Con música típica del este de Europa, arrancan los conciertos del festival

Al ritmo de jazz vibró la plazuela Miguel Auza, con la interpretación del Cuarteto Sherele, de Guadalajara, México. Por momentos las notas musicales sonaban algo introspectivas, como oraciones, pero a la vez eran totalmente festivas para bailar en rondas y moverse con un ritmo cadencioso en esta velada musical nocturna jazzista.
En su propuesta musical, los integrantes del cuarteto combinaron fragmentos de jazz, rock, tango, así como elementos del folclor argentino, latinoamericano y rumano, además de un toque muy característico de la música judía, que va de la melancolía a lo alegre y bulliciosa y que cautivó al público asistente.
Los cuatro artistas, de diversas nacionalidades, pero unidos artísticamente por la música, Natalie Braux francesa al clarinete; en las guitarras dos mexicanos, Luis Eduardo Arreola y Miguel Ángel Gutiérrez, y Diego Escobar en la batería, conforman uno de los pocos grupos en México, y único en Jalisco, especializado en la música de la tradición judía de Europa del este, también conocida como klezmer.
Klezmer es música itinerante tocada por bandas que recorrían en antaño toda la Europa del este, más instrumental que cantada y que recogía sonidos de aquí y de allá, acciones que con el renacimiento de este peculiar estilo, en la actualidad se enriquece con la mezcla de recientes ritmos.
Sherele fue una fiesta multicultural, que ofreció, en este magnífico escenario de la Plazuela Miguel Auza, sonidos antiguos enriquecidos con ritmos estimulantes y coloridos, sobre todo del clarinete, instrumento característico de este tipo de música, que al escucharla provocó en los presentes introducirse en el ambiente de una cantina en Rumania, según explicó la clarinetista Natalie a los asistentes al concierto.
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