martes, agosto 5, 2025
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El Callejón de los 58 | Cañitas toca la puerta del futuro

AURELIO GAITÁN

En la trinchera discreta de la gestión pública, a veces ocurre lo improbable: un alcalde que no espera sentado. Desde la Ciudad de México, Oswaldo Sabag Hamadani, presidente municipal de Cañitas de Felipe Pescador, mueve piezas por una causa urgente: empleo digno y duradero para su gente.

“Trabajamos 24/7 los 365 días del año”, publicó Sabag, mientras negociaba con directivos de Fermaca Dreams —Manuel Calvillo Gándara y Antonio Flores— la posible llegada de esta empresa al semidesierto zacatecano. No se trata de promesas huecas: Fermaca acaba de anunciar una inversión de tres mil 700 millones de dólares para levantar en Durango dos complejos industriales de alta tecnología. La expectativa es clara: miles de empleos, infraestructura energética propia y una apuesta seria por la soberanía alimentaria.

Aunque los proyectos actuales se anclan en la Comarca Lagunera y la capital duranguense, el alcalde Sabag busca colocar a Cañitas en ese mapa de futuro. Su intención: atraer una sede, una planta, una unidad, lo que sea que abra oportunidades donde hoy sólo hay carencias.

En tiempos de discursos ruidosos y acciones nulas, el gesto importa. Que un municipio pequeño aspire a vincularse con un gigante de la industria tecnológica y agroquímica no es simple ocurrencia: es visión.

Falta mucho camino, pero este primer paso —negociar, tocar puertas, insistir— habla de una política que no se conforma. Porque si Durango ya “sueña en grande”, como dijo su gobernador Esteban Villegas Villarreal, Cañitas al menos se atreve a soñar. Y eso, en Zacatecas, ya es noticia.

El abono del abandono

En Tepechitlán, el campo no espera discursos: necesita fertilizante. Y desde este 4 de agosto, los productores tienen una oportunidad concreta. Ya está abierta la convocatoria para el nuevo ingreso al Programa de Fertilizantes 2025 del estado de Zacatecas, un esfuerzo que, si bien no resuelve todos los rezagos, alivia una parte del gasto que año con año erosiona el bolsillo del agricultor.

La recepción de documentos será en las oficinas del Centro de Apoyo al Desarrollo Rural (Cader) Tepechitlán, y los requisitos son los de siempre: INE, CURP, comprobante de domicilio, y un documento que acredite la tenencia de la tierra. Nada del otro mundo, pero tampoco accesible si no se cuenta con papeles en regla, lo que sigue dejando fuera a muchos que trabajan la tierra sin certeza jurídica.

El fertilizante gratuito no sustituye una política agropecuaria integral, pero en la sierra de Tepechitlán, donde el maíz sigue siendo subsistencia más que negocio, cada costal entregado significa menos deuda, menos desesperación.

En tiempos donde se presume la soberanía alimentaria en los foros nacionales, conviene mirar este programa no como dádiva, sino como piso mínimo. Porque donde falta el abono, sobra el olvido. Y el campo zacatecano no puede seguir sobreviviendo solo de promesas.

Una calle, muchas ausencias

En Loreto, el concreto también puede ser discurso. Esta semana, el alcalde Antonio Tiscareño de Anda dio el banderazo de inicio a una obra de pavimentación en la calle José María Rodríguez. Se trata de 601 metros cuadrados de concreto hidráulico, 410 de banquetas y 136 de guarniciones. El beneficio, dicen, alcanzará a 16 núcleos familiares.

Los números son claros. También lo es la intención política: mostrar acción. Pero cabe preguntarse si una obra de tal escala —más pequeña que una cancha de fútbol— amerita tanto protocolo, tanto boletín y tanto aplauso institucional. ¿Es esto lo que debe celebrarse en un municipio con más de 45 mil habitantes y múltiples carencias estructurales?

Sí, pavimentar mejora la movilidad y aporta dignidad urbana. Nadie lo niega. Pero también convendría hablar con franqueza: estamos ante una acción menor financiada con recursos del Repuve, un fondo federal que, por su naturaleza, busca efectos colectivos. Aquí, el beneficio se reduce a una cuadra y unas cuantas familias, lo que deja claro el rezago de fondo: obras pequeñas para problemas grandes.

El agradecimiento de los vecinos es legítimo. Pero no debe convertirse en anestesia frente a lo que falta: agua potable constante, alumbrado público funcional, vialidades sin baches en zonas escolares, por nombrar lo urgente.

Mientras se presume esta pavimentación, hay comunidades donde ni siquiera hay empedrado. Por eso conviene matizar el entusiasmo: las banquetas no son progreso si al doblar la esquina vuelve el polvo, el lodo y el olvido.

Loreto necesita obras, sí. Pero también necesita visión. Y eso, hasta ahora, no se ve en metros cúbicos.

Sobre la Firma

Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
aureliogaitan58@gmail.com
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