SOLEDAD JARQUÍN EDGAR
Juchitán de Zaragoza es el vacío. La nada. El viento que pasa fuerte por ahí, se llevó las promesas, las palabras, a la gente. Ahí se instaló la muerte. La violencia que se ha vuelto costumbre, no de ahora, desde hace tiempo. Violencia-muerte que no tienen reparo, se han vuelto cínicos. Es el ojo del visor de un mundo grotesco, una muestra. El miedo se suda por la piel y la boca se seca.
Una niña sostiene una manta que dice: Las niñas no se tocan. Es una protesta a un mundo que no quiere ver. La foto está en todas partes, en los medios de comunicación, en las redes sociales, cuando Noelia Daylen marchó con esa mana nadie la leyó, fue una niña más caminando al lado de su madre en una marcha.
Porque en Juchitán nadie ve nada, nadie dice nada…es el vacío, la nada.
En Juchitán (en el istmo de Tehuantepec, Oaxaca) se asentaron los dioses de polvo que trajeron los vientos y se petrificaron con el tiempo, dioses que deslumbran sin dejar de ser bárbaros. Es la muestra del retroceso humano, donde la vida, literal, no vale nada. Es el ejercicio de un sistema patriarcal, machín, mandón, matón, descarnado, un sistema que no vio a la pequeña ni a ninguna mujer.
Noelia, asesinada hace unos días tenía cuatro años, su madre Adilene tenía 21. Hace cuatro años su madre era otra niña cargando a otra niña. Juchitán no las vio porque es costumbre ser madre cuando se es niña, adolescente.
Lejos de Juchitán, es claro, a Noelia y a su madre les falló el sistema de una y otra forma. Quizá después de sus violentos asesinatos el sistema les siga fallando. No sería extraño en un país donde la impunidad es el manto protector de los matones. En vida el sistema político mexicano no las protegió, no les garantizó sus derechos.
Una joven de 16 años se embaraza y tiene una niña. La pregunta porque seguimos negando la posibilidad de la educación sexual, por qué hasta hoy el sistema de gobierno, que es uno, aunque divisible, no le garantizó la educación ni sus derechos reproductivos a Adilene.
Porque cómo lo hemos denunciado, muchas veces, en Juchitán persisten los grupos criminales caminando con sus AR-15 sin que nadie se altere por ello y cuando digo “nadie” me refiero a las autoridades. La respuesta es simple, siempre hay una implicación más allá de los grupos delictivos, una que viene desde el poder, no es un rumor, es una realidad.
No vamos a criminalizar a las víctimas. No sería correcto, para eso se pintan solas las autoridades, que justifican así lo que han hecho: NO GARANTIZAR LOS DERECHOS DE ADILENE Y DE NOELIA.
Garantizar la vida libre de violencia contra las mujeres es un todo, es la garantía de una vida donde eso que llaman “igualdad sustantiva”, valga la redundancia, se vuelva realidad, se pueda tocar, sentir y vivir. Pero las autoridades ven la violencia feminicida y el feminicidio desde un lugar menos importante, menos trascendente, ya no abundo en eso porque se ha dicho muchas veces, pero un ejemplo, sin duda es la disminución de presupuestos, eliminación de programas y la confusión -intencionada, clientelar- de actuar como beneficencia pública y no para garantizar los derechos humanos de las mujeres. Normatividad estatal, nacional e internacional tenemos, lo que no tenemos son instituciones que las cumplan.
Juchitán es un ejemplo de muchos otros municipios del país y es el lugar más peligroso para las mujeres, al menos en Oaxaca. En 2025, el promedio de feminicidios es de 14.4 de cada cien, de los ocurridos en estos 10 meses y casi 15 días de 2025 en Oaxaca, la entidad donde la primavera se marchitó tan pronto como empezó, que hasta el gobierno de Salomón Jara dejó de usar su eslogan, cuando está a días de cumplir, apenas, tres años de gobierno.
En Juchitán los dioses de polvo está alimentada por la ambición del poder real, político y el caciquil, al que se ha unido con naturalidad inaudita el poder de los grupos criminales, que es real y efectivo. No se puede explicar de otra manera.
Así entonces, a Noelia una niña de 21 años y a su madre, así como a otra mujer que estaba junto con ella y otro joven cuando fueron asesinadas por un comando armado, las autoridades les deben la vida y ahora la justicia. Esa que estaremos pendiente de que se cumpla.
Sobre la Firma
Periodista feminista oaxaqueña contra la impunidad.
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