4T ampara al viejo sindicalismo “charro”

SARA LOVERA

Después de muchos años escuché repetidamente las palabras “charrismo sindical”, “contratos de protección”, encubrimiento y complicidad de las autoridades laborales para cegar los derechos de las y los trabajadores, porque se vive una política laboral regresiva y nefasta.

Dos casos parecen emblemáticos: los despedidos del diario La Jornada – negada a pagar liquidaciones y reconocer laudos favorables a las y los trabajadores- y la huelga de la agencia informativa Notimex que este lunes cumplió tres años y medio. Agencia de información gubernamental que el domingo pasado cumplió 55 años desde su fundación. Casualmente esta semana debe enviarse el decreto de su liquidación a la cámara, como anunció el presidente Andrés Manuel López Obrador.

En los dos casos están involucradas dirigentes mujeres, sindicalistas que en tribunales ganaron todas las demandas, pero incumplidas en la práctica, por la actuación de las Juntas de Conciliación y Arbitraje, ahora en proceso de desaparición.

Escuché, repetidamente, en un foro convocado por la Asociación Nacional de Abogados Democráticos, al que acudieron dirigencias sindicales, que esas juntas están cobijadas por la Secretaría del Trabajo, encabezada estos años por la actual secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde Luján.

Vi lo poco que ha cambiado la vida de disidentes, de una larga y enjundiosa historia de lucha de décadas contra líderes obreros “vendidos” y solapados por el régimen neoliberal, favorable a los intereses empresariales. Los escuché decir que pensaron que, ahora sí, desaparecería la corrupción con la cuatroté.

Con sigilo narraron que las cosas están igual o peor que antes. En el caso de los petroleros se simuló la forma de elegir nueva dirigencia y se protege, sin rubor, a las viejas centrales obreras cambiándoles de nombre. También que se acumulan expedientes -hasta 450 mil- en la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, entre ellos, el que debe materializar la liquidación de las y los despedidos del diario La Jornada, que no se paga, alegando falta de recursos, sin embargo, recibió de publicidad más de mil millones de pesos en estos años.

Ahí, se dijo que, de la Junta de Conciliación y Arbitraje de la Ciudad de México, se despidieron a 300 trabajadores y trabajadoras, apenas en noviembre, sin dejarlos cobrar su quincena en el momento de la separación.

Lo que está claro es que está paralizada la lucha sindical. Tal vez por miedo, prejuicios sobre el sentido y vida en los sindicatos.

Hoy apenas una de cada 10 personas trabajadoras en México está sindicalizada y del total de los contratos colectivos que existían, solo queda el 20 por ciento. O sea, poco más del 87 por ciento no cuenta con la estabilidad y seguridad laboral que le otorga un contrato colectivo de trabajo (CCT), ni la protección de un sindicato.

La reforma a la Ley Federal del Trabajo de 2019, obliga a las dirigencias sindicales a ser elegidas con voto secreto y directo, para su legitimidad. Eso sólo ha sucedido en menos del 30 por ciento, hay procesos simulados y todo avala la autoridad laboral.

En pocas palabras, no hay cambio, ni transformación en la política sindical, ni justicia laboral. La participación de las mujeres en las dirigencias sin avance. Fue toda una experiencia mirar a hombres en el foro, hacer exclamaciones de sorpresa sobre la paridad como obligación constitucional y a luchadoras sindicales reconocer que no sabían. Información y transparencia, no es preocupación del gobierno. Igual sucede con otros derechos para las mujeres. No se conocen, no se difunden, no se cumplen. Y también se habló de cuál sería la mejor corcholata, desde la perspectiva sindical, coincidieron que ninguna, por ser tan neoliberales como a los que dicen combatir. Veremos