AURELIO GAITÁN
Zacatecas se desangra en silencio. No por la violencia —esa herida vieja que no cierra—, sino por un colapso financiero que asfixia a los municipios y que amenaza con volverlos administraciones fantasmas: oficinas abiertas, sin presupuesto; nóminas pagadas, sin servicios que ofrecer.
Carlos Peña Badillo, dirigente estatal del PRI, lo dijo sin rodeos: los ayuntamientos sobreviven con lo mínimo. Las transferencias federales son cada vez más escasas, los programas que antes equilibraban la balanza —como el Ramo 33 y el 3×1 para migrantes— desaparecieron, y la Federación, en su centralismo arrogante, convirtió a los municipios en simples dependencias pagadoras de sueldos.
El resultado: gobiernos locales sin poder real, sin margen de maniobra y sin futuro.
Las consecuencias ya se sienten. Obras inconclusas, calles abandonadas, deudas crecientes con el IMSS, servicios colapsados.
Los alcaldes se ven obligados a escoger entre pagar la nómina o recoger la basura, entre iluminar una calle o comprar combustible para las patrullas. Y mientras tanto, la Secretaría del Bienestar retiene recursos con criterios opacos, usando el dinero público como herramienta política.
El delegado nacional del PRI, José Olvera, fue más lejos: el 80 por ciento de los municipios del país se encuentra en quiebra técnica. No es exageración, es diagnóstico. Los recortes al FAIS y otros fondos han hundido a los municipios rurales, esos que cargan con la pobreza estructural y hoy carecen hasta de lo básico: agua potable, caminos transitables, seguridad mínima.
El PRI propone una Reforma Fiscal y de Coordinación Hacendaria. No se trata solo de siglas partidistas: el país necesita devolver a los municipios la dignidad de gobernar, de decidir sobre sus recursos sin mendigar en ventanillas federales.
Porque la quiebra municipal no es un accidente: es el reflejo del desprecio del poder central por las comunidades. El gobierno federal presume estabilidad macroeconómica mientras los ayuntamientos agonizan, incapaces de atender siquiera la basura que se acumula frente a las casas.
Zacatecas, con su larga tradición de autogestión y esfuerzo local, no puede resignarse a ese destino. La crisis municipal no se resuelve con discursos ni giras presidenciales. Se satisface con respeto, con recursos y con una verdad incómoda: sin municipios fuertes, no hay país que aguante.
Jalpa emprende
En tiempos en que la economía local parece sobrevivir más que crecer, Jalpa decidió apostar por la capacitación como motor de desarrollo. El ciclo de conferencias “Impulso Empresarial 2025” abrió sus puertas con una convocatoria ejemplar: comerciantes, emprendedores y estudiantes se reunieron para escuchar ideas, estrategias y testimonios que apuntan a un mismo fin —generar prosperidad desde el trabajo propio.
El evento, organizado por la Dirección de Desarrollo Económico y Social en colaboración con Canacintra Zacatecas, fue inaugurado por el alcalde Olegario Viramontes y el presidente de Canacintra, José Enrique Guerrero Cervantes. Ambos coincidieron en que el futuro de los municipios no depende solo del presupuesto público, sino del talento que cada comunidad es capaz de formar.
Ponentes como Wilber Roberto De León, Jorge Cristerna, Simitrio Quezada y Janeth del Río ofrecieron herramientas para enfrentar los desafíos del mercado con creatividad y liderazgo. Uno de los momentos más recordados fue la charla “Todo importa, pero no todo importa igual”, que invitó a priorizar, decidir y actuar con enfoque.
Con la participación de instituciones educativas como la Prepa Jalpa y el campus local de la UAZ, el encuentro se convirtió en un laboratorio de ideas frescas. Jalpa, con esta iniciativa, demuestra que el verdadero desarrollo no se decreta: se impulsa con conocimiento, colaboración y confianza en la capacidad de su gente.
Turismo con raíz
En Sombrerete, el turismo dejó de verse solo como una fuente de ingresos para asumirse como una forma de identidad. Estudiantes de educación media superior participaron en la capacitación “Cultura turística”, impartida por la docente e investigadora Paola Genoveva Galicia García, de la Unidad Académica de Historia de la UAZ.
El programa, resultado de la colaboración entre la UAZ, la Secretaría de Turismo y el Ayuntamiento de Sombrerete, buscó algo más profundo que enseñar a “atender bien al visitante”: formar jóvenes conscientes del valor cultural de su comunidad y de la necesidad de preservarlo.
Durante las sesiones, se reflexionó sobre el turismo responsable, el equilibrio entre hospitalidad y autenticidad, y la importancia de que los pueblos mágicos no se conviertan en escenografías para el consumo.
Sombrerete, con su historia minera y su belleza intacta, tiene la oportunidad de demostrar que el verdadero turismo no vende raíces: las honra y las comparte.
Sobre la Firma
Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
aureliogaitan58@gmail.com
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