JACOBO CRUZ
El programa Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), creado en 2019 para fijar precios de garantía en la comercialización de productos alimenticios como el maíz, el frijol y el trigo, es otro de los proyectos fallidos del gobierno del expresidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), pero a pesar de ello fue retomado con el nombre de Alimentación para el Bienestar por la administración de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, donde tampoco se ha cumplido con los objetivos planteados.
El precio de garantía es un instrumento de política comercial de estado puesto en marcha entre los años 50 y 80 del siglo pasado en el contexto de la economía cerrada, proteccionista, que caracterizó al llamado “desarrollo estabilizador”, sistema abandonado hace ya más de 40 años.
Algunas consecuencias de esa política fue la dependencia de los pequeños productores hacia el Estado mexicano, del que esperaban créditos, fertilizantes y semillas; la práctica del llamado “carrusel”, que consistía en vender el grano a la Comisión Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) para obtener semillas a precio de subsidio y la baja productividad agrícola por hectárea cultivada.
Esa misma dependencia comercial hacia el Estado propició el monocultivo de granos y otras plantas, el que a su vez provocó la sobreexplotación de suelos, el incremento de plagas y otras enfermedades en especies como maíz, el frijol y el trigo y, finalmente, la crisis del sistema económico proteccionista.
Para sustituir este último, se implementó la perspectiva neoliberal, con la que priorizaron en la competitividad para vender la producción en los mercados internacionales. Este proyecto vio su materialización durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari y tras los acuerdos sobre el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) el 1 de enero de 1994.
Entonces se difundió que los campesinos debían ponerse “al tú por tú” en capacidad productiva con sus pares de Canadá y Estados Unidos (EE. UU.), incluso hubo ingenieros agrónomos que, emocionados, imaginaron el campo mexicano inundado con tecnologías nuevas, sistemas de riego y semillas mejoradas que rendirían cosechas de gran calidad.
En Zacatecas, el ciclo agrícola primavera-verano 2025 generó alta producción de frijol que se estima en más de 300 mil toneladas, sin embargo, los productores están preocupados por colocar su cosecha porque los centros de acopio están capacitados financieramente para comprar entre 80 mil toneladas y en el mejor de los casos 100 mil.
La problemática que enfrentan va desde la lentitud para la apertura los 52 centros de acopio distribuidos en la zona productora, pues no hay costalera suficiente (han entregado 93 mil costales, apenas el 30% del total requerido); luego tiene que pasar por el control de calidad de Alimentación para el Bienestar, que comprará la cosecha a 27 pesos por kilogramo, precio de garantía fijado por el Gobierno Federal.
Como consecuencia, los agricultores buscan nuevos mecanismos para comercializar el producto, luego de que autoridades del Gobierno Federal confirmaron que no podrán acopiar las más de 300 mil toneladas producidas en Zacatecas durante 2025.
Productores encabezados por el líder frijolero Ramiro Hinojoza protestaron en el Congreso de Zacatecas, para exigir la intervención de los diputados locales ante la incapacidad de Alimentación para el Bienestar y para demostrar su irritación con el gobierno vaciaron varios bultos del alimento en el vestíbulo del recinto, después, acudieron a Palacio de Gobierno, donde se encontraban reunidas las autoridades estatales y federales para resolver la problemática
De acuerdo con el líder antorchista Guillermo Guerrero Viramontes, en el municipio Saín Alto y Fresnillo, algunos de sus representados accedieron a vender a 14 pesos el kilo de frijoles a los “coyotes”, presionados por las deudas adquiridas con los bancos y con familiares para poder sostener la siembra referida; sin embargo
Según Guerrero Viramontes, los “intermediarios o coyotes”, pagan de inmediato al campesino y cargan el producto en el sitio, lo que convence al campesino a liquidar a bajo precio su producto; “pues llevarlo a los centros de acopio implica gastos, deben pasar el control de calidad y esperar al menos 5 días para recibir el pago”.
En general, los productores están satisfechos por la buena producción de 2025, pero enfrentan muchas dificultades para comercializar el grano básico y exigen un sistema regulatorio que garantice precios equitativos y evite que el mercado quede nuevamente a merced de los intermediarios, que son los verdaderos beneficiados económicamente del trabajo de los labriegos zacatecanos, acusan los inconformes.
En consecuencia, algunas asociaciones de productores han iniciado acercamientos con grandes empresas comerciales interesadas en comprar el alimento, pero también consideran realizar ventas públicas en diversos municipios; mientras que gestionan ampliaciones al volumen de acopio de Alimentación para el Bienestar, pues la propuesta actual contempla apenas un 33% de la producción.
Ya han pasado siete años de la 4T y quedó demostrado que México está inmerso en comercio internacional del que ya no puede escapar y el dilema es: debemos regresar al proteccionismo o dejar que sea la libre competencia quien defina a los productores exitosos capaces de enfrentarse con sus pares del extranjero.
En estos días se viven protestas en todo México por parte de productores medios y altos, que exigen que el Gobierno Federal intervenga con acciones tecnológicas y subsidios de mayor alcance y no limitarse sólo al precio de garantía para que sean capaces de enfrentarse en el mercado mundial y todo parece que seguirán dependiendo de sus propios medios pues la autoridad no está dispuesta a ceder a la presión, pues más que voluntad, se requieren miles de millones de pesos para resolverles. Es claro que los productores del extranjero llevan mucha ventaja, y por el momento no existe otra salida más que la organización y movilización social para obligar a que el gobierno federal destine recursos para subsidiarlos.
Pero está el otro sector de campesinos empobrecidos que son espectadores de las movilizaciones, ellos no tienen tractores, cosechadoras ni camionetas del año, es la agricultura de subsistencia que seguirá sembrando para el autoconsumo al depender solo de las condiciones climáticas propicias, y recibe lo que el gobierno esté dispuesto a darle para sembrar frijol y maíz. Alejados de los reflectores mediáticos los pequeños labriegos son quienes sostienen a millones de familias de México a los que también se les debe oír y apoyar.
Sobre la Firma
Ingeniero, docente, voz del antorchismo.
antorchazacatecas@gmail.com
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