AURELIO GAITÁN
Este sábado, la Fiscalía General de Justicia de Zacatecas reventó dos hoteles en pleno centro de Fresnillo. En “El Morales” y “El Primavera” detuvo a 16 personas acusadas de trata y liberó a 17 mujeres víctimas, una de ellas extranjera. El operativo, encabezado por el fiscal Cristian Paul Camacho, fue un golpe certero a la delincuencia. Pero también dejó al descubierto otra realidad incómoda: el silencio del gobierno municipal.
El alcalde Javier Torres Rodríguez, quien presume estar cerca de la gente, parece haber estado muy lejos de lo que ocurría frente a sus narices. No hablamos de moteles escondidos en carreteras polvorientas, sino de establecimientos en avenidas céntricas, donde cualquiera podía notar el ir y venir sospechoso. Este mismo año, incluso, el Departamento de Sanidad Municipal visitó uno de los hoteles para dar pláticas… y nunca reportó irregularidad alguna.
¿Cómo se explica que la autoridad municipal no detectara nada? ¿Cómo se tolera que en pleno corazón de Fresnillo operen redes de explotación sexual sin que nadie del ayuntamiento actúe? La trata no se oculta fácilmente: requiere complicidades, tolerancias y, en no pocos casos, protección.
La fiscalía actuó gracias a denuncias ciudadanas, no por inteligencia municipal. Y esa es quizá la parte más dolorosa: fueron los vecinos quienes pusieron rostro al delito, mientras el ayuntamiento miraba hacia otro lado.
Hoy, 17 mujeres están a salvo y 16 presuntos tratantes enfrentarán la justicia. Pero la pregunta sigue abierta: ¿cuántos más operan aún en Fresnillo bajo la indiferencia oficial? La trata no se combate con discursos, ni con pláticas de escritorio: se enfrenta con vigilancia, coordinación y voluntad política.
El operativo de este sábado exhibió no solo a una red criminal, sino también a un gobierno municipal que resultó ciego, sordo y, por lo visto, mudo.
Cuando el río habla
Las lluvias del fin de semana recordaron lo frágil que puede ser la vida en los municipios del sur de Zacatecas. En Apozol, la emblemática Rivera Caxcana quedó bajo el agua; en Moyahua, la zona de Guayabitos registró un metro de inundación en apenas dos horas, arrastrando árboles, postes y hasta transformadores.
El titular de Protección Civil de Moyahua narró con crudeza la escena: “el agua venía con tanta fuerza que se llevó lo que encontraba a su paso”. A pesar de los llamados constantes, la población insiste en cruzar ríos crecidos o, peor aún, convertir la tragedia potencial en paseo dominical. Una inconsciencia peligrosa que multiplica los riesgos cuando la naturaleza muestra su furia.
En Apozol, la alcaldesa Gabriela Arellano confirmó que el río Juchipila se encuentra al 90% de su capacidad. Los balnearios de aguas termales —orgullo turístico de la región— quedaron inundados, mientras las autoridades intentan contener no solo el caudal, sino también la incertidumbre de quienes viven del turismo.
El sur del estado enfrenta un dilema: ¿cómo convivir con la riqueza natural de sus ríos sin que cada temporada de lluvias se convierta en amenaza? La respuesta no puede reducirse a boletines de advertencia. Se requieren planes integrales de protección civil, infraestructura resiliente y, sobre todo, una ciudadanía consciente de que la imprudencia personal puede costar vidas.
Las aguas del Juchipila y de la sierra seguirán bajando con fuerza en los próximos días. El riesgo no termina con el cese momentáneo de la lluvia. Si algo nos enseñan estas crecidas es que el desastre no es solo producto de la naturaleza, sino de la desatención y la falta de previsión.
Cuando el río habla, lo hace con estruendo. Y si no escuchamos, la próxima inundación será también una tragedia anunciada.
Naranja en Monte Escobedo y Susticacán
Movimiento Ciudadano realizó este fin de semana la toma de protesta de sus Coordinaciones Operativas Municipales en Monte Escobedo y Susticacán. Con discursos sobre cercanía, honestidad y compromiso ciudadano, la fuerza naranja aseguró que sigue creciendo en Zacatecas.
En Monte Escobedo rindió protesta como coordinador Andrés Eduardo del Real Ulloa, acompañado de Beatriz Márquez y Ma. del Consuelo Gómez en acuerdos y finanzas. En Susticacán, Jorge Cuahutle asumió la coordinación municipal junto a un equipo que prometió transformar la vida pública desde lo local.
El mensaje del acto fue claro: “una nueva forma de hacer política”. El coordinador estatal, Juan del Real, habló de consolidar “el mejor Zacatecas de la historia”, mientras Teresa Villegas felicitó a los nuevos liderazgos y Óscar Ortiz celebró la expansión territorial.
Pero detrás del entusiasmo, surge la duda inevitable: ¿qué tan distinta será realmente esta “nueva política”? En un estado golpeado por la inseguridad y el abandono institucional, las frases de inclusión y transparencia suenan bien, aunque repiten el libreto de todos los partidos.
Monte Escobedo y Susticacán ya tienen nuevas estructuras partidistas. Ahora falta lo más difícil: demostrar que la política naranja no es más de lo mismo con otro color.
Sobre la Firma
Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
aureliogaitan58@gmail.com
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