estructura de funcionarios y profesores que hay que registrar ante la autoridad estatal o federal. Se necesita que el lugar tenga el uso de suelo permitido, el correspondiente análisis estructural, planos, estacionamiento para profesores y alumnos, permiso de Protección Civil, requisitos que son básicos antes de que la institución educativa se ponga en funcionamiento.

Se requieren programas de estudios con alrededor de 50 materias en licenciatura, a fin de lograr los créditos educativos que se exigen. Los profesores deben reunir el perfil correspondiente a la materia que impartirán. El plan de estudios debe haber sido diseñado con objetivos generales, objetivos específicos, bibliografía, procedimiento de evaluación de cada materia y el detalle del programa que se impartirá.

Una vez presentados a la autoridad los planes y programas de estudio, se inicia un proceso de revisión por parte de la Secretaría estatal o federal que al menos tarda un año para la valoración adecuada. La autoridad educativa entrega un RVOE que reconoce la potencialidad de impartir el nivel académico solicitado: educación media, licenciatura o posgrados.

Cuando esta revisión ha concluido, se necesita el reconocimiento de la Dirección General de Profesiones, donde se registran los planes de estudios, se presentan reglamentos, se diseñan los formatos de certificados, constancias y títulos en papeles especiales para evitar su falsificación. Este proceso dura aproximadamente otro año. Sólo así pueden iniciarse las clases.

Las universidades no son autónomas por decreto emitido por el presidente de un partido, AMLO en este caso. La autonomía de la UNAM fue decretada por Portes Gil, entonces Presidente de la República. La Ibero, la Libre de Derecho o el Tec de Monterrey, tienen acuerdo presidencial para poder existir como instituciones privadas y casi autónomas. ¿Será que López Obrador tiene un acuerdo con Enrique Peña Nieto para obtener la autonomía en sus instituciones?

No se puede jugar a la escuelita porque se juega con el futuro de los jóvenes. El egresado de una institución educativa que no cuente con el registro de la autoridad, ha perdido su tiempo.  Su título debe estar  certificado y haber sido legalizada la firma del rector, a fin de poder ejercer en la vida profesional.

¿Dónde están los edificios? ¿Dónde están los laboratorios para estudiar Agronomía? ¿O solamente impartirán Derecho, Contabilidad y Administración que, según el tabasqueño forman parte de “la execrable mafia del poder”?

La demagogia partidista y la ignorancia política del dirigente de MORENA no tienen consistencia. Juega con un concepto al que debemos respetar, porque la formación de los jóvenes es el futuro de la patria, ni más ni menos. Sus propuestas de operadores de esta serie de universidades, son absolutamente obsoletas en sus conceptos contemporáneos. Para ser educador hay que serlo de manera cotidiana, no el hecho de haber tenido un puesto burocrático que sólo otorga el pedigrí pero no la licencia, es suficiente. Si se pretende presionar políticamente para obtener los RVOE o el reconocimiento ante la Dirección General de Profesiones, se garantiza el  fracaso.  En la Ciudad de México, desde que se creó la Universidad Metropolitana, no existen nuevas alternativas para una población creciente de jóvenes. Para qué mencionar a la otra “opción” que sólo fue para dar chamba a los cuates.

Educar es liberar, es transformar, es abrir alternativas laborales.  Hay que revisar el proceso que AMLO pretende seguir: la permisividad no es una opción en materia educativa.

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