OMAR CARRERA
El cierre de año en México no solo es un ejercicio de balance, sino también una oportunidad para reafirmar rumbo. El 2025 fue un año que inició con altas expectativas y que, al llegar a su final, puede leerse como un periodo de transición necesario para sentar bases más firmes hacia el futuro. No fue un año sencillo, pero sí uno determinante para preparar el terreno de lo que viene.
Al comenzar el 2025, el país apostaba por la estabilidad política, la continuidad institucional y la capacidad del Estado para mantener el rumbo en un contexto nacional e internacional complejo. Hoy, con perspectiva, puede afirmarse que México sostuvo su gobernabilidad, defendió su soberanía económica y mantuvo un equilibrio que permitió avanzar sin rupturas. En un entorno global marcado por incertidumbre, eso no es menor.
El 2025 dejó avances que muchas veces pasan desapercibidos. Se fortalecieron programas sociales, se sostuvo el empleo, se mantuvo la inversión pública como motor de desarrollo regional y se preservó la estabilidad macroeconómica. Hubo retos, sí, pero también decisiones responsables que evitaron retrocesos mayores. La política cumplió su función esencial: dar certeza y orden en tiempos de cambio.
Este año también fue clave para el diálogo político. México entendió que gobernar no es imponer, sino construir consensos. Desde el ámbito federal hasta lo local, se abrió paso una etapa donde el entendimiento entre actores comenzó a prevalecer sobre la confrontación estéril. Esa madurez institucional es uno de los activos más importantes que deja el 2025.
De cara al 2026, el país entra en una etapa de consolidación. La expectativa ya no es la promesa, sino el resultado. El 2026 se perfila como un año para profundizar políticas públicas, acelerar proyectos estratégicos y traducir la estabilidad en bienestar tangible para las familias mexicanas. Es un año para hacer que lo que ya funciona, funcione mejor.
El optimismo hacia el 2026 no es ingenuo, es responsable. Hay condiciones para avanzar con mayor coordinación entre niveles de gobierno, para fortalecer la seguridad desde una visión integral y para impulsar el desarrollo económico con justicia social. México cuenta con una sociedad participativa, instituciones en operación y un proyecto de país que sigue evolucionando.
La política, cuando se ejerce con visión y compromiso, es una herramienta de transformación. El 2026 será la oportunidad para demostrar que las decisiones tomadas en años anteriores empiezan a rendir frutos, que la estabilidad se convierte en crecimiento y que el diálogo se traduce en gobernabilidad.
México cierra este año con experiencia, aprendizaje y rumbo. El 2025 fue el año que ordenó el tablero; el 2026 será el año para mover las piezas con mayor claridad y determinación. Hay motivos para confiar, para construir y para avanzar. El país tiene con qué, y lo que sigue depende de mantener la unidad, la responsabilidad y la visión de futuro.
Nos vemos en el 2026, felices fiestas.
Sobre la Firma
Ingeniero, funcionario estatal y columnista morenista.
omar.carrera@zacatecas.gob.mx
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