Ciudad de México.- Los datos son contundentes: en 2024, 56.610 niñas de 16 años o menos dieron a luz en México. Entre ellas, 1.652 tenían entre 10 y 13 años, según cifras de la Secretaría de Salud Pública. Estos no son casos aislados, sino un patrón de violencia sexual sistemática. Uno de cada 25 recién nacidos en el país tiene una madre menor de edad, y en más de mil casos, los padres superan los 30 años.
El problema es especialmente grave en el Estado de México, con 6.243 nacimientos de madres infantiles en 2024. Pero al ajustar por población, Chiapas lidera con 92 embarazos por cada 100 mil habitantes, seguido por Guerrero (69) y Michoacán (60). La Ciudad de México registra la tasa más baja: 19 casos por cada 100.000.
A nivel municipal, León (Guanajuato) y Juárez (Tamaulipas) destacan con casi 700 madres adolescentes cada uno. Les siguen Puebla, Saltillo, Aguascalientes y otras zonas urbanas, demostrando que el fenómeno no se limita a comunidades rurales o indígenas. De hecho, solo el 14% de las menores embarazadas se identifican como indígenas.
Padres adultos, madres niñas
La brecha de edad entre las madres menores y los padres es alarmante. En 10 casos, supera los 50 años; en más de mil, los 20 años. Casi 500 niñas dieron a luz a bebés de hombres mayores de 40. Aunque algunos padres también son adolescentes (100 tienen entre 12 y 13 años), en el 20% de los registros la edad del padre es desconocida.
A pesar de que desde 2016 el matrimonio antes de los 18 años está prohibido, 586 menores de 16 reportaron estar casadas en 2024. El 72% vivía en unión libre, una situación que limita su autonomía y perpetúa ciclos de dependencia.
Consecuencias devastadoras
Más de la mitad (53%) de las madres menores de 17 años abandonó la escuela antes de terminar la secundaria, según datos oficiales. México tiene la tasa más alta de embarazo adolescente en la OCDE, y aunque los números han bajado ligeramente—59.391 casos en 2023 frente a 56.610 en 2024—, el descenso es insuficiente.
El 90% de las niñas embarazadas eran primerizas, pero 587 ya habían tenido al menos tres hijos. Estos datos exponen no solo un fracaso en la protección de las menores, sino una normalización de la violencia sexual. Como afirmó la presidenta Claudia Sheinbaum, se trata de un delito. Pero las cifras muestran que, hasta ahora, la justicia no ha llegado.
LNY/Redacción