Zacatecas, Zac.- El obispo Sigifredo Noriega Barceló solicitó la atención inmediata del gobernador David Monreal Ávila para las familias de desaparecidos en Fresnillo, Zacatecas. El prelado transmitió un escrito el 26 de noviembre de 2025, exigiendo la lista oficial de no localizados, pero el gobierno estatal no ha ofrecido respuesta, agravando el sufrimiento de los colectivos.
El rol del obispo de la Diócesis de Zacatecas ha pasado de ser un consuelo espiritual a una mediación institucional ante el evidente vacío de interlocución. El encuentro del 26 de noviembre en Fresnillo con cerca de 200 personas, principalmente madres buscadoras, culminó en la entrega de un escrito dirigido al titular del Ejecutivo estatal.
Noriega Barceló confirmó haber entregado este documento la semana pasada, pero el silencio oficial ha sido la única respuesta recibida hasta el momento. Esta omisión, según el prelado, no solo denota una falta de sensibilidad política, sino que expone el abandono institucional que sufren los colectivos.
Las familias y colectivos no demandan un diálogo superficial, sino el acceso a la verdad y a la información oficial que les permita avanzar en el duelo y la búsqueda. La exigencia principal incluye la entrega de la lista oficial de personas no localizadas, además de una rendición de cuentas sobre las acciones emprendidas en sus casos.
El obispo destacó la magnitud del problema en Fresnillo, calificando la lista de gente afectada como “larga, larga”. Subrayó con firmeza que las personas no localizadas “no son un número más” y que la indiferencia institucional solo agrava la incertidumbre y alimenta el desgaste emocional de quienes buscan a sus seres queridos.
Noriega Barceló lamentó públicamente que el gobernador no haya accedido a reunirse con los colectivos, a pesar de las múltiples peticiones. Esta negativa oficial genera una profunda desconfianza y refuerza la percepción de que la administración estatal evade su responsabilidad.
El prelado insistió en que la solución a la crisis de violencia no se resuelve únicamente con la disminución numérica de los asesinatos, ya que “siempre queda la herida mucho tiempo” que debe ser curada y atendida por las autoridades. La Iglesia ha reafirmado su compromiso moral de seguir acompañando a las víctimas, brindando consuelo y manteniendo viva la memoria para evitar que “desaparezcan también en el anonimato”. Este llamado directo a la responsabilidad gubernamental subraya la crisis de interlocución entre el Estado y las víctimas de la violencia en Zacatecas.
LNy | Redacción

