lunes, junio 23, 2025
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Fuego Cruzado | Dos gobiernos disímbolos, mismo estilo

CUAUHTÉMOC CALDERÓN GALVÁN

Uno gobierna el estado, el otro la capital. Pero en el fondo, David Monreal y Miguel Varela son versiones del mismo problema. Políticos atrapados en su propia mediocridad, rodeados de aduladores, tomando decisiones arbitrarias, sin escuchar a nadie y sin rendir cuentas. Uno en Morena y el otro en el PAN, pero los une una visión autoritaria de poder. Vertical, opaca y con profundo desprecio por la inteligencia colectiva.

David Monreal intentó imponer un segundo piso con opacidad, sin consulta ciudadana, sin sustento técnico, sin permisos, sin respeto por el entorno. Lo quiso imponer con prisa, dinero público y mal cálculo político. Cuando no le salió, culpó a todos menos a sí mismo. Miguel Varela, por su parte, impone una escultura -en la que el creador no es parte del tema, por aquello de la sensibilidad a la crítica- de más de dos millones de pesos sin convocatoria, sin concurso, sin cuidado político, sin consulta artística, sin permisos del INAH, sin revisión de la Junta de Monumentos. Y lo hace violando el propio escudo de armas, constitucional y con reglamentación legal patra su uso. ¿Diferencias? Sólo el color del partido. En el fondo, son iguales.

Ambos han hecho del capricho una forma de gobierno. No gobiernan con equipos sólidos, con credenciales técnicas solventes -salvo muy pocas excepciones- ni con vocación de servicio. Se rodean de incondicionales, de ingenuos obedientes que repiten argumentos ridículos y que a falta de convicción presumen lealtades que en realidad son cheques de nómina. Defienden lo indefendible, porque el sueldo los manda. Y el día que dejen de cobrar, obedecerán a otro amo. Al tiempo.

El segundo piso de David y la escultura de Varela revelan una misma cultura política. La del autoritarismo disfrazado de gestión, la de la improvisación vestida de modernidad. Ambos personajes llegaron al poder con promesas de cambio. Monreal decía que ahora sí gobernaría un hombre del pueblo; Varela juraba ser el alcalde de la participación ciudadana y de la permanente presencia en la capital. Hoy son los principales impulsores del autoritarismo blando, de la ausencia, donde todo se decide en lo oscurito, donde todo se contrata por adjudicación directa, donde el arte, la infraestructura y la historia se utilizan como pretexto para pagar favores.

Vale la pena por respeto a usted, querido lector, mencionar que fui parte de sus campañas triunfadoras. No como espectador, sino en posiciones clave. Y no me deslindo de esa historia. En ambos casos, David Monreal y Miguel Varela me buscaron. Yo no los busqué. Me pidieron acompañarlos porque sabían que mi experiencia podía sumar y se comprometieron -con claridad- a hacer gobiernos distintos. Más abiertos. Más inteligentes. Más cercanos a la gente. Hoy, la evidencia es brutal, resultaron iguales.

La diferencia entre el candidato y el gobernante ha sido abismal. De escuchar, considerar y construir estrategias en equipo… pasaron a rodearse de zalameros sin preparación, dispuestos a obedecer y repetir lo que sea a cambio de un sueldo. De prometer orden, planificación y diálogo, terminaron tomando decisiones improvisadas, sin método, sin sustento y sin respeto a nadie. Lo más grave no es que se equivoquen, es que se niegan a corregir. Han confundido la terquedad con la firmeza, y la soberbia con el liderazgo.

Todavía hay quien cree que cuestionarlos es traicionar al equipo. No entienden que lo que se traiciona es a Zacatecas. A su historia. A su dignidad. A su gente. No se puede gobernar desde el ego. No se puede administrar una ciudad ni un estado si se necesita rodearse de mediocres aduladores para sentirse capaz. Quien se siente chiquito, se rodea de más chiquitos para creerse grande.

Zacatecas ya no está para ocurrencias ni para gobiernos de ornato. Necesita líderes serios, con equipos capaces, con visión, con respeto por los símbolos, por los recursos y por la gente. Necesita menos escenografía y más carácter. Menos espectáculo y más responsabilidad.

Mientras tanto, ahí están, uno y otro, pretendiendo que gobiernan, cuando en realidad sólo están actuando. Con mal guion, mala escenografía y peor dirección.

Al calce.

¿Vio o escuchó alguna postura o información de David Varela o Miguel Monreal -perdón por la confusión, son tan parecidos- ante las inundaciones del sábado por la noche en el Centro Histórico? No. ¿Por qué? Porque no estaban, así de fácil.

El fuego sigue ardiendo.

Nos leemos el próximo lunes.

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