viernes, agosto 8, 2025
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El Callejón de los 58 | Ambulantaje a la vista

AURELIO GAITÁN

El Festival Zacatecas del Folclor Internacional debía ser una fiesta. Lo fue, pero para unos pocos. Los comerciantes del Centro Histórico, que en otros años celebraban con 30% más ventas, este verano registraron caídas de hasta 20%. El motivo, dicen, no fue la falta de gente, sino la invasión del ambulantaje.

Calles patrimoniales, antes escaparate del turismo, se convirtieron en un mercado improvisado: sombrillas, tanques de gas, toldos y puestos que bloqueaban la vista y, en algunos casos, la entrada de los negocios establecidos. “Fue una invasión horrible”, denunció Lourdes Velasco, representante de Comerciantes Unidos del Centro Histórico. El adjetivo no es gratuito: callejones saturados desde el Jardín Independencia hasta los portales de Rosales y de las Flores.

El alcalde, Miguel Varela Pinedo, aseguró que solo entregó 35 permisos. Pero los comerciantes cuentan otra historia. Afirman que la promesa de reubicar a los vendedores en la periferia —con un compromiso escrito en “un pedazo de hoja, sin firmas”— carece de formalidad y credibilidad. Si algo caracteriza a la autoridad zacatecana, es su capacidad para convertir acuerdos en papel mojado.

El problema no es menor. Los negocios establecidos pagan impuestos, generan empleo y sostienen, con su actividad, buena parte del atractivo urbano. Sin embargo, año tras año ven cómo se les orilla a competir en desigualdad: sin difusión, sin apoyo logístico, sin estrategias para que los visitantes lleguen a sus puertas. Este año, ni siquiera hubo una campaña para orientar a los turistas.

El festival, además, perdió brillo. Según Velasco, no alcanzó el nivel internacional que lo distinguía. Aun así, el gobierno de Zacatecas de David Monreal Ávila presumió cifras: 120 mil visitantes, 250 actividades y más de 80 presentaciones artísticas. El entusiasmo oficial contrasta con la experiencia de quienes atienden la caja registradora: “Seguro nomás vinieron de entrada por salida, porque con nosotros no estuvieron”, dijo la líder de comerciantes.

El desencuentro entre el discurso político y la realidad económica es una vieja costumbre en Zacatecas. En esta ocasión, la postal fue especialmente desafortunada: turistas que no podían tomarse una foto por la saturación de vendedores; calles donde el riesgo de un tanque de gas mal asegurado estaba a la vista; y un centro que, en lugar de mostrar su esplendor colonial, ofrecía un espectáculo de caos y desorden.

Lo más grave es el efecto acumulativo. Un visitante decepcionado no regresa. Y peor aún: no recomienda. La economía del Centro Histórico no se sostiene con eventos aislados, sino con una estrategia de largo plazo que equilibre cultura, turismo y comercio formal. Hoy no existe.

Mientras la autoridad celebra cifras alegres y presume la “limpieza” de la ciudad, los comerciantes cuentan pérdidas y evalúan cierres. Entre la retórica y el balance final, hay una distancia que no se cubre con mariachis ni orquestas: se cubre con planeación, orden y voluntad política. Todo lo que el folclor de este año dejó en evidencia que nos sigue faltando.

Fachadas neutrales

En política, el color no es solo cuestión de pintura: es símbolo, es territorio y, muchas veces, es marca registrada. Por eso, cuando el alcalde, Olegario Viramontes, anunció que el Palacio Municipal de Japa dejará atrás cualquier tonalidad partidista para vestirse de un neutro sobrio, el gesto pareció más que un cambio estético: fue una declaración de intenciones.

La remodelación de la fachada y la explanada, así como la iluminación del Kiosco Municipal, buscan rescatar la dignidad de un espacio que, durante años, ha sido más escenario de discursos que de convivencia ciudadana. Ahora, la promesa es que las nuevas luminarias cubrirán el palacio con luces distintas según la temporada: del rojo y verde de diciembre al morado de marzo. Un juego de colores para celebrar la pluralidad, dicen.

El proyecto, que aún debe pasar por Cabildo, plantea una pregunta de fondo: ¿podrá un cambio de imagen devolver la cercanía entre el gobierno y la gente? Porque las plazas pueden brillar, pero si no se llenan de vida, la luz se queda en pura decoración. Y en Zacatecas sabemos, más que fachadas nuevas, lo que urge son espacios donde la comunidad se reconozca y se escuche.

Sobre la Firma

Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
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