El debate sobre el apodo “Andy” para López Beltrán, hijo del expresidente Andrés Manuel López Obrador, escaló cuando el senador Ricardo Monreal defendió el uso del término calificando como violencia vicaria las críticas hacia él. La declaración desató una ola de rechazo de legisladoras y colectivos feministas, quienes acusan al morenista de distorsionar un concepto jurídico grave para proteger intereses políticos.
La diputada priista Isadora Santiváñez (Zacatecas) calificó las palabras de Monreal de “profundamente irresponsables”. Subrayó que la violencia vicaria —reconocida en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia— implica el daño físico o psicológico a hijos como mecanismo de control contra sus madres: “No es una metáfora. Hablamos de infancias asesinadas, sustraídas o torturadas para castigar a mujeres”, afirmó.
Santiváñez exigió precision terminológica: “Usar este término fuera de contexto es un insulto a las víctimas. Legislaremos en Zacatecas para que no se banalice”, advirtió, refiriéndose a su iniciativa local para tipificar el delito.
El Frente Nacional de Mujeres: “Ofensa a las víctimas”
En una carta abierta, el colectivo reprochó a Monreal “reducir a analogía política una tragedia documentada”. Recordaron que la violencia vicaria fue incluida en 2023 en el Código Penal Federal tras años de lucha feminista: “No describe ataques mediáticos, sino crímenes reales. Compararlos con críticas a ‘Andy’ minimiza el dolor de miles”.
El senador no ha rectificado. Su argumento inicial sugiere que el rechazo al apodo busca “desprestigiar simbólicamente al expresidente a través de su hijo”, equiparando esto con la violencia vicaria. Expertas en género, sin embargo, señalan que la figura jurídica requiere intencionalidad de daño directo a menores como extensión de agresión a sus madres —ajena a este caso—.
López Beltrán insistió en que llamarlo Andy “diluye el legado de mi padre”, aunque críticos ven en el episodio un intento por controlar narrativas. Para analistas, la reacción de Monreal refleja una tendencia en la 4T de “blindar a figuras afines con lenguaje de victimización”, incluso cuando choca con causas sociales sensibles.
LNY/Redacción