En Zacatecas, el voto llegará bajo escolta. El Instituto Nacional Electoral (INE) ha desplegado, junto con el Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, un operativo logístico que recuerda más a una misión de seguridad nacional que a una jornada cívica. A menos de una semana de las elecciones del 1 de junio, las urnas avanzan en convoyes fuertemente custodiados por caminos que aún registran episodios de violencia e impunidad.
Matías Chiquito Díaz de León, delegado del INE en la entidad, confirmó que el proceso de distribución de materiales electorales inició el pasado 25 de mayo y concluirá el 30. Se operan al menos 20 utas por día que atraviesan 40 municipios, con vigilancia
permanente de fuerzas armadas. El 100 % de la documentación correspondiente a la elección local ya fue entregada a los 58 Consejos Municipales.
La federal, que comenzó a distribuirse un día después, sigue el mismo curso. En total, se instalarán mil 846 Mesas Directivas de Casilla, cuyos presidentes ya están en posesión del material. Más del 99.6 % de los funcionarios electorales han sido capacitados, incluyendo simulacros prácticos.
El INE implementó un sistema de trazabilidad digital mediante códigos QR adheridos a las cajas que contienen boletas, actas y urnas. A través de dispositivos móviles, los capacitadores registran cada movimiento: la salida de bodega, la entrega a las presidencias de casilla y su posterior devolución a los consejos distritales. No habrá Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP); en su lugar, las actas serán transmitidas en
tiempo real mediante redes sociales. El escrutinio comenzará a las 20:00 horas del 1 de junio, y los cómputos locales deberán concluir el 12 de junio, para entonces enviar los expedientes al Consejo General del INE, que asignará los cargos con base en paridad de género y mayoría de votos.
Nunca, desde 1991, ha quedado un paquete electoral sin entregar en Zacatecas. La afirmación del delegado suena más a un juramento que a una estadística: “Y no será el caso en 2025”, subrayó. Su mensaje es claro: mientras el proceso democrático avanza, lo hace sostenido por la disciplina, vigilancia y estructura del aparato militar.
Frente a esta realidad, el discurso del gobernador David Monreal Ávila navega en otra dirección. Desde el presídium de la Mesa de Construcción de Paz, el mandatario insistió en que “no hay un solo indicador que comprometa la elección”, y aseguró que Zacatecas vive un ambiente de calma y voluntad ciudadana. Según él, la jornada será pacífica, ordenada y exitosa. Argumentó que, en contraste con 2021 y 2024 —cuando el estado figuraba en
los reportes nacionales como una zona de alto riesgo electoral—, hoy la realidad “ha cambiado”.
Sin embargo, los datos contradicen el optimismo. Si las condiciones fueran tan favorables como afirma el gobernador, no se justificaría un despliegue de esta magnitud. La declaración de sesión permanente de la
Mesa de Construcción de Paz, del 27 de mayo al 2 de junio, y la participación directa de cuerpos armados en la custodia de cada etapa del proceso, revelan otra cosa: el temor sigue presente. La elección no es sólo un ejercicio democrático, sino un operativo de contención.
Por primera vez en México, se elegirán 881 cargos del Poder Judicial mediante voto popular. Son más de 3 mil 400 candidatos federales y 105 locales compitiendo. Para orientar al votante, el gobierno difundirá una “Guía de la Justicia” —avalada por el Tribunal Electoral— que detalla perfiles y trayectorias. Pero poco podrá aclarar esa guía frente a la desinformación y el desconocimiento ciudadano en torno a un sistema judicial que, hasta ahora, se mantenía lejano e inaccesible.
El gobernador insiste en que la ciudadanía “tiene muchas ganas de votar”, y que el 1 de junio se desmentirá el fantasma del abstencionismo. Pero la realidad muestra una tensión subyacente: se votará bajo vigilancia armada, en un contexto que exige seguridad para garantizar lo básico, no para celebrar la democracia.
La jornada será histórica, sí, pero no por sus logros. Será recordada porque en Zacatecas, como en otros rincones del país, las urnas avanzan protegidas por soldados. Porque el voto, aún libre, necesita blindaje. Y porque cuando la democracia camina con escolta, no es la fiesta cívica lo que resuena, sino el eco del miedo.
LNY/Redacción