AURELIO GAITÁN
En Zacatecas, la geografía del dolor sigue ampliándose. La Fiscalía General del Estado, a través de la Fiscalía Especializada de Búsqueda de Personas, encabezó junto a colectivos y autoridades de la Mesa Estatal dos prospecciones de campo en distintos puntos del territorio.
La primera, en la zona serrana de Valparaíso, arrojó hallazgos perturbadores: restos humanos, cargadores de armas de fuego y prendas tácticas en la comunidad de Colonia Morelos. Una señal más de que la sierra, históricamente refugio de ganaderos y campesinos, se ha convertido en escenario de violencia sin tregua.
En paralelo, se desarrolló otra búsqueda en los límites de Zacatecas y Jalisco, abarcando un radio de cinco kilómetros en la comunidad de Agua Gorda de los Patos, en Pinos, y parte de Ojuelos. En este segundo punto no hubo aseguramientos, pero sí la reafirmación de una verdad incómoda: los rastreos son constantes porque la ausencia es permanente.
A la par de estas acciones oficiales, el grupo de búsqueda forense Las Escarabajos llevó a cabo una doble jornada marcada por la esperanza y la resistencia. El 27 y 28 de agosto, en una finca abandonada de la comunidad La Cañada, en Jerez, las buscadoras localizaron “a flor de tierra” dos cráneos y prendas de vestir.
La finca, cercada por piedras y cubierta de maleza, parecía tragada por el olvido. Viejos casquillos brillaban entre la hierba, como huellas mudas de enfrentamientos pasados. Allí, bajo el sol ardiente o entre la lluvia cortante, las madres prospectaron con varillas, preguntando a la tierra por los ausentes.
El hallazgo fue dolorosamente elocuente: dos cráneos —uno con aparente impacto de bala—, huesos largos, un collar con figuras religiosas, un par de huaraches con calcetas dentro y, en ellos, huesos pequeños de unos pies. También encontraron prendas y objetos personales que fotografiaron para difundir en redes sociales, con la esperanza de que alguna familia los reconozca.
La jornada no estuvo exenta de abandono institucional. Durante el primer día, las Escarabajos transmitieron en vivo para denunciar que la Fiscalía General de Justicia del Estado tardó más de cinco horas en llegar, dejándolas sin acompañamiento ni resguardo en una zona inhóspita.
Para estas mujeres, cada hallazgo es un tesoro, una pista que mantiene viva la esperanza de regresar a alguien a casa. En agosto suman ya tres hallazgos —Santa Ana, La Cañada y Valparaíso— y cinco en total desde que emprendieron esta labor, tan riesgosa como amorosa.
Porque en Zacatecas, la tierra habla. Y son ellas, las buscadoras, quienes insisten en escucharla.
Impulsando la educación en Río Grande
En un estado donde las cifras de rezago educativo son persistentes, cada gesto por la enseñanza tiene un valor multiplicado. Río Grande, bajo el liderazgo del alcalde Mario Córdova Longoria, dio un paso firme al rehabilitar cinco aulas de la antigua Escuela Secundaria Ignacio Manuel Altamirano.
Lo significativo no está sólo en el cemento fresco o en la pintura renovada, sino en el destino de esos espacios: el Programa de Inglés de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Con más de 500 alumnos inscritos, esta iniciativa abre la posibilidad de que nuevas generaciones accedan a un lenguaje indispensable para la competitividad académica y laboral.
El rector de la UAZ, Juan Armando Flores de la Torre, acompañó la entrega, recordando que la educación pública se construye con alianzas estratégicas y visión de futuro. Docentes, alumnos y familias fueron testigos de una apuesta que, aunque local, tiene resonancia regional: formar estudiantes con herramientas que trascienden fronteras.
En tiempos donde la violencia intenta asfixiar a nuestras comunidades, la rehabilitación de aulas parece un acto menor. Sin embargo, aquí radica su fuerza: sembrar conocimiento en tierra áspera es la manera más digna de resistir.
General Pánfilo Natera: el polideportivo renace
En General Pánfilo Natera, donde las oportunidades suelen llegar tarde, el deporte acaba de recibir un respiro. El alcalde Fredy González Vázquez inauguró la rehabilitación integral del Polideportivo de la cabecera municipal, un espacio que llevaba años esperando ser rescatado.
La obra no es menor: césped artificial en la cancha de futbol 7, renovación de la de basquetbol, rehabilitación del área de voleibol de playa y del gimnasio a cielo abierto. Se suman una cancha de rebote remozada, la construcción de una nueva de voleibol tradicional, sanitarios dignos, maya perimetral y un sistema de iluminación que devuelve vida al recinto.
No se trata solo de infraestructura, sino de dignidad. Durante demasiado tiempo los jóvenes deportistas entrenaron en condiciones precarias, limitados por canchas deterioradas y espacios inseguros. Hoy, por fin, cuentan con instalaciones acordes a sus aspiraciones.
El deporte no es un lujo, es un derecho que protege, forma y disciplina. En un municipio golpeado por la falta de alternativas, un polideportivo rehabilitado significa más que un lugar de esparcimiento: es un espacio de comunidad, de encuentro y de resistencia. Porque donde hay canchas iluminadas, la oscuridad del abandono pierde terreno.
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Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
aureliogaitan58@gmail.com
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