jueves, octubre 2, 2025
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La Casa de los Perros | Amalia: el regreso de la brújula

CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ

En política, como en el campo, hay años de siembra y años de barbecho. Y en Zacatecas, tras casi dos décadas de sequía institucional, resurge una voz que alguna vez trazó rumbo y que hoy, frente a la ruina morenista del todavía inquilino de La Casa de los Perros, vuelve a decir: aquí estoy.

Amalia García Medina, exgobernadora y ahora senadora, volvió a su tierra para rendir cuentas y, de paso, recordarle a la clase política que no todo ha sido desdicha ni claudicación.

Porque la verdad es esta: ni Miguel Alonso Reyes, ni Alejandro Tello Cristerna, y mucho menos David Monreal Ávila entendieron el camino que ella había marcado. Se desviaron en la soberbia, la inercia y la corrupción.

Por eso Zacatecas está hundido en la violencia, la desesperanza y la falta de rumbo. La brújula se perdió. Y ahora, en un acto que no es nostalgia, sino advertencia, Amalia regresa al escenario con propuestas, con voz firme y con un diagnóstico que, guste o no, pocos políticos en este estado se atreven a dar con la misma claridad.

Su informe legislativo en el Museo Manuel Felguérez no fue la clásica pasarela de autoelogios que tanto hastía a los ciudadanos. No hubo autobombo ni acarreados en masa. Hubo, en cambio, un discurso que tocó fibras: el llamado a construir un Sistema Nacional de Cuidados, justicia para las madres buscadoras, respaldo a los migrantes, defensa de los organismos autónomos y un Estado de Bienestar que ponga en el centro a las personas, no a los intereses de partido.

“Los cuidados son la política pública más importante del Siglo XXI”, dijo. Y ahí está la diferencia: mientras el gobierno local se consume en pleitos de facciones y reparto de cuotas, ella habla de lo que sostiene la vida misma.

La senadora no rehuyó a los temas incómodos. Habló de impunidad —ese cáncer que cubre el 96% de los delitos en México—, de la urgencia de una reforma judicial de fondo y no la que desde Palacio se pretende imponer para someter a jueces y fiscales. Señaló que un país sin justicia es un país condenado. Y aquí, en Zacatecas, lo sabemos de sobra: basta salir a la calle para constatarlo.

Recordó también la lucha feminista que desde la UAZ logró sentar en el banquillo a un exrector acusado de abuso sexual infantil. Ese reconocimiento no fue gratuito ni oportunista. Fue un recordatorio de que la política no debe estar divorciada de la voz ciudadana, y de que las mujeres de Zacatecas han abierto caminos que los gobiernos machistas se han empeñado en cerrar.

En materia de migración, Amalia levantó la bandera que siempre la ha distinguido: “ningún ser humano es ilegal”. Reivindicó a quienes sostienen a Zacatecas desde el otro lado de la frontera, defendió sus remesas de intentos de depredación fiscal y exigió que la pensión para adultos mayores incluya a quienes viven fuera del país. Frente a un gobierno estatal que ha sido incapaz de tender puentes con la diáspora, sus palabras encontraron eco.

Tocó, además, un tema espinoso: la militarización de la seguridad. Mientras en Morena se aplaude la subordinación de la Guardia Nacional a las Fuerzas Armadas, ella advirtió que ese camino conduce a más abusos y menos soluciones. Lo dijo con claridad: la seguridad se construye con inteligencia, con investigación científica y con perspectiva de derechos humanos, no con bayonetas ni cuarteles.

En su mensaje también defendió la democracia, esa que hoy en Zacatecas se quiere poner de rodillas al asfixiar presupuestalmente al IEEZ. Recordó que organismos como el INAI y el Coneval fueron conquistas ciudadanas, no botín para gobiernos de turno. Debilitar esos contrapesos, subrayó, ha sido un retroceso inaceptable.

Lo más significativo es que Amalia habló de futuro. De la Agenda 2030 como brújula, de la minería que debe traducirse en bienestar comunitario, de un campo que requiere subsidios y no dádivas electorales. Habló de un país que puede ser sostenible, incluyente y en paz. En tiempos donde la política local se reduce a pleitos intestinos por candidaturas, escucharla fue como abrir las ventanas de una casa enmohecida: entró aire.

Y aquí el contraste: mientras David Monreal se victimiza diciendo que no hay dinero ni para pagar nóminas, mientras su administración naufraga entre el miedo y el reparto de favores, Amalia presenta propuestas concretas, viables, con visión de Estado. No se trata de idealizarla ni de olvidar sus errores, pero sí de reconocer que en un Zacatecas donde la esperanza se marchitó, ella aparece de nuevo como referente de rumbo.

En esta tierra, donde los Monreal sembraron soberbia y cosecharon desastre, la política necesita brújula. Y esa brújula, nos guste o no, ya tiene nombre y apellido.

Porque cuando la historia se escriba, quedará claro que hubo quienes desviaron al estado hacia el abismo y quienes, pese a todo, insistieron en mostrar el camino.

Sobre la Firma

Periodista especializada en política y seguridad ciudadana.
claudia.valdesdiaz@gmail.com
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