CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Cuando hasta el árbitro deja de cobrar su salario, el juego democrático está perdido antes de empezar. En Zacatecas, el Instituto Electoral del Estado (IEEZ) agoniza en lo financiero: sus 94 trabajadores fueron notificados que la segunda quincena de septiembre no hay dinero para pagarles, y que lo que resta del año pinta igual de oscuro. Desde consejeros hasta secretarias, desde archivistas hasta choferes, todos enfrentan la incertidumbre de quedarse sin sueldo, sin aguinaldo y sin respuestas.
No es un problema menor. Es el síntoma de un Estado que ha decidido dinamitar a su propio árbitro electoral en la antesala de los comicios de 2027. ¿Cómo se asegura imparcialidad, certeza y legalidad si el organismo encargado de vigilar las elecciones no puede ni pagar la luz? El riesgo no es administrativo: es político, y de alto voltaje.
El IEEZ había solicitado este año 88.2 millones de pesos para operar con lo mínimo. El Congreso, fiel al Ejecutivo, solo autorizó 30.09 millones: un recorte brutal del 65.9 por ciento. Con eso, apenas alcanzó para cubrir las primeras quincenas. Hoy, la nómina está en el aire y las actividades sustantivas del organismo paralizadas.
El todavía inquilino de La Casa de los Perros, con la frialdad de quien gobierna con consignas y no con visión, respondió que no habrá “ni un centavo más”. Acusó al IEEZ de no transparentar su gasto y de tener una nómina inflada. La realidad, documentada en un comunicado oficial, lo desmiente: la plantilla de personal es menor que en años anteriores y se han aplicado recortes draconianos en combustibles, papelería, tóner, viáticos y comunicación social. La austeridad no solo llegó: asfixió.
La consecuencia es demoledora: actividades clave se cancelaron o están en riesgo. Siete elecciones escolares en municipios, concursos de cuento y debate para estudiantes, foros y conferencias sobre democracia, talleres de paridad de género, certificaciones de la Oficialía Electoral y atención a denuncias por violencia política de género. Todo quedó en pausa. Todo, porque el gobierno decidió doblar al árbitro.
El mensaje es claro: en Zacatecas, se apuesta por debilitar al IEEZ para controlarlo o, de plano, desaparecerlo, como ya sugirió el propio gobernador al alinearse con la narrativa de que los Organismos Públicos Locales Electorales (OPLE) son innecesarios y que el INE puede absorberlo todo.
La presidenta del INE, Guadalupe Taddei, no tardó en encender la alarma: Zacatecas está entre los cuatro estados con mayor riesgo presupuestal, junto a Nayarit, San Luis Potosí y Veracruz.
No es casualidad. Nueve de los 10 estados con más problemas financieros en sus órganos electorales están gobernados por Morena. La estrategia es transparente en su opacidad: si no puedes ganar limpiamente, controla al árbitro. Si no puedes desaparecerlo, ahógalo en la miseria.
La paradoja duele: en el discurso oficial se presume que Zacatecas vive un momento de salud financiera como nunca, con cuentas en orden y programas sociales en expansión. Pero en esa abundancia ficticia, no hay recursos para el órgano que debe garantizar la limpieza de las elecciones de 2027. Para los amigos y operadores del régimen sí hay apoyos, para la democracia, no.
En este contexto, el IEEZ sufre lo que el pueblo zacatecano ya padece: precariedad disfrazada de austeridad, abandono pintado de disciplina. La narrativa es la misma: “no hay dinero”, aunque los gastos superfluos del gobierno siguen floreciendo y la nómina dorada de la nueva gobernanza no se toca ni con el pétalo de un recorte.
Lo grave no es solo que los trabajadores del instituto se queden sin sueldo. Lo grave es que se está construyendo un terreno minado para las elecciones venideras. Un árbitro debilitado es un árbitro manipulable. Y un árbitro manipulable es el sueño húmedo de cualquier gobierno que sabe que en las urnas ya no tiene la confianza de la gente.
Porque aquí lo central no es la administración de un presupuesto: es la voluntad política de garantizar o no un proceso electoral confiable. Y la decisión de David Monreal ha sido tajante: estrangular al IEEZ.
El boletín del organismo lo dice con un tono institucional, casi suplicante: “confiamos en la sensibilidad del Ejecutivo”. Pero esa sensibilidad no existe. Lo que existe es una estrategia calculada para mantener bajo control el terreno electoral. Lo que existe es el desprecio hacia la legalidad y hacia los derechos laborales de casi cien familias que dependen de su salario.
En un Zacatecas con heridas abiertas por la violencia, con la economía colapsada y con la esperanza social en terapia intensiva, lo único que quedaba en pie era la posibilidad de un proceso electoral limpio. Hoy, hasta eso tambalea.
El gobernador asegura que su prioridad son los programas sociales. Pero nadie come democracia, dirán sus defensores. Y, sin embargo, es precisamente la democracia la que debería garantizar que los recursos públicos lleguen donde más se necesitan. Matar al árbitro es condenar al pueblo a seguir bajo el yugo de quienes usan la pobreza como clientela.
No hay que engañarse: el IEEZ no es perfecto. Tiene historias de ineficiencia y complicidades, como todos los órganos de este tipo en el país. Pero una cosa es exigirle cuentas y otra muy distinta es negarle el oxígeno para cumplir su labor. Lo primero es responsabilidad ciudadana; lo segundo es un crimen político.
Y así, en la antesala del 2027, Zacatecas llega con un árbitro cojo, debilitado, sin quincena y con la amenaza latente de que, si no se disciplina, se le acaba de una vez por todas. No es austeridad: es un golpe bajo a la democracia.
Porque ya se sabe: cuando el que reparte las cartas también decide cuánto cobran los crupieres, el juego está arreglado desde antes de empezar.
Sobre la Firma
Periodista especializada en política y seguridad ciudadana.
claudia.valdesdiaz@gmail.com
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