miércoles, julio 16, 2025
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El Callejón de los 58 | Zacatecas, con acento checo

AURELIO GAITÁN

Hay gestos que, sin estridencias, abren caminos. Este martes, el alcalde Miguel Varela Pinedo encabezó una reunión estratégica con el embajador de la República Checa en México, Tomás Hart, que podría marcar un punto de inflexión en la proyección internacional de Zacatecas.

La reunión, acompañada por la jefa de misión adjunta Kamila Hrabakova y la diputada federal Noemí Luna Ayala, no fue sólo un intercambio diplomático: se trazó una ruta concreta de colaboración cultural, educativa y económica. Desde la firma de convenios para fortalecer el intercambio académico, hasta la posibilidad de inversión en la industria minera, la conversación no se quedó en el protocolo. Tuvo visión.

Y los primeros frutos ya tienen fecha: el 14 y 15 de noviembre, el prestigioso Janáček String Quartet ofrecerá una clase magistral y un concierto gratuito en la Plaza de Armas. Además, se organizará una exposición cultural y fotográfica como parte del Festival Cultural de la República Checa. En un estado donde la violencia ha erosionado espacios públicos, recuperar las plazas a través de la música es también una forma de resistencia.

En el ámbito académico se prevé impulsar programas educativos en colaboración con universidades privadas. Este mismo miércoles, Varela se reunirá con rectores para detallar los alcances del acuerdo. No es menor: el talento joven necesita nuevas rutas de movilidad y conocimiento.

El embajador Hart fue claro: “Es un gran placer conectar a las personas de México y República Checa a través de estos acuerdos”. Y Luna Ayala, por su parte, apuntaló la intención: generar condiciones para atraer inversión y construir paz, desde la cultura y el empleo.

En tiempos donde abundan los discursos vacíos, apostar por la diplomacia cultural como vía para el desarrollo local es un acierto. Zacatecas no puede vivir de su pasado glorioso: necesita alianzas, ideas frescas y ventanas abiertas al mundo.

Este encuentro es apenas el inicio, pero si la agenda no se diluye en la retórica, puede significar una oportunidad real. Porque internacionalizar a Zacatecas no es sólo ponerlo en el mapa, sino acercarle herramientas para crecer, aprender y respirar un poco más de futuro.

Obras entre baches y reflectores

El alcalde de Ojocaliente, Juan Manuel Zambrano, se dejó ver entre máquinas y cemento. A paso lento, pero constante, supervisó tres obras que, en el papel, prometen urbanización y desarrollo. En los hechos, siguen siendo gestos aislados que no alcanzan a corregir el rezago que carcome al municipio.

El encarpentamiento en el tramo La Capilla–Las Lajas aliviará una vía maltrecha, sí, pero no resuelve la conectividad deficiente ni los caminos de tierra que aún enlazan comunidades enteras con el olvido. Lo mismo ocurre en la calle lateral del Jardín Tomás Hernández, donde se colocan mil 146 metros cuadrados de pavimento hidráulico. Buena noticia, aunque mínima.

La obra en el Jardín Cándido Gaytán avanza al 75%. Son 736 metros cuadrados de concreto que buscan dignificar el espacio público. El esfuerzo se agradece.

Zambrano apuesta al cemento como estandarte de su administración. Pero los ojocalentenses no sólo pisan calles: caminan entre la inseguridad, la falta de agua, el desempleo y el abandono rural. Las obras son necesarias, sí, pero si no se acompañan de visión integral, sólo son maquillaje para el retrato de siempre.

Firma en spray

Lo detuvieron con la lata aún caliente. Tiene 17 años, los ojos nublados por el alcohol y las paredes llenas de rabia convertida en trazo. Fue en la colonia Francisco de los Herrera donde los municipales lo sorprendieron grafiteando una barda, como ya lo había hecho en Felipe Ángeles y otros rincones de la capital.

Su firma no era solo un seudónimo: era evidencia. Lo delató el estilo, la repetición, el grito encapsulado en pintura. El juez cívico no solo le impuso una multa: ordenó servicio comunitario y reparación del daño. Castigo ejemplar para un delito menor, dirán algunos. Pero aquí no se juzga sólo el acto, sino el símbolo: una ciudad donde la juventud encuentra en el aerosol la válvula de escape.

Lo que debería alarmar no es solo el grafiti, sino lo que refleja. ¿Qué lleva a un menor a emborracharse entre calles grises y muros abandonados? ¿Dónde está el arte urbano cuando no hay espacios legales ni políticas culturales que lo contengan? Castigar al muchacho es sencillo. Lo difícil —y urgente— es preguntarse qué hace el Estado para que pintar no sea un delito, sino una forma de expresión con cauce y sentido.

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