jueves, agosto 7, 2025
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¿Se acabó la corrupción en México?

OSVALDO ÁVILA TIZCAREÑO

El cambio de partido político en el poder de México llegó acompañado de una narrativa que culpaba de todos los males a la corrupción, pues a juicio del expresidente Andrés Manuel López Obrador se fugaban miles de pesos del erario nacional como consecuencia de la inmoralidad. Aseguró que con las políticas de austeridad de su gobierno se ahorrarían 500 mil millones de pesos que serían canalizados a obras y  programas sociales, a la par de ello, se habló de combatir los excesos como los viajes ostentosos al extranjero, el uso de carros de lujo, la ropa de marca y que ya no habría privilegios por parte de la clase política.

Como ejemplo de la vida austera, el entonces presidente dijo que viajaría en un auto Tsuru, y que  solamente tenía 200 pesos en su cartera, pues con eso era suficiente para desempeñar su encargo.

Durante seis años se repitió hasta el cansancio el mismo discurso,  una y otra vez se hablaba de combatir la corrupción, pero  en la realidad, a pesar de la estrategia mediática de una y otra vez declarar su desaparición, estudios internacionales  como  el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) publicado en  el diario La Jornada del martes 5 de agosto, se ubicó a nuestro país en el lugar 38 de 37 naciones evaluadas; y por cuarto año consecutivo México quedó en la posición 126 de 180 a nivel mundial.

Sustentan esta percepción múltiples casos de la anterior administración federal,  los más escandalosos son Segalmex (Seguridad Alimentaria Mexicana) donde se habla de cerca de 16 mil millones de pesos en desfalcos que fueron ratificados por la ASF (Auditoría Superior de  la Federación), también está  la adquisición de balastro para la construcción del Tren Maya por una empresa con vínculos con los hijos de López Obrador, además de la famosa casa gris en Estados Unidos, inmueble prestado al pupilo del expresidente y otra larga lista de casos similares que están en la impunidad.

El cambio de administración que se denominó como el segundo piso de la transformación, renovó las promesas asegurando que no habrá dispendió en el sexenio sino austeridad y más austeridad, ya en funciones la Presidenta Claudia Sheiunban a través de una carta, conminaba a los gobernantes a actuar con mesura y dejar atrás cualquier conducta estrafalaria, cito dos fragmentos que me parecen muy ilustrativos: “En estos momentos, hemos mantenido nuestro rumbo, hay honradez y responsabilidad en el manejo de los recursos públicos”, “No es de nuestro movimiento viajar en aviones o helicópteros privados, o tener como anhelo portar ropa de marca o comer en restaurantes caros”, bastante temerarias las sentencias, pero muy alejadas de la realidad.

Pronto se vino abajo la aseveración sobre la honradez,  pues el 10 de abril de 2025 en el Diario El Universal se dio cuenta del presunto acto de corrupción en los Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (BIRMEX): “En el 2023 se dejaron de surtir más de 7 millones y medio de recetas expedidas por el sector salud”  y “Secretaria de Salud reconoce posible corrupción en compras a sobreprecio por 13 mil mdp”, lo dicho, rápidamente se fue al bote de la basura el discurso del manejo honrado del erario; en 6 meses se pusieron al descubierto actos tan lesivos como en los peores tiempos del priismo,

Y sobre las conductas extravagantes, durante los últimos 15 días vino un cúmulo de ejemplos en contra de las recomendaciones presidenciales que la prensa filtró de inmediato, la lista es bastante larga: Andrés Manuel López Beltrán líder partidista de Morena vacacionando en Tokio, Mario Delgado, Secretario de Educación  desayunando en un lujoso restaurante en Portugal,  el neomorenista Senador Yunes en varias ciudades europeas. La lista es bastante prolija, basten los casos anteriores a título de ejemplo.

Rápidamente la líder morenista Luisa Maria Alcalde y la propia presidenta declararon ser diferentes a los del pasado, que tenían derecho a vacacionar e insistieron en que lo habían hecho con recursos propios. Remataron las críticas asegurando que se trataba de una campaña de la derecha para desprestigiar al movimiento, e incluso, enfática, la líder partidista aseveró: “no somos iguales”.

La respuesta a la pregunta inicial es clara, ¿Se acabó la corrupción en México? ¡No¡ Y el problema no viene de  hoy que gobierna el partido guinda, ni tampoco se explica por los anteriores, el problema es más profundo: la corrupción no es la causa de la desigualdad sino efecto de ella y acabarla requiere cambiar el modelo económico imperante, por ello los santones morenistas pretenden engañarnos por doble partida: no acabarán con los actos de corrupción pues estos son consustanciales al sistema actual, pero también mienten al hablar de un código de ética para después justificar a sus correligionarios.

Por lo expuesto, es necesario que todos entendamos esta amarga realidad y por ende que perseveremos en la educación y organización del pueblo para lograr un cambio de clase en el poder, es decir, que sea el proletariado mexicano el que asuma la conducción de la patria, pues sólo así se combatirá a fondo este flagelo. Que conste. 

Sobre la Firma

Columnista social con formación y militancia
osvaldo_avila@hotmail.com
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