En tiempos difíciles, nuestros migrantes refrendan su apoyo a Zacatecas

gerardo romo fonsecaLUIS GERARDO ROMO FONSECA *

En mayor o menor medida, el fenómeno de la migración está presente en todos los estados del país a causa de las dificultades económicas que padece una gran parte de la población. Sin embargo, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Zacatecas se han distinguido por tener la mayor cantidad de mujeres y hombres que se ven forzados a dejar sus lugares de origen en busca de oportunidades y de una mejor calidad de vida en los Estados Unidos. Desde los años ochenta, los cambios estructurales y la pobreza generada por la inestabilidad de la economía han sido un factor decisivo para que los mexicanos, sobre todo de las comunidades rurales pero no exclusivamente, emigren hacia el norte.

Cabe recordar que la nuestra es la nación del mundo que tiene la mayor cantidad de migrantes (casi 12 millones), al grado de que la comunidad de origen mexicano en el vecino país del norte alcanza las 33.6 millones de personas y 11.6 millones son nacidas en México; un 10 por ciento de la población estadounidense y un siete por ciento de sus votantes, mientras que contribuyen con un cuatro por ciento del PIB norteamericano. Las y los mexicanos residentes en la unión americana representan la mayor cantidad de migrantes en cualquier país, tal como lo informa la Oficina del Censo estadounidense. Asimismo, tenemos el mayor número de migrantes indocumentados a nivel internacional: entre cinco y siete millones y somos el tercer país receptor de remesas del mundo.

Sin embargo, las remesas que envían nuestros paisanos han venido a la baja de forma considerable, debido al endurecimiento del control migratorio en la frontera norte y al estancamiento de la economía norteamericana. Además de que la condición de migrantes sitúa a las personas en riesgo de sufrir una gran cantidad de atropellos y violaciones a sus derechos humanos más elementales; sobre todo por la presencia de peligrosas bandas criminales que han disuadido de cruzar la frontera norte a muchos posibles inmigrantes.

De esta forma, en el año 2012 los intentos de cruzar la frontera de forma indocumentada a lo largo y ancho del territorio estadounidense sumaron cerca de 365 mil, de acuerdo con el Departamento de Seguridad Interior; es decir, una reducción de casi el 50 por ciento desde 2008 y un 78 por ciento menos que el máximo registrado en 2000.

Esta situación podría agravar y debilitar la economía nacional, porque este ingreso junto con el petrolero, son dos de los más importantes para México. Según las cifras reportadas por el Banco de México (Banxico), mientras a nivel nacional hubo una caída entre 2011 y 2012 por el orden de 1.6 por ciento; durante ese mismo lapso, en Zacatecas las remesas dirigidas a las familias zacatecanas crecieron un 4.6 por ciento, siendo esta tendencia una constante positiva que se ha mantenido luego  de la crisis financiera mundial de finales del 2008.

En el año 2012, las y los zacatecanos que radican en el extranjero enviaron 29 millones de dólares más que los que mandaron a sus familiares en estado el año anterior; es decir, que pese a que a nivel nacional el envío de remesas disminuyó en 357.2 millones de dólares de un año al otro, al pasar de 22 mil 802 millones de dólares en 2011 a 22 mil 445 millones de dólares en 2012; las de los zacatecanos se incrementaron. Esto refleja con claridad el apego y del compromiso de nuestros paisanos con Zacatecas y sus familias.

No obstante, por otro lado, también en los últimos años se han multiplicado el número de repatriados; en nuestro caso particular, las autoridades han señalado que desde el 2011, entre mil y mil cien zacatecanos son deportados mensualmente. En razón de ello, es urgente plantear nuevas alternativas de reinserción social y ampliar los programas gubernamentales existentes para las personas repatriadas. Como he venido insistiendo, el Estado en todos sus niveles tiene que facilitar las condiciones para lograr su reincorporación a la vida social, económica y cultural en sus lugares de origen.

A nivel nacional, el gobierno federal debe insistir en el tema migratorio como una prioridad en la agenda internacional, colocando a los derechos humanos y laborales en el centro del debate sobre el desarrollo; pero el problema de fondo es que nuestro país no ha sido capaz de procurar el bienestar ni la seguridad de los migrantes. Tampoco se han efectuado acciones gubernamentales para vincularlos estrechamente con el crecimiento económico de sus comunidades; sólo basta ver que la pobreza lejos de disminuir sigue aumentando.

Es evidente que mientras el Estado mexicano no asuma al desarrollo local y regional como una prioridad y no haya oportunidades de alimentación, educación, empleo y seguridad en las comunidades migrantes, el círculo de la pobreza y migración no podrá cerrarse.

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