De la mano con la sociedad, una nueva forma de gobernar

SAÚL MONREAL ÁVILA

La elección más grande de la historia, que culminó la semana pasada con la entrega de la constancia de mayoría a Andrés Manuel López Obrador, y que puso a consideración de la sociedad más de 4 mil cargos de elección popular, entre ellos el de presidente, 500 diputados, 128 senadores y nueve gobernaciones, incluida la Ciudad de México, deja una importante lección a quien la quiera ver, la sociedad se expresó en las urnas con todas sus consecuencias y alcances, y con ello, ha mandado un más que evidente mensaje de hartazgo y rechazo hacia la clase política y empresarial que solo volteó a ver sus propios intereses y sus grandes negocios.

Y más allá del hecho incontrovertible de la aprobación a la admirable tenacidad y perseverancia de AMLO superando todo tipo de obstáculos, adversidades y artimañas, es claro que los resultados en general también envían un fuerte mensaje a los candidatos que hemos sido favorecidos por la voluntad popular, los 30 millones de votos que obtuvo, que representan el el 53 por ciento de todos los votantes inscritos en el padrón, además de los que favorecieron al resto de los candidatos de Morena, como el caso de su servidor, un voto que amplía como nunca antes el apoyo a un presidente en un país presidencialista, llegando casi a la hegemonía política, y es un voto extremadamente exigente que quiere ver cambios reales desde ya, durante los primeros meses de los nuevos gobiernos que se instaurarán desde inicios de septiembre en congresos locales y federal, presidencias municipales, gubernaturas y hasta  el 1 de diciembre de 2018, con la transferencia de gobierno a Andrés Manuel López Obrador.

Y es que no es poca cosa la furia de una sociedad agraviada por un régimen que ha afectado tanto al país y que no ha cesado de padecer violencia de toda índole. La principal ha sido la dolorosa e incomprensible desigualdad social. No se veía luz en el camino hasta que llegase al poder un gobierno realmente solidario y sensible al experimentar este flagelo a través del territorio, y crear así, un balance de políticas económicas productivas justas, imponiendo con el ejemplo la ética al gobernar para comenzar así a limpiar la imagen tan deteriorada del Estado Mexicano, es lo que se espera de AMLO.

En los sexenios panista y priista de Calderón y Peña, se tornó un horror la violencia con guerrillas torturadoras y asesinas, pero además, Peña Nieto dejará un país con una deuda externa pública histórica de 44 mil 500 millones de pesos que representa el 40% de la economía nacional; deuda pública por 10 billones de pesos, la más alta de la que se tiene registro; crecimiento económico de 2.4%, desempleo del 51% de la población económicamente activa y se estiman en alrededor de 60 millones de pobres, es urgente y necesaria la redistribución de la riqueza en un país del Grupo de los Veinte (G20) que no crece más del 2 por ciento anual; donde el salario mínimo son 88 pesos diarios (menos de cinco dólares); donde cuatro mexicanos tienen tanto como el 50 por ciento de la población más pobre, el 10 por ciento controla más de dos tercios de la riqueza nacional, y el 1 por ciento acumula  un tercio de la riqueza de México

Además de eso, dejará también un legado con los más altos índices delictivos desde el 2012, con 913 mil presuntos delitos registrados solo en este medio año según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública; más de 90 mil asesinatos violentos en el marco de la guerra contra el narcotráfico; así como 21 mil 26 desaparecidos que se suman a los 13 mil 722 registrados en el sexenio de Felipe Calderón, según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas,

Por ello, Andrés Manuel López Obrador ha propuesto la cuarta transformación del país como el fin último de su gobierno, lo que representa un cambio tan profundo como la independencia, la reforma y la revolución, de acuerdo a la propuesta del próximo presidente. Y un planteamiento de estos alcances necesariamente tiene que llegar hasta la más profunda y básica forma de gobernar y de hacer política, el regreso a gobernar con y para la sociedad,  Por la magnitud de los retos, para lograr la cuarta transformación del país planteada por AMLO cobra mayor importancia la participación ciudadana, es claro que no será suficiente la sola actuación de gobierno o de los legisladores, y de ahí el valor de la enorme participación de una inmensa mayoría que votaron a favor de un cambio, ejemplo de ello son las consultas ciudadanas en temas de pacificación, la construcción del nuevo aeropuerto y la reforma educativa que ya se están realizando en diversos puntos del país.

Esto lo hemos venido pulsando en las visitas que hemos venido haciendo por todos los rincones del Mineral, el reclamo social esta hoy tan vigente como el que se expresó el día de las elecciones en las urnas, hubo y hay un generoso bono de confianza hacia los gobernantes electos de Morena, en contraparte al enojo contra quien propició y generó la descarnada violencia, el atroz autoritarismo y la enquistada mafia del poder en los municipios, los estados y el Poder Ejecutivo federal. Estamos conscientes que a pesar de la gran tarea que nos espera para resolver la gran cantidad de rezagos sociales, podremos transitar de la mano de la gente, de la sociedad, que es en el fondo el reclamo de la gente, gobernantes que gobiernen para la sociedad, para todos, no para grupos de poder económico, que no roben, que no mientan y que resuelvan, en eso podemos resumir lo que hemos podido palpar en las colonias urbanas y comunidades rurales, y a eso nos comprometemos.

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