PABLO PEDROZA
“Son unos tontuelos fanáticos del Salario a costa del erario”.
“Que se compara un mandaderillo ignorante a un líder ilustrado”.
“Esbirros de Verónica Díaz”
“Pendejos”
Expresiones del pueblo bueno y sabio
encontrados en el centro de la ciudad
Las expresiones anteriores provienen de algunos integrantes del pueblo bueno y sabio —dos de ellos beneficiarios de programas del Bienestar—, entrevistados al azar mientras se dirigían a comprar queso al mercado Genaro Codina, El Laberinto, en La Pilarica. Esto, después de mostrarles el video de un tal Rubén Flores y su postura sobre las opiniones del obispo. Hubo una persona de unos 30 años que, matizando con un “por algo lo dijo”, sugirió que el obispo debería ocuparse de los temas celestiales. Finalmente, uno más dirigió un epíteto hacia Rubén que, por consideración a su progenitora, no escribiré aquí.
Que a esta nueva estirpe de la supremacía morenista, que se cree infalible, le moleste la opinión de quien señale fallas, incumplimientos u omisiones —vengan de donde vengan— no es nuevo. Para ellos, todo es perfecto. Para ellos, es un tema de fe fanática: creen que por provenir de “su movimiento”, nada es mejorable; por designio propio, así es y sanseacabó. Son los dueños del Corán de la vida pública del país.
Que nada nos asombre. Esta ausencia de tolerancia, diálogo y práctica de una política con y para todos les quedó inoculada desde que, de aspirantes a demócratas, acabaron sometidos al fanatismo que les inculcó Andrés Manuel López Obrador.
Una vez que llegó al poder presidencial, Andrés Manuel López Obrador normalizó la intolerancia y la polarización, convocando día tras día desde “la mañanera” a un México dividido en bandos, mientras se autoproclamaba moralmente superior y arrastraba en ese proceso a sus seguidores.
Así, desde 2018 a la fecha, México se ha convertido en un país de “chairos” y “fifís”, de etiquetas simplistas que antagonizan a la sociedad según la conveniencia del nuevo polo hegemónico de poder. Quienes mejor se han visto reflejados en este esquema son precisamente aquellos fanáticos —con poder o sin él— que han renunciado a entender la política como deliberación, que ven el diálogo como sometimiento del discrepante y perciben toda crítica como una agresión al mundo perfecto que, en su narcisismo político, solo ellos creen habitar.
Se comportan como el ombligo del mundo, poseedores de una verdad inamovible que, sin embargo, comienza a ser desbordada por la realidad: la paralización de regiones por conflictos hídricos, el narco como cogobierno fáctico y una sociedad para la que las promesas iniciales de la “transformación” empiezan a quedarse cortas.
Pero ¿qué desató la boca del testaferro de Verónica Díaz? Una frase: “Las víctimas de la 4T”. Porque en su mundo perfecto no existen las víctimas —como en todo régimen—, no sólo de la delincuencia, sino de los errores y fallas inherentes a cualquier gobierno; pues una cosa es la voluntad y otra muy distinta la capacidad real de ejecución.
Son incapaces de aceptar cualquier falla en su modelo. Sin embargo, bien valdría la pena que reflexionaran sobre lo que escribe David Runciman: “Las instituciones políticas dependen de elecciones humanas, y los seres humanos jamás perderán la capacidad de meter la pata”.
Antes tan insistentes en observar la paja en el ojo ajeno, hoy, por la defensa de sus intereses, se han vuelto ciegos ante la viga en el propio. Creen, pero han dejado de razonar.
Por cierto, ¿no hubiera sido mejor si, en su entorno unicelular, hubieran dado acuse de recibo al escrito que, por medio del obispo, las madres buscadoras de Fresnillo esperaban fuera entregado a David Monreal? Un documento en el que piden, simplemente, ser escuchadas e informadas sobre lo que, en este tema, se está haciendo.
Esta solicitud de las madres buscadoras representa un raspón que hace dudar del optimismo oficial expresado por la nueva gobernanza desde la comodidad de sus comunicados de prensa. Pero que no les perturben: ellos están desesperados por asumirse como los herederos, como “los verónicos” —aunque sean toreros mediocres—, pues les urge que el proyecto crezca para asegurar continuidad, y si es con impunidad, mejor.
En esta lógica, lo expresado por Rubén Flores es más un desesperado intento de control de daños, ante el cada vez más cercano momento en que la decisión sobre quién será el candidato o candidata de Morena no favorezca a quien se ha mantenido como un sometido sirviente.
No es la primera vez que se apunta hacia don Sigifredo. Ya en este mismo espacio escribimos en noviembre, y reitero: “Lástima que, en la costumbre morenista, los oficiosos obstinados no logren encontrar la armonía de los caminos”.
Igualmente: “Por cierto, quienes se escudan en un rancio laicismo para evadir lo que les incomoda deben tener claro que opinar o reflexionar sobre temas sociales es un asunto superado en la norma vigente. Nada prohíbe a los ministros de culto expresar sus inquietudes y opiniones. Lo que sí está prohibido es el proselitismo político o la asociación con esos fines. Este no es el caso”.
En esa tesitura, la Arquidiócesis Primada de México ha manifestado con claridad su postura: “La Iglesia Católica tiene derecho a realizar posicionamientos sobre temas de interés público y también a difundir su doctrina”. Señala que, de acuerdo con la Constitución, tiene el derecho a profesar sus creencias y a opinar sobre los temas sociales de actualidad, siempre y cuando no se asocie con una opción política o realice proselitismo a favor o en contra de alguien en particular. ¿Así o más claro?
Finalmente, retomo de aquel escrito lo siguiente: “La misma Arquidiócesis ha asegurado, ante señalamientos sobre si implica una violación al Estado laico que la Iglesia realice posicionamientos sobre temas públicos, que la Iglesia tiene la libertad y el derecho de propagar su doctrina”. En concreto, establece que “los temas de importancia de la sociedad que forman parte esencial de la Doctrina Cristiana, como el combate a la pobreza y el desarrollo económico (el cuidado del prójimo), la seguridad pública (evitar la violencia, el robo, el asesinato), el cuidado de la vida, el cuidado y protección de la familia (orden natural y social) y la búsqueda de gobiernos honestos y eficientes (verdad y justicia) no solo pueden sino que deben acompañar el discernimiento diario y los actos de los fieles cristianos de nuestro país”.
Más aún, ha afirmado que la labor del sacerdote en materia pública consiste, precisamente, en ayudar a iluminar la conciencia del fiel.
Monseñor Sigifredo ha abordado temas públicos con plena conciencia de sus posibilidades y alcance, luego de más de una década al frente de su responsabilidad pastoral.
Su labor como cabeza de la Diócesis de Zacatecas es particularmente demandante. De acuerdo con datos abiertos, la diócesis abarca un territorio de 59 mil 15 kilómetros cuadrados, que incluye 48 municipios de Zacatecas, cinco de Jalisco y uno de San Luis Potosí. Por esta razón, es natural que la visión del obispo trascienda lo meramente estatal y adopte un carácter regional, reflejando las necesidades, temores y aspiraciones de toda su feligresía.
Para 2020, la Diócesis contaba con 112 parroquias y cuasiparroquias, organizadas en 16 decanatos y estos, a su vez, en seis áreas pastorales. El Anuario Pontificio 2021 registra que, a finales de ese año, la Diócesis sumaba un millón 157 mil 600 fieles bautizados —casi la población total del estado de Zacatecas—, lo que da cuenta de su peso demográfico y social.
Conforme avancen los acontecimientos rumbo a 2027, Monseñor Sigifredo seguirá siendo una voz que debemos escuchar no de manera facciosa, sino con apertura y espíritu constructivo.
De Salida
UNO. Es lamentable que pretendiendo ser una transformación se conduzcan con actitudes de medieval obsesión.
DOS. Sería revelador que Rubén Flores se atreviera a informar cuántos recursos públicos se han destinado a promover la figura de Verónica Díaz, o eso sí es muy propio de la 4T.
TRES. Rubén Flores estuvo en el Senado con David Monreal y después en el Programa Ganadero impulsado por Verónica Díaz. Ante esto, surgen dos interrogantes: ¿Lo expresado por Rubén cuenta con el aval —o incluso la instrucción— de David Monreal y Verónica Díaz para agredir a la Diócesis? ¿O actuó, una vez más, de manera oficiosa, acostumbrado ya a acompañar y a contribuir al fracaso de los proyectos de Monreal?
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Columnista con experiencia pública y mirada crítica.
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