Una mente maravillosa

JAIME ENRÍQUEZ FÉLIX

Todavía daba clases de Matemáticas poco antes de morir, apenas el 23 de mayo pasado.  Se le considera una figura legendaria en Princeton, su Alma Máter.  Su vida, llena de altibajos, trastornos psiquiátricos y genialidades, ha ganado el Óscar y el Nobel.  El Óscar llevada a la pantalla, en la afamada película “Una Mente Maravillosa”, y el Nobel, por sus análisis sobre el equilibrio en la Teoría de Juegos en sistemas no cooperativos.

Esta interesante y útil teoría pretende describir y predecir el comportamiento de los agentes económicos: muchas decisiones dependen de las expectativas que se tengan sobre la forma en que actuarán  los demás agentes del mercado. Es el caso del comportamiento de las empresas en un sistema de oligopolio (pocos agentes económicos participando), las cuales establecerán unos precios según cómo cada una suponga la reacción de las demás. En otros casos, la decisión de reducir los precios dependerá de si la empresa piensa que las demás reducirán a su vez los suyos o si los mantendrán constantes. De igual forma, la negociación de un sindicato con los empresarios dependerá de las estrategias que adopten uno y otro en función de los procedimientos que creen adoptará el contrario.  Todas estas ideas, llevadas a modelos matemáticos, dieron a Nash una fama bien ganada.

Ahora se conoce, en la Teoría de Juegos, el famoso “equilibrio de Nash”. Es una solución para cualquier número de jugadores y para cualquier objetivo de éstos. La información es perfecta e idéntica entre todos los jugadores, por lo que todos pueden calcular una estrategia óptima, así como la que seguirán los demás. Si todos esperan alcanzar el mismo equilibrio, nadie tiene incentivos para cambiar de estrategia. En este equilibrio, todos los jugadores alcanzan sus objetivos y las estrategias elegidas son óptimas. Nash propuso una segunda formulación de su equilibrio basada en la estadística de poblaciones, que ha sido trasladada con éxito a la biología para entender los procesos de interacción estratégica entre especies en la selección natural.

La vida de John Forbes Nash ha inspirado una biografía y una película de extraordinario éxito: «A beautiful mind», «Una mente maravillosa». Cuando, a los veinte años, solicitó ser admitido como alumno en Princeton, la carta de recomendación escrita por su profesor R.J. Duffin tenía solo una línea: «Este hombre es un genio».

A los 21 años escribió una tesina de menos de treinta páginas en la que expuso por primera vez su solución para juegos estratégicos no cooperativos, lo que desde entonces se llamó «el equilibrio de Nash», que tuvo un inmediato reconocimiento entre todos los especialistas.  En los años siguientes publicó nuevos escritos con originales soluciones para algunos problemas matemáticos y de la teoría de juegos.

A los veintinueve años se le diagnosticó una esquizofrenia paranoica que lo dejó prácticamente marginado de la sociedad e inútil para el trabajo científico durante dos décadas. Pasado ese lapsus, en los años setenta, recuperó su salud mental y pudo volver a la docencia y la investigación con nuevas y creativas aportaciones.

Johnny Nash, así le llamaba su familia, nació en Bluefield Sanatorium el 13 de junio de 1928 y fue bautizado en la iglesia Episcopaliana. Sus biógrafos dicen que fue un niño solitario e introvertido aunque estaba rodeado de una familia cariñosa y atenta. Parece que le gustaban mucho los libros y muy poco jugar con otros niños. No destacó por su brillantez en el colegio. Por el contrario, debido a su torpeza en las relaciones sociales, era considerado como un poco atrasado. A los doce años dedicaba mucho tiempo en su casa a hacer experimentos científicos en su habitación.

A los catorce años Nash empezó a mostrar interés por las matemáticas. Se suponía que iba a seguir la misma carrera de su padre,  ingeniería eléctrica, pero continuaba con sus experimentos químicos. Alguno de sus biógrafos ha llegado a inferir que tuvo alguna relación con la fabricación de unos explosivos que produjeron la muerte a uno de sus compañeros de colegio.

Nash ganó una beca  y entró en junio de 1945 en el Carnegie Institute of Technology (hoy llamado Carnegie-Mellon University) para estudiar ingeniería química. Sus profesores, reconociendo su talento especial, le recomendaron especializarse en Matemáticas. Se licenció  en 1948. Lo aceptaron para estudios de postgrado en las universidades de Harvard, Princeton, Chicago y Michigan. Nash consideraba que la mejor era Harvard, pero Princeton le ofreció una beca más jugosa por lo que decidió estudiar allí. En 1949, mientras se preparaba para el doctorado, escribió el artículo por el que sería premiado cinco décadas después con el Premio Nobel. En 1950 obtuvo el grado de doctor con una tesis llamada «Juegos No-Cooperativos».

En 1950 empieza a trabajar para la RAND Corporation, una institución que canalizaba fondos del gobierno de los Estados Unidos para estudios científicos relacionados con la guerra fría y en la que se estaba intentando aplicar los recientes avances en la teoría de juegos para el análisis de estrategias diplomáticas y militares. Simultáneamente seguía trabajando en Princeton. En 1952 entró como profesor en el Massachusetts Institute of Technology.  En este tiempo empezó a tener problemas personales graves que añadidos a las dificultades que seguía experimentando en sus relaciones sociales. En el verano de 1954, John Nash fue arrestado en una redada de  la policía para cazar homosexuales. Como consecuencia de ello fue expulsado de la RAND Corporation.

Una de las alumnas de Nash en el MIT, Alicia Larde, entabló una fuerte amistad con él. Había nacido en El Salvador, pero su familia había emigrado a Estados Unidos cuando ella era pequeña. En febrero de 1957 se casaron. En el otoño de 1958 Alicia quedó embarazada, pero antes de que naciera su hijo, la grave enfermedad de Nash ya era muy manifiesta y había sido detectada. Alicia se divorció de él más adelante, pero siempre le ayudó mucho. En el discurso de aceptación del Nobel, en 1994, John Nash tuvo palabras de agradecimiento para ella.

En 1959, tras estar internado durante 50 días en el McLean Hospital, viajó a Europa donde intentó conseguir el estatus de refugiado político. Creía que era perseguido por criptocomunistas. En los años siguientes estaría hospitalizado en varias ocasiones por períodos de cinco a ocho meses en centros psiquiátricos de New Jersey.

A finales de los sesenta tuvo una nueva recaída, de la que finalmente comenzó a recuperarse. En su discurso de aceptación del Premio Nobel describe su recuperación así: «Pasó más tiempo. Después, gradualmente, comencé a rechazar intelectualmente algunas de las delirantes líneas de pensamiento que habían sido características de mi orientación. Esto comenzó, de forma más clara, con el rechazo del pensamiento orientado políticamente como una pérdida inútil de esfuerzo intelectual».

John Nash es un ídolo para el mundo científico de este nuevo siglo. Sus teorías han influido en las negociaciones comerciales globales, en los avances en biología evolutiva, en las relaciones laborales nacionales y en problemas de Toma de Decisiones.

La película sobre su vida, titulada A beautiful mind (Una mente maravillosa o Una mente brillante), estrenada en el año 2001, interpretada por Russell Crowe y dirigida por Ron Howard, fue ganadora de cuatro premios Oscar, incluyendo la categoría de mejor película.  Un genio, sin lugar a dudas. Un hombre atormentado por su propia genialidad, por la profundidad de sus visiones matemáticas, que le aislaban del mundo y le centraban en un pensamiento críptico y matemático, que ha sido el eje de su existir.

Su muerte parece también el final de una película: El 23 de mayo de 2015, Nash de 86 años falleció junto a su esposa, la salvadoreña Alicia Lardé López-Harrison de 82 años en un accidente de tránsito en Nueva Jersey. En el momento del accidente, ambos iban en un taxi, la colisión se produjo cuando el taxi intentó adelantar a otro vehículo. Según una versión de la policía local, ninguno de los dos llevaba puesto el cinturón de seguridad, por lo que la pareja salió despedida del vehículo tras el impacto

Seguirá siendo la leyenda viva que el mundo admira: la genialidad de la locura.

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