miércoles, septiembre 3, 2025
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El punk zacatecano tiene historia

GABRIELA ÁLVAREZ MÁYNEZ

Hace muchos años, en los 90´s, acudí a un evento de la semana cultural. Una banda de rock zacatecana se presentaba en la plaza de armas. La Orquídea Polterwinter tocaba sus canciones y un grupo de jóvenes disfrutamos de letras punk enfrentando al sistema, cantando ideas que salían de la mente del vocalista Fernando Domínguez, mejor conocido como el Racla.

Esa primera impresión me emocionó, pues no tenía la experiencia de acudir a muchos conciertos. La emoción de los asistentes y la energía que la banda transmitía era genial. Escuché por primera vez “El desfile de los cerdos”, “Sal sin sabor” e “Insano”. Letras que fueron trabajadas por un joven creativo, un artista que siempre tuvo el valor de decir lo que pensaba y de hacer lo que creía correcto.

Poco tiempo después volví a ver a Fernando, pues estaba en el Mercado González Ortega realizando la presentación de obras que él pintaba en una exposición colectiva de artistas urbanos. En esta ocasión tuve la oportunidad de platicar con él y felicitarlo por el trabajo que realizaba. Los colores y las expresiones profundas de sus pinturas llegaban a los observadores de aquella exposición. En algunas de ellas se incluían textos de su autoría y creo que muchos de los jóvenes que teníamos oportunidad de verlas sentíamos lo que Fernando expresaba en ellas, nos identificábamos con el sentir y la rebeldía que manifestaba.

Surgió una amistad que nos llevó a diversas actividades en conjunto, en primer lugar, acudía a las presentaciones de su grupo, conformado también por Israel, Rubén y Jaime. Con el tiempo yo me dediqué a organizar varios conciertos de rock en donde ellos participaron, con agrupaciones de diversas expresiones metaleras, como el death, black, punk y progresivo.

También tuve la oportunidad de conocer algunos grafitis pintados por el Racla, criticados por algunas personas que estaban en contra de esta expresión artística, pero que manifestaban las diversas posibilidades que él tenía para plasmar su sentir en áreas distintas del arte, siempre mostrando sus sentimientos desde esta expresión urbana que sigue haciendo falta y que sigue necesitando ser difundida y apoyada.

Los conciertos de la orquídea Polterwinter eran una explosión, pues los asistentes mostraban empatía con las letras que expresaban un enojo con el sistema, a la vez, había canciones que hablaban del dolor, de aquel amor que causaba un profundo sentir, pero también había un performance que nos atraía, pues las irreverencias para algunos y la libertad para otros nos invitaban a conectarnos con la banda.

Fernando e Israel ya no están con nosotros, y sé que dejaron historias gratas en todos aquellos que los conocieron. Yo no olvidaré la cantidad de música que Israel me compartió y muchas de las bandas que conocí gracias a él. Fernando me compartió lecturas e ideas que aún siguen presentes. La vida de cada persona se convierte en muchas historias que cada quien podría contar, pero esta es una pequeña parte de mi historia con ellos y quise compartirla para recordar que aún muchos jóvenes buscan diversos canales de expresión, que es maravilloso que eso siga sucediendo y para agradecerle a la Orquidea Polternwinter todo lo que dejó en una generación de rockeros zacatecanos que los recordamos siempre.

Sobre la Firma

Historiadora, docente, columnista cultural y dirigente política.
gabriela.alvarez.maynez@gmail.com
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