lunes, septiembre 15, 2025
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El Callejón de los 58 | Un informe desde el corazón de Jerez

AURELIO GAITÁN

En el Teatro Hinojosa, ese recinto que simboliza la grandeza cultural de Jerez, el presidente municipal Rodrigo Ureño Bañuelos rindió su primer informe de gobierno. El acto no fue solo un recuento administrativo, sino un mensaje claro: gobernar con cercanía y trabajo constante es posible cuando se entiende que la política debe responder a la vida diaria de la gente.

Ureño no eludió el papel de su familia, reconociendo a su esposa Estefana y a sus hijos como su principal motor. Pero de inmediato aterrizó en lo sustantivo: salud, apoyos alimentarios, programas para mujeres, asistencia a personas con discapacidad y atención a la niñez.

En un municipio donde los recursos siempre parecen insuficientes, garantizar medicamentos en los centros de salud no es un detalle menor, es un compromiso que toca la fibra más sensible de las familias.

En seguridad y protección civil, el alcalde agradeció a policías, bomberos y paramédicos, sin ocultar la necesidad del respaldo estatal y federal. La pacificación de Jerez no depende solo de un municipio, pero sí es cierto que la coordinación y el reconocimiento al esfuerzo local son un primer paso indispensable.

La cultura y el turismo ocuparon también un lugar central en el informe. La Feria de la Primavera, los festivales y las actividades artísticas no solo preservan la tradición, también dinamizan la economía local. Hablar de fiesta en Jerez es hablar de identidad y de oportunidades para comerciantes, artesanos y prestadores de servicios.

El alcalde se asumió con firmeza como “presidente del campo”, recordando su origen campesino y su compromiso con agricultores, ganaderos y apicultores. El mensaje fue claro: producir más y mejor, con caminos sacacosechas, bordos y apoyos directos que fortalezcan al medio rural. Aquí no hubo poses: hubo un recordatorio de que Jerez también se escribe con surcos y cosechas.

En servicios públicos, se destacó el alumbrado, la rehabilitación de baños en espacios deportivos y los trámites de doble nacionalidad para migrantes, recordando que la identidad binacional de miles de jerezanos es un recurso invaluable que merece respaldo.

La transparencia, subrayó Ureño, debe reflejarse en un manejo estratégico de los recursos: “con más dinero público lograremos más obra pública”, afirmó, dejando claro que la gestión seguirá siendo una prioridad.

El cierre fue sencillo, pero contundente: “Tal vez no seré el mejor para discursar, pero me esfuerzo siempre en ser el mejor para trabajar”. No hizo falta retórica elaborada: bastó con reafirmar que el servicio público no es oratoria sino entrega cotidiana.

En Jerez, Rodrigo Ureño presentó un informe que habló más de hechos que de promesas. Y aunque falta mucho por hacer, lo cierto es que el primer año deja la sensación de un gobierno con los pies en la tierra y la mirada puesta en el futuro.

Milpillas: entre el agua y la política

En Jiménez del Teúl la presa Milpillas sigue dividiendo a la comunidad. Este martes, colectivos como el Movimiento en Defensa del Territorio y el Río Atenco, la REMA y el Observatorio de Conflictos Mineros marcharon pacíficamente contra el proyecto. La CDHEZ acompañó la protesta y no reportó incidentes. Las consignas fueron claras: la presa representa despojo, desaparición del Río Atenco y un futuro de promesas incumplidas, como ya ocurrió en otros estados.

Los manifestantes aseguran que la obra carece de sustento técnico: el déficit hídrico regional es de 262.5 millones de metros cúbicos, mientras la presa solo aportaría 41. Aun así, el proyecto sigue incluido en el Plan Hídrico Nacional, como si bastara la narrativa del “progreso” para justificar el costo ambiental y social.

El alcalde Daniel Cisneros Esparza respondió con un discurso de respeto y neutralidad. Reconoció a los manifestantes sinceros, negó haber promovido la presa y defendió su derecho a escuchar a todos. Pero también lanzó críticas: acusó al PRI y Morena de politizar la protesta y a “pseudo organizaciones” de difamarlo en Atotonilco y Las Bocas. Dijo no haberse victimizado, aunque admitió presiones y campañas de desprestigio.

En un punto fue tajante: detrás del rechazo hay actores que ya vendieron sus tierras y ahora encubren su interés político bajo el disfraz de defensa del agua. También lamentó que la marcha no fuera apartidista y exigió una consulta ciudadana amplia, no limitada a los ejidatarios.

La tensión en torno a Milpillas crece porque cada parte defiende su verdad absoluta. De un lado, comunidades que temen el colapso de su río; del otro, autoridades que buscan no cargar con el costo político. Lo cierto es que el agua, ese recurso que debería unir, se convierte en campo de batalla.

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Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
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