jueves, agosto 7, 2025
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El Dedo en la Llaga | Reformas, reacomodos y señales: Claudia mueve sus piezas

RAFAEL CANDELAS SALINAS

En política, nada es casualidad. La salida de Pablo Gómez de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) para encabezar los trabajos de la reforma electoral no solo marca el inicio formal de un nuevo intento por rediseñar al INE, también revela las primeras señales del ajedrez interno que Claudia Sheinbaum comienza a jugar rumbo al 2027, pensando desde luego en cómo y con quien va a transitar la segunda mitad de su sexenio, pues para nadie es desconocido que esta primera mitad de su gobierno se verá obligada a cogobernar con legisladores y buena parte de su gabinete heredados por su antecesor. En ese sentido debemos preguntarnos si los movimientos que empieza a hacer son reformas de fondo o acomodos de fondo. Tal vez ambas cosas, pero lo que sí queda claro es que el tablero ya empezó a moverse.

Empecemos por una reforma que promete… pero preocupa. La promesa de reformar al sistema electoral no es nueva. Andrés Manuel López Obrador la empujó con fuerza, pero en su primer intento no logró el respaldo legislativo y en el segundo no le alcanzó el tiempo, les dio prioridad a otras reformas como la del Poder Judicial, seguramente con la certeza de que su sucesora retomaría la bandera, como ya lo está haciendo, aunque con una narrativa menos beligerante. La presidenta de la república ha dicho que su propuesta buscará fortalecer la democracia, reducir costos y garantizar la imparcialidad de los órganos electorales. ¡Ya veremos! De inicio suena bien, aunque una vez que empiezan a salir los temas de la reforma y las reformas más recientes de esta 4T, nos vemos obligados a desconfiar de lo que puede venir, sobre todo de estas reformas que se hacen “desde el poder para el poder”.

El nombramiento de Pablo Gómez como responsable del proyecto sugiere más un encargo político que técnico. Porque, digámoslo claro, si se tratara de diseñar una reforma electoral con visión de Estado, se habría optado por un perfil neutral, con credibilidad entre todas las fuerzas políticas. Pero aquí no se busca un árbitro, se busca un operador, un experto en los temas de la reforma del estado con amplia experiencia en el ámbito legislativo -desde mi punto de vista- uno de los mejores parlamentarios de México. Habrá que ver si actúa como el Pablo Gómez que impulsó amplias reformas democráticas contra un estado autoritario siendo opositor, o si actúa contra las minorías, como parte de un sistema autoritario similar -o quizá mejorado- a aquellos a los que enfrentó desde joven en el movimiento del 68.

A pesar de su cuestionado accionar con el tema de tres instituciones financieras mexicanas acusadas de lavar dinero para el narco, Pablo Gómez se va de la UIF sin escándalo, sin resistencias públicas, pero con la prisa y la discreción con la que se saca a quien ya no encaja. Su salida deja espacio para una nueva estrategia en seguridad e inteligencia financiera.

El arribo de Omar Reyes Colmenares a la UIF es un espaldarazo al secretario de Seguridad y su estrategia de combate a la inseguridad y el debilitamiento financiero a los cárteles de la droga, pues el nuevo titular de la UIF además de ser un experto en estos temas es uno de los hombres más cercanos a García Harfuch.

Cuando este fue designado jefe de Seguridad en la Ciudad de México, Reyes Colmenares era director de Interpol en México y García Harfuch se lo llevó al gobierno de la CDMX primero nombrándolo fiscal, y luego director de la Policía de Investigación, director de Casos de Alto Impacto, director de Inteligencia en la Subsecretaría del Sistema Penitenciario y finalmente subsecretario del Sistema Penitenciario, para luego llevárselo con él a la Secretaría de Seguridad del gobierno federal, por lo que su nombramiento en la UIF se entiende como un fortalecimiento del equipo de García Harfuch y en consecuencia de la presidenta, con una estrategia más alineada con los nuevos intereses geopolíticos, particularmente en lo que se refiere al combate al crimen organizado y las señales que se quieren enviar a Washington y, sobre todo, a Donald Trump.

Pero más allá del fondo, el movimiento tiene forma. Claudia empieza a sacudirse los alfiles del obradorismo, esas figuras que por historia tienen peso, pero que no necesariamente se alinean con su estilo de gobierno, menos estridente y más eficaz.

El nombramiento de Pablo Gómez también es una señal clara hacia el Congreso. Su nueva función lo coloca, de facto, como el vocero del proyecto electoral del oficialismo, relegando a los ya de por sí disminuidos líderes parlamentarios de Morena, a quienes parece -y tampoco es casualidad- que la noche se les viene encima con escándalos y acusaciones de todo tipo, algunas más delicadas -como la que tiene que ver con el exsecretario de seguridad de Adán Augusto cuando fue gobernador de Tabasco- y otras tan irrelevantes -como el hecho de tomar unas vacaciones al viejo continente- para los temas verdaderamente importantes del país, pero que se inscriben en esta lucha de poder.

El tema de fondo es, la conformación de la siguiente legislatura, lo vimos desde que Claudia Sheinbaum presentó la iniciativa contra el nepotismo y la reelección para que entrara en vigor a partir de la elección del 2027, pensando en sacudirse a los actuales Diputados Federales y que los próximos llegaran con el compromiso hacia ella y no con su antecesor, pero ya vimos que los legisladores actuales se la aplicaron y patearon el bote hasta el 2030, obligando a la presidenta a operar para que los estatutos de morena se modificaran y aplicaran el anti nepotismo desde el 2027, una jugada estratégica y de poder, aunque a algunos les parezca puritano. Por lo que, si todo le sale bien, Pablo Gómez podría estar trazando su ruta para regresar —otra vez— como coordinador parlamentario en la próxima legislatura. Con legitimidad renovada, discurso institucional y cercanía con Claudia, su regreso a San Lázaro no sería sorpresa.

Con este movimiento, Sheinbaum comienza a mostrar sus cartas. No está rompiendo con López Obrador, pero sí está marcando su estilo: menos confrontación, más cálculo; menos lealtades heredadas, más control personal; menos gritos en las mañaneras, más guiños hacia el norte; menos abrazos, más inteligencia.

La verdadera reforma, por ahora, no está en las leyes que se proponen, sino en las piezas que se mueven. La pregunta es si estos movimientos conducirán a una democracia más sólida o simplemente a un poder más centralizado. Porque en México, las reformas casi nunca son lo que parecen… y los reacomodos casi siempre son más importantes que las propuestas.

Nos leemos el próximo miércoles con más del Dedo en la Llaga.

Sobre la Firma

Jurista, exlegislador y columnista sin concesiones.
rafaelcandelas77@hotmail.com
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