Alcoholímetro

RAFAEL CANDELAS SALINAS *

El alcoholímetro es un aparato que se utiliza para medir el grado de alcohol presente en un líquido o en un gas, por lo tanto también puede ser usado para medir el grado de alcohol en una bebida o en la sangre. Derivado del uso de estos instrumentos en los operativos que implementan las autoridades para detectar a los conductores que manejan en estado de ebriedad, es por lo que al programa “conduce sin alcohol” también se le conoce como alcoholímetro.

Bienvenidas son todas las acciones que vayan encaminadas a la prevención y disminución de los accidentes viales relacionados con el consumo de alcohol, pues diversas instituciones y estudiosos del tema han señalado que sólo en 2011, alrededor de 16 mil personas en México perdieron la vida en accidentes de tráfico, de los cuáles el 60% están relacionados con la ingesta de alcohol, 28% con el exceso de velocidad y 12% con otros factores como hablar por celular, enviar mensajes o no usar el cinturón de seguridad.

Recientes investigaciones al respecto nos señalan que el 54% de estos accidentes ocurren entre los días jueves, viernes y sábado, que el 9% de las defunciones de jóvenes entre 15 y 29 años son provocadas por manejar en estado de ebriedad y que más de un millón de niños, jóvenes y adultos que sufrieron un accidente vial y tuvieron la suerte de salir vivos, sufren discapacidad y lesiones con costos para el país de 150 mil millones de pesos, equivalente al 1.7 por ciento del Producto Interno Bruto.

Inevitable resulta decir que mueren más mexicanos por accidentes viales que por la guerra contra el narco, a pesar de que los alcoholímetros han demostrado su eficacia en algunas partes del país, como en la Ciudad de México en la que desde su entrada en operación en 2003 se ha reducido el número de accidentes fatales en un 30%.

Ojalá que en todos lados el alcoholímetro funcionara con eficacia, pues en muchas ciudades se ha convertido en un excelente método para la extorción, la corrupción y el chantaje, independientemente del negocio económico que resulta, pues me parece importante señalar que si bien es cierto el alcoholímetro tiene muchas bondades, también es cierto que para que la política de prevención de accidentes relacionada con el consumo de alcohol fuera realmente eficaz, tendría que ser mayormente preventiva y no acusatoria o sancionadora como es el caso.

Vimos por ejemplo lo que sucedió con el Senador de la República Jorge Emilio González el pasado fin de semana, que fue detenido por el alcoholímetro y al hacerle la prueba de alcoholemia resultó que el grado de alcohol en la sangre rebasaba los límites permitidos en el DF que son de 0.40 miligramos de alcohol por litro de aire expirado, por lo que fue enviado al Centro de Sanciones Administrativas mejor conocido como “El Torito” para cumplir con las 20 horas de arresto que le fueron impuestas.

Es muy fácil criticar y señalar, sobre todo cuándo se trata de una persona pública y polémica cómo lo es Jorge Emilio. Sin embargo creo que siendo honestos tendríamos que analizar el caso como es, con objetividad, sin defenderlo pero sin juzgarlo sistemáticamente y yo separaría los hechos en tres partes, sus errores, la sanción social y administrativa, y la reacción del inculpado.

Revisando las declaraciones del propio Senador, de los policías que lo detuvieron, de testigos y sus guaruras, me parece que Jorge Emilio se equivocó en primer lugar en conducir en estado inconveniente, pues no sólo pone en riesgo su integridad y la de terceros sino que me parece una doble imprudencia si además trae guaruras y choferes, es decir, no tenía ninguna necesidad de manejar. En segundo lugar se equivoca al dar un nombre falso, seguramente con la intención de evitar el escándalo que finalmente resultó inevitable. Y el tercer error fue el que protagonizaron sus guaruras, al amenazar y tratar de intimidar a los policías, lo cual tampoco me extraña pues regularmente así reacciona ese tipo de personajes, lo cual está mal, muy mal.

De lo que si no podemos culparlo es de haberse tomado unos tequilas, es algo que todos, o casi todos hemos hecho. Yo me pregunto ¿Quién de los más acérrimos críticos del Niño Verde no ha salido con unas copas de más y conducido su vehículo? No lo justifico ni digo que esté bien lo que hizo, pero lo que si me parece exagerado es el trato que se le da, el linchamiento público, pues nos guste o no, Él, como todos los ciudadanos, tengamos fuero o no, tenemos derechos y obligaciones, y así como tenía obligación de cumplir con la sanción impuesta, también tenía derecho de interponer un amparo, que dicho sea de paso Él no se otorgó sino que le fue otorgado por una autoridad. Mismo derecho al que tenemos todos los ciudadanos y que por cierto, estamos viendo la posibilidad de poner un módulo de atención a las afueras de Tránsito del Estado de Zacatecas para auxiliar de manera gratuita a todas las personas que son sujetas de un abuso de autoridad al quitarles una placa o llevarles su vehículo al corralón de manera indebida y obligándolos a pagar no solo la multa, sino el costo de un servicio privado de grúa que ni recibos ni facturas da.

En tercer plano debemos reconocer el hecho de que al final de cuentas, acudió a “El Torito” a cumplir con las horas que le faltaban. Ya sé que habrá quiénes pongan “peros” alegando que fue derivado de la presión social, de las redes sociales, obligado por las circunstancias o lo que sea, pero el hecho es que el que un personaje público, Senador de la República, con posibilidades de haber alegado que tenía fuero haya asumido su responsabilidad pública y acudido a cumplir su sanción, es una lección para todos, para los políticos y no políticos de cuidar lo que hacemos, para asumir con valor nuestros errores y pagar las consecuencias. Por lo pronto ya es viernes, si toma… no maneje.

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
guest

0 Comments
Inline Feedbacks
View all comments
0
Would love your thoughts, please comment.x
()
x