¿Cuál autoridad moral y política?

MIGUEL TORRES ROSALES

Dice el presidente Andrés Manuel López Obrador que “por encima de la ley está su autoridad moral y política”, porque es un presidente elegido legítimamente por las y los mexicanos. Y desde aquí le pregunto: ¿A cuál autoridad moral y política se refiere?

Seguramente la alusión es a la autoridad moral que perdió desde que inició su gobierno, cuando no se comportó como un Estadista y Jefe de Estado, pues por venganzas personales lanzó a todo el aparato gubernamental contra quienes considera sus enemigos: políticos de oposición, periodistas, medios de comunicación, movimientos sociales y organizaciones civiles.

Fueron las instituciones federales, hoy bajo su cargo, las que le dieron la información de domicilios, teléfonos, cuentas bancarias, ingresos y hasta carpetas de investigación para hacerlas públicas, en franca violación a la protección de datos personales y otras legislaciones.

El propósito de obtener los datos, que la ley garantiza sean privados, fue perseguir y acusar públicamente a quienes López Obrador considera sus oponentes. A varios los metió a la cárcel sólo por dichos y sin pruebas contundentes. Justamente los mismos motivos de los que hoy él se queja de los reportajes.

Ahora violenta a la periodista del New York Times, Natalie Kitroeff, por hacer una investigación que podría vincularlo a él, sus hijos y allegados con líderes de los cárteles de la droga que presuntamente financiaron la campaña del 2018 que lo llevó a la Presidencia. Igual que en enero lo hizo contra Insight Crime y ProPublica, que publicaron reportajes en el mismo sentido, pero con hechos del 2006.

Además, el fin de semana se lanzó contra la plataforma YouTube, porque bajó La Mañanera del 22 de febrero, en la que expuso a la periodista de NYT. Recordemos además que, a finales de enero, se dio la filtración de datos personales de 263 periodistas nacionales y extranjeros que cubren las conferencias matutinas, de los cuales 26 interpusieron una queja en el INAI por la sustracción.

En estos momentos toma mucho significado el refrán popular “Cuando el río suena, agua lleva”. Y al Ejecutivo el río ya se le convirtió en un escandaloso mar.

Efectivamente, ya no sólo se rumorea sobre su posible relación con los narcos, la cual nos confirmó con la estrategia de “Abrazos no balazos”, por ello los niveles de violencia se le salieron de control y ha provocado los peores niveles de impunidad jamás vistos. Ahora se habla de un narcoestado, que se comprueba porque dos terceras partes del territorio mexicano están dominados por el crimen organizado.

Vuelvo a mi análisis inicial: ¿A cuál legitimidad política se refiere AMLO? Si por él votaron sólo 30 millones de electores, de los 98.6 millones que integraron la Lista Nominal 2018. Justo en el año que ganó en muchos lugares de México la ciudadanía no pudo salir a sufragar porque la delincuencia la cooptó e intimidó.

Con las agresiones a medios de comunicación y periodistas, se demuestra que en el sexenio morenista “no se mide con la misma vara” de la ley las denuncias que se hacen contra los enemigos y contra familiares y allegados de AMLO.

Ya se le olvidó a López Obrador que cuando era oposición celebraba la valentía de periodistas de investigación que denunciaban la corrupción; y ahora como titular del Ejecutivo las desacredita, fomenta la violencia, llama “pasquines” a prestigiados medios internacionales que exhiben la podredumbre de su gobierno y da a conocer los datos personales.

Con esa actitud hace crecer la polarización, fomenta el odio y la división. Por esto, él es el único responsable del rancio ambiente que vive el país.

A usted señor Presidente le digo que no está por encima de la ley y su gobierno de la Transformación de Cuarta (T4) tampoco. No confunda el derecho de réplica con la violación a las leyes que ha cometido. Usted ya se va, toda su corrupción saldrá a la luz y se le castigará con todo el peso de la ley que hoy desdeña.