GILDA MONTAÑO HUMPHREY
Cómo he pensado con gran tristeza y preocupación, la situación tan difícil en la que se encuentra el país entero, mi nación adorada, México, en este momento de vida. En este sentido, el haber estudiado periodismo y comunicación social en la universidad más importante y prestigiada de América Latina, la UNAM y después una maestría en lo mismo, no ha tenido un buen término, si ya no puedo decir lo que pienso. ¿Para qué?, me pregunto.
Ya no se le permite a ningún periodista mexicano hacer algo más que cuestionarse los hechos y guardarlos en la memoria. Porque si los escribe, las consecuencias pueden ser fatales. ‘A la cárcel irás’, le advierten.
Sin embargo, no dejo de pensar en lo que las ciencias sociales pueden contribuir, como el decirle a la gente lo que piensa la demás gente, y crear así una certera opinión pública. Esto no es cuestión de democracia. Simplemente, de sentido común.
En la Comunicación Social debe tenerse una claridad en el proyecto político, porque sin ésta, resulta imposible hacerla. Sería difusa y equívoca. Necesitamos una comunicación social que difunda ese proyecto.
Habremos de traducir el proyecto político en términos comunicacionales con tres propósitos: Que se conozca lo que se hace, que se acepte como bueno y bien hecho, y que se entienda la lógica de las decisiones. La comunicación es un componente fundamental de la estrategia de gobierno para transmitir y consolidar su proyecto político.
Para que esto funcione correctamente, habrá que saber cuál es nuestro contexto para así poder comunicarnos. En el primero, debemos tener una lectura precisa del entorno, la caracterización del momento. Pero es el comunicador que busca saber cuál es la estructura social y cómo interpretarla. Tener el conocimiento puntual de las políticas públicas del gobierno, con sus respectivos programas y proyectos.
¿Quién es el comunicador? El que pronuncia el mensaje, lo articula, lo desarrolla, para luego transmitirlo. Con personalidad y cualificación personal. Tiene que ser congruente con el diseño, contenido y forma del mensaje. Su cualificación personal debe ser su trayectoria, estilo de trabajo, pero más que nada, su formación académica.
Es tan importante que la gente empate con quien da el discurso, y se sienta tan como él… que habrá que vigilar su apariencia, su vestimenta y cuidar su imagen. Proyectar sus valores. Hacerlo que pueda hablar delante de las cámaras, con una voz modulada y un lenguaje corporal que sea acertado. Que tenga carisma.
El viejo refrán decía que una imagen vale más que mil palabas. Así pues, el comunicador debe proyectar tres características: credibilidad; preparación y consenso. Es decir que sea aceptado por su congruencia, constancia, confianza, formación, responsabilidad, profesionalismo y liderazgo.
Como sabemos, existen muchas alternativas de transmisión, como los boletines, páginas web, redes sociales, declaraciones, discursos, entrevistas, artículos, radio, TV, cadenas nacionales.
Cada una de las acciones o programas que se desarrollan en la administración de cualquier gobierno, tienen la perspectiva de mantener en la ciudadanía las costumbres y tradiciones promoviendo los valores éticos y sociales con enfoque de género, para una mejor convivencia, celebrando la condición de (ayuntamiento, Estado o República), con logros en la prevención del delito, la educación, la seguridad alimentaria y social, la modernidad, los servicios públicos y el crecimiento, con un imagen urbana integral atractiva para vivir y trabajar con un mejor nivel económico, educativo y cultural al reducir la desigualdad entre los mexicanos.
Hay que tomar en cuenta que una buena política debe contemplar: tener presencia en el espacio público, brindar información clara, diseñar mensajes efectivos, emplear formatos adecuados, garantizar una amplia difusión, actuar con transparencia y, por supuesto, apoyar a los periodistas —y no mantenerlos bajo jaque—
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