La ciencia como herramienta para una sociedad próspera y humanista

LUIS GERARDO ROMO FONSECA *

El año pasado, la Unión Europea realizó un estudio para evaluar el desarrollo de políticas de fomento a la ciencia y la tecnología; desafortunadamente, en lo que concierne a nuestro país, las conclusiones no fueron alentadoras; por el contrario, el documento establece que: “en la actualidad, la ciencia y la tecnología no se encuentran entre los sectores prioritarios de la política nacional mexicana”. Entre los factores que se atribuyen como causa del rezago de México en materia de innovación y desarrollo de tecnologías, la UE señala la falta de voluntad política, una inversión por debajo de las necesidades del país, procedimientos repetitivos y obsoletos, así como el desinterés de la iniciativa privada por apoyar la ciencia.

Pese a que las autoridades prometieron poner a disposición los recursos necesarios para ubicar a México a la vanguardia en el sector de ciencia y tecnología, tal y como quedó establecido en el Plan de Desarrollo Nacional 2007-2012, esto no sucedió. Por el contrario, el gobierno del expresidente Felipe Calderón incumplió su compromiso de inyectar el uno por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) al sector científico y tecnológico, tal como lo muestran los resultados del estudio europeo. Desafortunadamente, no sólo el pasado sino durante los últimos dos sexenios la ciencia y la tecnología pasaron a un segundo plano, al destinarles partidas presupuestales bastante pobres.

Para el presente año, el presupuesto federal etiquetado para este rubro es de 70 mil 395 millones de pesos, es decir, el 0.43% del PIB; pese a que es mayor que el del año pasado al registrar un aumento del 14.63%; todavía es marcadamente insuficiente, según advierten científicos y especialistas. Vale la pena destacar que a la fecha, México sigue siendo el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con menor promedio de inversión pública destinada a la ciencia y la tecnología. Como resultado, tenemos un pobre desempeño que observamos en la existencia de una comunidad científica minoritaria y con vínculos débiles con el sector empresarial; todavía incapaz de establecer conjuntamente con el Estado un proyecto nacional que integre a todos los sectores sociales en el desarrollo científico y tecnológico. En razón de ello, en México no hemos podido establecer una política de largo plazo que trascienda coyunturas políticas y sea capaz de apuntalar el desarrollo nacional.

En este sentido, el director ejecutivo de la Fundación Premio Nacional de Tecnología, Javier López Parada, ha venido advirtiendo que “México arrastra un rezago tecnológico y de ciencia del conocimiento de dos décadas, lo que ha dejado inoperantes a miles de empresas y con un deficiente nivel de competitividad”; además de que “las empresas mexicanas no sirven de nada si no tienen resultados tanto en conocimiento como en investigación, rubros en los cuales nos hemos quedado muy por debajo de los promedios que llevan otros países, incluso de nuestro propio continente”. Hoy en día, por cada mil habitantes tenemos 0.75 investigadores, es decir, que ni siquiera hay uno por cada mil personas; mientras que en Estados Unidos, por ejemplo, cuentan con alrededor de 200 por cada mil habitantes.

Por su parte, el destacado científico José Franco, doctor en Astronomía, presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) y exdirector del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), confirma este diagnóstico al señalar que: “en México no hay una inversión en ciencia y tecnología, ni existe un número suficiente de ingenieros y científicos que puedan hacer las cosas. Lo más grave es que no hay una vinculación entre las universidades y la iniciativa privada, porque no tenemos alta tecnología, lo cual traduce en una falta de visión del Estado para impulsar este vínculo. Hay un pozo profundo en la dirección del país que ha impedido consolidar una estrategia que se ha sido exitosa en otros países”.

Por supuesto, si queremos que México prospere, tenemos que elevar nuestros niveles de conocimiento e innovación; por fortuna, hay impulsos que van orientados hacia esta dirección. Tal es el caso de dos acontecimientos de primera importancia que  presenciamos el año pasado en lo relativo a la ciencia y la tecnología: por una parte, en el contexto del cambio de poderes a nivel federal, más de 60 organizaciones vinculadas a la labor científica del país; asociaciones, instituciones educativas y organismos de la iniciativa privada, elaboraron el documento titulado: “Hacia una agenda nacional en ciencia y tecnología e innovación”. Este empeño respondió, precisamente, a la necesidad de elaborar un programa integral para promover la capacidad científica y tecnológica de México, como catapulta para alcanzar un pleno desarrollo nacional.

Por otra parte, se creó la “Agenda Ciudadana de Ciencia, Tecnología e Innovación”; que es una consulta donde por primera vez, los ciudadanos pueden decidir con su voto (emitido de forma electrónica), cuales son a su juicio los tres principales retos del país -de 10 a elegir- que deben encararse por medio de la ciencia y la tecnología para lograr una mejor calidad de vida rumbo al año 2030. Los 10 temas a discusión de entre los cuales las y los mexicanos podemos definir los tres prioritarios son: Agua, Cambio Climático, Educación, Energía, Investigación Espacial, Medio Ambiente, Migración, Salud Mental y Drogadicción, Salud Pública y Seguridad Alimentaria. Con esta consulta se pretende que los resultados obtenidos sean presentados a las autoridades, a fin de que el diagnóstico y las propuestas derivadas del sentir ciudadano se tomen en cuenta para definir las políticas públicas en la materia; paralelamente a promover la participación ciudadana en la búsqueda de soluciones a nuestros problemas.

Sin lugar a dudas, se trata de dos acciones que reivindican la importancia que representan las actividades científicas, tecnológicas y de innovación para el futuro de México. Por lo que toca a nuestro estado, el domingo pasado, en el marco de la celebración del octavo aniversario del museo Zigzag, la sociedad zacatecana dio un apoyo decidido a esta iniciativa.

Finalmente, la generación de conocimiento es una de las grandes riquezas de cualquier nación y, en la actualidad, una condición para alcanzar el desarrollo sustentable. Tanto en México como en Zacatecas, es indispensable depurar los procesos de innovación en materia económica, educativa y de competitividad mediante el fortalecimiento de la investigación y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, la ciencia no sólo tiene un carácter utilitario sino que es parte medular de la cultura y eje de una concepción humanista de la sociedad; no mercantilista, sino forjadora de ciudadanos con espíritu crítico. Como señala la Academia Mexicana de Ciencias, en uno de sus principios, es preciso reconocer que “la creatividad y la originalidad son habilidades mucho más necesarias para enfrentar los requerimientos sociales e incluso de los mercados, porque la capacitación y el adiestramiento en habilidades técnicas muy pronto pierden utilidad al ser rebasadas por otras nuevas”.

* Diputado local

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