lunes, agosto 25, 2025
HomeAurelio GaitánEl Callejón de los 58 | El agua que desnuda descuidos

El Callejón de los 58 | El agua que desnuda descuidos

AURELIO GAITÁN

La lluvia volvió a desnudar lo que Jerez arrastra desde hace años: un sistema urbano frágil, mal planificado y, sobre todo, descuidado. La Coordinación Municipal de Protección Civil y Bomberos, en conjunto con Parques y Jardines, hizo lo que le corresponde: atender emergencias, rescatar a personas y hasta salvar animales. Pero el verdadero diluvio no cae del cielo, sino de la basura que tapona alcantarillas y la negligencia que convierte cada tormenta en tragedia anunciada.

En la colonia Del Valle un encharcamiento puso en alerta a familias enteras. En Frentes Populares, dos viviendas terminaron con agua adentro porque las alcantarillas estaban cubiertas de desechos. No fue el cielo quien colapsó: fue la costumbre de tirar bolsas en la calle, la indiferencia de autoridades que no previenen y la irresponsabilidad ciudadana que no entiende que la basura regresa como búmeran.

La tormenta también arrancó dos árboles de gran tamaño y partió ramas que bloquearon calles. El colapso de una fachada en la calle Libertad dejó un vehículo afectado y un recordatorio brutal: estacionar cerca de muros viejos o árboles enfermos es jugar a la ruleta rusa. No es casualidad, es consecuencia.

Hubo rescates que hablan del temple de los cuerpos de emergencia: una motocicleta arrastrada por la corriente en Camino a Jomulquillo, dos tripulantes salvados a tiempo. Un perro y un gato rescatados de entre escombros tras la caída de un árbol. Historias mínimas que revelan el rostro humano de quienes se juegan la vida bajo el agua mientras otros apenas se asoman por la ventana para mirar.

Las recomendaciones son las de siempre: no tirar basura, evitar estacionar bajo árboles, no cruzar corrientes. Reglas elementales que, sin embargo, cada año parecen olvidarse. Porque no es la naturaleza la que colapsa nuestras calles: es la negligencia compartida entre ciudadanía y gobierno.

El municipio se mantiene en Alerta Amarilla. Las lluvias continuarán, y lo peor es que nadie puede asegurar que la próxima tormenta no cobre vidas. La autoridad pide paciencia; la ciudadanía exige prevención. El agua seguirá cayendo. Lo que no debería seguir cayendo es la responsabilidad en el mismo hoyo negro de siempre: la desidia.

La ambulancia desvielada

La autopista Osiris se ha convertido en un campo de batalla para paramédicos que trabajan con las uñas. El desgaste no es solo físico: es también humano y económico. A ellos les toca, casi siempre, la primera respuesta en accidentes que involucran a municipios como Cuauhtémoc, Genaro Codina, Ojocaliente y Guadalupe. La consigna es salvar vidas, aunque las herramientas sean precarias.

Durante meses, una ambulancia desvielada simbolizó la fragilidad del sistema. “Esos motores son muy malos, gastamos cientos de miles en repararla”, confiesa el alcalde de Ciudad Cuauhtémoc, Francisco Arcos. La carga excesiva de trabajo no admite pausas, y la frustración se acumula cuando los equipos se quedan cortos frente a la magnitud del riesgo. La autopista traga horas, energía y, en ocasiones, esperanzas.

La buena noticia rompe el tono: en ocho días llegará una ambulancia nueva. No solo es un vehículo de traslado, también un equipo de rescate con potencia en motor y carrocería. La esperanza rueda sobre cuatro llantas, aunque todavía falte todo lo demás: presupuesto estable, reconocimiento laboral y planeación regional para no dejar la responsabilidad en un solo cuerpo de emergencia.

Porque salvar vidas no debería depender de milagros mecánicos, sino de un Estado que funcione.

La dignidad empieza en el mercado

En Juchipila, el corazón del mercado late entre puestos de frutas, cazuelas humeantes y voces que pregonan ofertas. Allí, donde la vida cotidiana se condensa en un callejón de olores y colores, el Ayuntamiento 2024-2027 ha iniciado un esfuerzo por devolver dignidad al espacio público: limpieza, orden y prevención.

Hoy, el pasillo central brillaba distinto. No es un lujo, es una necesidad: mantener la higiene en los sitios donde circulan alimentos es cuidar la salud de quienes sostienen la economía local. Pero el reto no termina con un barrido ocasional. El verdadero desafío está en sostener la cultura del cuidado, en lograr que locatarios y autoridades se conviertan en aliados.

La invitación municipal es clara: mantener cada puesto limpio, cada esquina libre de plagas, cada mesa lista para recibir a las familias. Porque un mercado digno no solo es más seguro; también se convierte en símbolo de identidad y orgullo comunitario.

En los próximos días llegará la fumigación, pero lo que realmente hará la diferencia será el compromiso de quienes trabajan y compran allí. La limpieza no debería ser noticia, sino rutina. Y en Juchipila, ese simple acto puede marcar la frontera entre el descuido y la esperanza.

Sobre la Firma

Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
aureliogaitan58@gmail.com
BIO completa

Últimas Noticias