CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
En San Pedro Piedra Gorda, el silencio no es paz: es miedo petrificado. Dos jóvenes —José de Jesús, 24 años; Geovanny, 23— salieron de sus casas y no regresaron. Los “levantaron” en días distintos, pero sus muertes llegaron juntas, calculadas. Aparecieron en El Salero, Aguascalientes, tendidos junto a la carretera 45, bajo el sol de las once de la mañana. No murieron ahí: fueron “sembrados” como piezas de ajedrez movidas para confundir jurisdicciones. Aquí, hasta los cadáveres son contrabando.
La coreografía es de manual: automovilistas que reportan, policías que acuerdan, peritos que levantan, fiscales que abren carpetas. Y después, el silencio. Lo anormal no es que haya muertos; lo anormal sería que los hubieran rescatado con vida.
El expediente dice que las fiscalías de Zacatecas y Aguascalientes investigan, pero sus investigaciones nacen rotas. La fragmentación es un regalo para el crimen: cada quién se queda con un pedazo de la verdad, y nadie con el todo. Como dice el refrán, el que parte y reparte, se queda con la mejor parte; aquí, la mejor parte siempre se la lleva la impunidad.
José y Geovanny son dos nombres en una estadística más amplia: la de jóvenes cazados por el crimen organizado. No todos mueren al instante: muchos son reclutados. Redes sociales, videojuegos, ofertas de empleo falsas… la puerta de entrada es amplia y rápida. El rancho de Teuchitlán, Jalisco, mostró lo que pasa adentro: adiestramiento armado, disciplina militar, lealtad obligada. Los fiscales lo han dicho sin rodeos: Zacatecas es punto de entrenamiento antes de enviarlos a guerras en Michoacán, Guerrero o Sinaloa.
Pero el gobierno estatal, en vez de reconocer y actuar, se defiende como si fuera acusado en un juicio. Rodrigo Reyes Mugüerza, secretario general de Gobierno, respondió a Jalisco diciendo que la violencia se “importa” y que Zacatecas es un “referente” en pacificación. Mientras tanto, presumió “250 mil acciones de seguridad” y la captura de “generadores de violencia de otros estados”. Palabras medidas para que nadie note que seguimos contando muertos.
Las fronteras estatales son ficción para los sicarios: el que reclutan en Jalisco puede entrenar en Zacatecas y morir en Sinaloa. El que matan en Zacatecas puede aparecer en Aguascalientes. Pero para las fiscalías esas líneas imaginarias son trincheras desde las que se tiran la responsabilidad.
San Pedro Piedra Gorda seguirá sumando funerales. Las familias recibirán cuerpos sin explicación. El Estado seguirá publicando comunicados que no resuelven nada. Y las carreteras seguirán siendo altares improvisados, con veladoras apagadas por el viento de los tráileres.
En Zacatecas, la muerte es puntual; la justicia, siempre retrasada.
Y como dice otro refrán, cuando el río suena, agua lleva… pero en este río, el agua es roja, y quienes deberían cerrarlo beben de ella.
Zacatecas: vivir y morir en la estadística
En Zacatecas, la muerte no llega por azar: se estaciona en la curva mal trazada, en la bala que encuentra su blanco, en la soga que nadie cortó a tiempo. Durante 2024, fuimos primer lugar nacional en muertes por accidentes: 743 vidas, 46.8 por cada 100 mil habitantes, muy por encima de la media de 30.5. Y como reza el dicho, cuando el río suena, es que agua lleva: también estamos arriba en homicidios —34.4 frente a 25.6— y suicidios —7.2 contra 6.9—.
No se trata solo de estadísticas frías. Son padres que no vuelven del trabajo, jóvenes que se estrellan contra la madrugada, mujeres que desaparecen en una carretera mal vigilada. Ocho de cada diez víctimas son hombres, pero el duelo no distingue género: la tragedia es pareja. En homicidios, las balas son responsables del 71.8% de las muertes; en suicidios, el ahorcamiento domina con un 85.7%. No son cifras: son sentencias.
El Inegi lo documenta; la realidad lo confirma: Zacatecas es un estado donde la vida se trunca con facilidad y donde el peligro no está en la esquina más oscura, sino en cualquier tramo del día. Los accidentes —que deberían ser la excepción— ya son una constante. Y aquí, los gobiernos se conforman con discursos de condolencia y planes que no trascienden más allá de la foto.
En un país donde los homicidios representan casi 40% de las muertes por causas externas, Zacatecas sigue siendo noticia, pero no por sus montañas ni su historia: por su capacidad de encabezar rankings que ningún estado quisiera liderar.
Sobre la Firma
Periodista especializada en política y seguridad ciudadana.
claudia.valdesdiaz@gmail.com
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