viernes, octubre 3, 2025
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La Casa de los Perros | Las cuentas alegres de la fallida nueva gobernanza

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

En Zacatecas los discursos ya no cuadran con la realidad. La comparecencia de Ruth Angélica Contreras, secretaria de Finanzas, lo dejó al desnudo: números maquillados, deudas infladas o disminuidas según convenga, recursos que nadie sabe dónde quedaron y municipios quebrados, ahogados en deudas con el IMSS y Hacienda.

Y mientras tanto, la fallida nueva gobernanza sigue presumiendo una estabilidad que existe solo en los boletines de prensa.

Porque la verdad es simple y demoledora: a casi cuatro años del gobierno del todavía inquilino de La Casa de los Perros, Zacatecas está en el hoyo financiero. Lo saben los alcaldes que apenas alcanzan a pagar la nómina, lo padecen los hospitales sin medicinas, lo sienten las madres buscadoras que tocan puertas y encuentran solo excusas. Y lo confirmó la propia titular de Finanzas, que compareció sin respuestas claras, con el mismo guion aprendido de memoria: culpar al pasado, hablar de estabilidad y evadir las preguntas incómodas.

La diputada de Movimiento Ciudadano, Ana María Romo, abrió fuego con lo esencial: ¿de qué sirve presumir más recaudación si la gente sigue sin medicinas en el Hospital de la Mujer?, ¿qué pasa con los recursos propios que se dicen fortalecidos?, ¿cómo se apoya a los municipios que naufragan en deudas y laudos? Silencio. Palabras huecas. Ni un dato concreto que permita confiar en que hay rumbo.

Romo también exigió claridad sobre la coordinación con las mineras que se instalarán en Zacatecas. El gobierno promete empleos y derrama, pero nada dice de los estímulos fiscales que podrían convertirse en privilegios para unos cuantos, mientras los ayuntamientos siguen en números rojos. La pregunta fue directa: ¿habrá reglas claras o solo convenios al gusto del poder? Otra vez, evasión.

Desde la bancada del PRI, Carlos Peña Badillo subió el tono. Recordó que al cierre del gobierno de Alejandro Tello la deuda era de alrededor de ocho mil millones de pesos. Hoy, dependiendo de quién lo diga, puede ser de 12 mil, 14 mil o hasta más de 22 mil millones. “Hay una capirotada de números”, lanzó, evidenciando lo que todos sospechan: las cifras se manipulan para ajustar al discurso político. Nadie sabe realmente cuánto debe Zacatecas. Y esa incertidumbre es, por sí misma, un desastre financiero.

Peña también puso el dedo en la llaga del famoso Segundo Piso. Cancelada la obra, quedaron tres mil 600 millones de pesos en un fideicomiso. David Monreal Ávila prometió que, en unos días diría a qué se destinarían. Hoy el dinero sigue ahí, congelado, mientras las carreteras se caen a pedazos y los hospitales no tienen ni gasas. La respuesta de la secretaria de Finanzas fue la misma de siempre: rodeos, justificaciones, promesas futuras. Pura palabrería.

Desde el Partido del Trabajo, Alfredo Femat retomó el tema del FONE, la federalización de la nómina educativa. ¿Cuántas plazas se negociaron? ¿Cuánto dinero representa en el presupuesto estatal? La respuesta nunca llegó. También pidió cuentas sobre el impuesto ecológico: ¿cuánto se ha recaudado, en qué se ha gastado? Ni un dato sólido. Apenas generalidades que huelen más a encubrimiento que a transparencia.

La oposición fue clara: Zacatecas no puede vivir de discursos. La rendición de cuentas no es presumir gráficas y tablas llenas de colores; es responder dónde están los recursos, por qué siguen los recortes a organismos autónomos como el Instituto Electoral, que hoy no tiene ni para pagar la luz.

Como advirtió Romo, asfixiar presupuestalmente a un órgano electoral no es un tema administrativo: es un golpe directo a la democracia.

Pero quizá lo más grave de la comparecencia fue lo que se respiró en el ambiente: el engaño sistemático de un gobierno que se sabe fracasado, que reconoce la crisis, pero la disfraza con frases de manual.

Ruth Contreras no compareció como una funcionaria autónoma, sino como la voz obediente de un proyecto que naufraga. Su papel no fue el de explicar, sino el de encubrir.

Lo que duele es que, detrás de cada cifra maquillada, hay una realidad sangrante: alcaldes que ya no pueden pagar aguinaldos, maestras que siguen esperando certeza en sus plazas, hospitales sin medicamentos, organismos autónomos asfixiados, carreteras sin mantenimiento y ciudadanos hartos de promesas. Eso no se tapa con gráficas.

El discurso oficial insiste en que “la estabilidad financiera está garantizada”. Pero en Zacatecas, la gente se pregunta de qué sirve la estabilidad si los policías no tienen equipo. Estabilidad para quién, sería la pregunta correcta.

Hoy la fallida nueva gobernanza se sostiene con una narrativa cada vez más frágil: culpar al pasado y esconder el presente. Pero la realidad golpea: la deuda crece, los recursos desaparecen, las obras se cancelan y la esperanza se agota. Ruth Contreras puede repetir los guiones de Palacio de Gobierno, pero los zacatecanos ya aprendieron a desconfiar de las cuentas alegres.

Porque como dice el dicho: “No hay peor mentira que la que se dice con números”. Y en Zacatecas, las cifras de la fallida nueva gobernanza son un espejismo que ya nadie cree.

Sobre la Firma

Periodista especializada en política y seguridad ciudadana.
claudia.valdesdiaz@gmail.com
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