CLAUDIA G. VALDÉS DÍAZ
Hay programas que nacen para aliviar el hambre y otros que, sin pudor, sirven para alimentar ambiciones. En Zacatecas, Corazón Contento se vende como la gran cruzada de la ternura gubernamental, pero basta asomarse a una de sus entregas para entender que ese corazón late al ritmo de las encuestas.
El proceso electoral de 2027 aún no arranca en el calendario oficial, pero en los hechos ya entró en campaña: las despensas, las posadas, los juguetes y hasta las ristras de electrodomésticos que rifan bajo el lema de “bienestar” trazan la ruta de la candidata del todavía inquilino de La Casa de los Perros. Más que un programa social, es un templete itinerante.
La escena es ya un ritual conocido: el gobernador llega, la multitud espera, las cajas con el logotipo del SEDIF se apilan como escenografía y, entre aplausos calculados, aparece Verónica Díaz, presentada no como aspirante, sino como heredera natural del proyecto.
Gobernador y senadora —y precandidata de facto— avanzan en tándem por los 30 municipios que ya participan en el esquema peso a peso. El mensaje es directo: quien se sume al programa estará del lado correcto. Y quien no, tendrá que explicar por qué rechaza “la justicia alimentaria”.
El programa nació en 2024 con un discurso noble: reconstruir comunidad, llevar alegría a infantes, promover la corresponsabilidad ciudadana a través de la limpieza de calles, la mejora de escuelas y el cuidado de adultos mayores.
Pero en política, los discursos nobles suelen ser la primera víctima de la temporada electoral. A cada entrega de despensas en Noria de Ángeles —más de mil 850, con una inversión cercana a los 2.5 millones de pesos— o a cada repartición de apoyo en Villa Hidalgo —más de 600 familias— le sigue la misma postal: David Monreal posa, Verónica Díaz sonríe, y entre ambos se dibuja la promesa de continuidad.
No importa que falten dos años para la elección, la campaña ya está servida en canastas navideñas y rifas de licuadoras.
El gobernador insiste en que los alcaldes pueden confiar: Corazón Contento no se usará con fines electoreros. Lo dice mientras recorre los municipios, acompañado de su candidata, mientras su equipo transmite en vivo cada entrega, mientras la 4T local celebra avances, justicia social y derechos constitucionales al mismo ritmo que se miden preferencias internas.
La invitación a los 58 presidentes municipales para que se sumen al programa antes de 2026 tiene un doble filo: aporte usted su peso, que yo pongo el mío… y la foto la ponemos los dos, siempre y cuando la acompañe la persona adecuada.
La novedad para 2026 es reveladora: si algún alcalde no quiere entrar al esquema, no pasa nada; las comunidades podrán organizarse en comités para cofinanciar el programa de forma directa. Traducido: si la autoridad municipal no quiere aparecer en la foto, no importa, la fallida nueva gobernanza encontrará otra puerta para entrar, entregar, agradecer y —de paso— apuntalar la candidatura oficial. La “corresponsabilidad ciudadana” no sólo limpia calles; también limpia obstáculos.
Mientras tanto, el discurso de la Cuarta Transformación ilustra el telón de fondo. En Villa Hidalgo, Verónica Díaz presume que los programas sociales —pensiones, becas, apoyos al campo— ya no son dádivas: son derechos constitucionales. Lo cierto es que, en campaña anticipada, todo derecho puede convertirse en recordatorio.
Y los más de 140 millones de pesos destinados al municipio se mencionan con el mismo entusiasmo con el que se anuncia la Verbena Familiar Revolucionaria o el Festival de Jazz y Blues. La transformación avanza, dicen. Lo que no dicen es que, en esta etapa, avanza con más prisa que pudor.
El gobernador se muestra como “hombre de territorio”: carreteras rehabilitadas en Morelos, rescate vial en Noria de Ángeles por casi 30 millones de pesos, compromisos hidráulicos para 2026, programas de autoempleo, espacios deportivos habilitados en Fresnillo. Cada obra se presenta como respuesta a una deuda histórica y, al mismo tiempo, como combustible para un proyecto político que ya tiene nombre y apellido.
La narrativa oficial habla de finanzas sanas; la realidad apunta a un gobierno que invierte, sí, pero también exhibe cada inversión como si fuera un spot.
Y en Guerrero, Colima o Michoacán podrán discutir sobre paridad, tensiones internas o definiciones para 2026. Aquí, en Zacatecas, el asunto es más rudimentario y peligroso: ¿puede un programa alimentario convertirse en plataforma electoral sin que nadie lo nombre? ¿Puede un gobernador placear a su candidata dentro de un esquema que, por ley, debería ser neutro, universal, blindado? ¿Puede un proceso electoral adelantarse tanto que las urnas comiencen a llenarse con anticipación… de despensas?
Corazón contento, sí. Pero el estómago político, lleno de dudas. Y en esta Casa, las dudas también pesan.
Sobre la Firma
Periodista especializada en política y seguridad ciudadana.
claudia.valdesdiaz@gmail.com
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