CUAUHTÉMOC CALDERÓN GALVÁN
Zacatecas no está enfermo. Está mal diagnosticado, mal atendido y peor gobernado en el tema más delicado de todos, la salud. No lo digo solo yo. Lo dice cada paciente que no consigue un medicamento básico. Lo dicen los médicos que trabajan sin guantes, los familiares que suplican en urgencias, los doctores que operan con luz del celular porque no hay otra cosa.
El colapso del Hospital General de Zacatecas no fue súbito. Viene de tiempo atrás. Faltan más de 200 enfermeros, no hay insumos y la atención se ha limitado únicamente a urgencias graves. Las consultas están suspendidas. Los quirófanos están cerrados. Y el desabasto, como siempre, es parte del paisaje. ¿La respuesta del gobernador? Acusar que todo es una “cortina de humo”, sin soluciones ni autocrítica.
Pero el origen de esta enfermedad institucional no está solo en Zacatecas. Viene desde la Federación. Primero desaparecieron el Seguro Popular, que con todo y sus fallas funcionaba. Luego improvisaron el Insabi, que prometía atención universal, pero colapsó sin ni siquiera poder echarlo a andar. Hoy nos presentan el IMSS Bienestar como si fuera una solución, cuando en realidad apenas es un parche mal cosido sobre un sistema ya reventado, -sino pregunten a los usuarios del IMSS. Tiene más propaganda que resultados. Más discursos que camas. Más metas que médicos.
La pandemia dejó al descubierto el tamaño real del desastre. Y lejos de corregir, el gobierno federal prefirió esconder los errores y mentir con cifras. Ahora, con el brote de sarampión que ya supera los dos mil quinientos casos confirmados y que ya alcanzó a Zacatecas, la negligencia es aún más grave. La cobertura de vacunación está por los suelos. Hay municipios donde ni la mitad de los niños están vacunados. La prevención fue abandonada. La salud pública también.
A nivel local, no hay una estrategia real para lo urgente. Ni siquiera una mínima ruta de atención. No hay plan de emergencia para reabrir quirófanos. No hay recursos extraordinarios para insumos ni para medicamentos esenciales. No hay contratos inmediatos para personal médico. Lo único que sí hay, como siempre, son ambulancias nuevas para la foto. Mientras tanto, los hospitales están al borde del paro técnico. Los doctores lo dicen sin filtros “mejor no te enfermes”.
Lo más grave es que mientras todo eso pasa, el gobierno estatal se dedica a desacreditar a los trabajadores de la salud, a descalificar a los médicos que levantan la voz y a negar la magnitud del colapso. En lugar de pedir ayuda, culpan. En lugar de corregir, confrontan. En lugar de reaccionar con humildad, se encierran en la arrogancia del poder. Lo mismo que hizo el gobierno federal cuando enterró al Insabi. Lo mismo que están haciendo ahora mientras improvisan con el IMSS Bienestar sin estructura, sin reglas claras y sin resultados tangibles.
Lo que Zacatecas necesita es otra cosa. Necesita un reconocimiento público y transparente del desastre que estamos viviendo. Necesita una auditoría completa de cómo se han ejercido los recursos en salud desde 2021. Necesita una coordinación real y urgente con la Federación para salvar los hospitales que están a punto del colapso. Y necesita también un fondo estatal de emergencia que garantice medicamentos esenciales, insumos básicos y personal médico en las áreas más sensibles.
La salud no es un tema de partidos. Es un tema de humanidad. Lo que está en juego no es una elección. Es una vida. O miles. ¿O también vamos a normalizar que morir esperando atención médica es parte de la transformación?
Por cierto, ¿cómo caerían unos mil millones de pesos, de los que tienen guardados en el fideicomiso del segundo piso, para regularizar el tema de la salud? El dinero ahí está, lo que se ocupa es la voluntad de David.
El fuego sigue ardiendo.
Nos leemos la próxima semana.
