viernes, diciembre 5, 2025
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Los que vienen a ”salvarnos”… de lo que ellos mismos provocan

RAYMUNDO MORENO ROMERO

En Zacatecas ya nos sabemos la coreografía de memoria: llegan los legisladores de Morena y aliados —los mismos de siempre, Ulises Mejía Haro, Carlos Puente, Ricardo Monreal y compañía— se plantan frente a las cámaras, se ajustan al guión y sueltan el clásico: “Estamos aquí para apoyar al pueblo, al campo, a la gente buena de Zacatecas.”
Y uno respira hondo, porque si algo sobra es experiencia para sospechar cuando un político oportunista aparece con mucha demagogia y pocos, nulos resultados tangibles.

Lo curioso e indignante es que mientras se dan golpes de pecho en cada visita, tanto en la cámara de diputados como en el Senado empujan reformas que huelen más a despojo que a apoyo. La famosa reforma a la Ley Nacional de Aguas, disfrazada de modernización, de orden, de “administración responsable”, en realidad abre una puerta peligrosa: la centralización del control del agua bajo criterios discrecionales, el debilitamiento de las concesiones legítimas de productores y la posibilidad real de que tierras y pozos que han sido el sustento de generaciones queden a merced del gobierno… o peor aún, de los grupos de poder que hoy se reparten el país como si fuera su herencia familiar.

Mientras los agricultores luchan por mantener viva una parcela, estos legisladores votan para que el agua —el corazón del campo— pase del control ciudadano a una suerte de club privado donde solo entran quienes traen invitación. Y casualmente, las invitaciones casi siempre llevan los mismos apellidos.

Vienen Ricardo, Ulises, Puente, Ramírez Cuéllar, Narro y el resto a Zacatecas a hablar de “justicia social”, pero regresan a la Ciudad de México a aprobar mecanismos que, en nombre de la regulación y la “lealtad al movimiento”, permiten expropiar de facto lo que no han podido arrebatar de frente: concesiones, derechos adquiridos, infraestructura pagada con el sudor de las familias campesinas mexicanas y zacatecanas.

Vienen a posar en tractores, pero legislan como si el campo fuera un estorbo. Vienen a decir que el agua es del pueblo, pero trabajan para que su manejo quede en manos de unos cuantos… los mismos cuantos de siempre, la mafia del poder del nuevo partido de Estado, refrito del anterior: Morena.

El mensaje implícito es brutal: “Confíen en nosotros.”
Y el resultado legislativo dice exactamente lo contrario.

Porque no se trata solo de una ley. Se trata del patrón. De la contradicción flagrante entre el discurso populista que repiten en Zacatecas y la agenda centralista que promueven en el Senado y San Lázaro. Se trata de ese viejo truco político de usar al pueblo como escenografía, mientras se avanza en acuerdos que afectan directamente a ese mismo pueblo.

La pregunta no es por qué lo hacen. La pregunta es cuánto tiempo creerán que la gente se seguirá tragando el discurso, mientras destruyen nuestro futuro colectivo.

Zacatecas merece representantes que no vengan a darnos misa, sino certezas.
Que no regalen discursos, sino respeto.
Que no legislen pensando en sus familias, sino en las nuestras.

Porque el campo no necesita visitas. Necesita justicia.
Y el agua no necesita sermones. Necesita protección, democratización, tecnificación y sostenibilidad, no apropiación.

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Funcionario público con responsabilidad social y cultural
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