viernes, septiembre 5, 2025
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¿Entonces no se va a hacer nada?

JUAN JOSÉ MONTIEL RICO

Este fin de semana, en Baja California, se inmortalizó una escena que podría volverse rutina en el país: un grupo de activistas bloqueó a la presidenta Claudia Sheinbaum tras inaugurar un hospital del IMSS. ¿La exigencia? Frenar la ampliación del puerto de El Sauzal en aquel estado. La imagen se viralizó, pues vimos a la Doctora tomar un megáfono para tranquilizar a la masa enardecida, pero también nos dejó en la mesa una pregunta incómoda: ¿qué pasa cuando los proyectos del Estado chocan con un muro social antes siquiera de arrancar?

La 4T prometió transformar al país, y para su segunda edición, presentó una ambiciosa cartera de obras estratégicas para cada entidad federativa. El problema es que muchos de esos proyectos están empantanados porque primero se anuncian y después, mal y de malas, se discuten.

En Zacatecas tenemos nuestro propio caso: la famosa Presa Milpillas, diseñada para resolver el histórico problema del abasto de agua en el corredor Fresnillo-CaleraZacatecas-Guadalupe. Una obra clave, detenida por la oposición de un puñado de ejidatarios que según le temen al despojo y la afectación ambiental. La respuesta democrática del gobernador fue la misma que la presidenta: “Si la gente no quiere, no se hace”.

¿De verdad vamos a dejar que cualquier grupo organizado, legítimo o no, defina por sus pistolas el rumbo de las obras públicas? ¿O nos quedamos cruzados de brazos mientras los gobiernos renuncian a concertar?

No se trata de imponer a la fuerza, pero tampoco de abdicar. El problema no son los megaproyectos, sino los procesos para la construcción de acuerdos. Como dice Archon Fung, profesor de Harvard, la participación ciudadana debería ser responsable, no decorativa, pero tampoco un veto sin consecuencias.

En Zacatecas, entre otros temas, urge un gran diálogo estatal sobre el agua y las alternativas al abasto. Y ese diálogo debe tener un anfitrión claro: la Secretaría General de Gobierno. No sólo porque ahí recaen, por ley, las funciones de concertación y desarrollo político, sino porque es el espacio natural para deliberar, ajustar y legitimar las decisiones públicas. El Súper Secretario ha demostrado ser algo más que un bombero, se ha convertido en un funcionario que convoca y provoca la construcción de acuerdos. Para muestra hay varios botones.

Gobernar con el pueblo no es quedarse esperando a que todos digan que sí. Es convocar, es escuchar, es co-crear, ajustar y decidir. Así se debería gobernar en tiempos de la 4T.

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Estratega político entre gobiernos, campañas y narrativas.
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