AURELIO GAITÁN
En Valparaíso se entregaron huertos de hortalizas y frutales a mujeres rurales dentro del Programa de Apoyo a Grupos Prioritarios del Medio Rural. El acto, encabezado por la presidenta Guadalupe Ortiz y acompañado de funcionarias estatales y municipales, fue presentado como un ejemplo del compromiso institucional con el desarrollo económico familiar.
Sin embargo, detrás del discurso oficial, la realidad es menos alentadora. Los huertos entregados, más simbólicos que productivos, difícilmente representan una estrategia de transformación para las comunidades rurales. Son paliativos que se reparten cada año bajo la misma lógica asistencialista: fotografías, agradecimientos y la promesa de que con unas cuantas semillas se resolverán décadas de abandono estructural.
El comunicado en redes sociales habla de “fortalecer la economía familiar”. Pero ¿qué economía puede sostenerse con pequeños huertos, sin inversión real en cadenas de comercialización, acceso a mercados o seguridad para trasladar los productos?
Las mujeres rurales no requieren dádivas, sino políticas públicas de largo aliento: créditos accesibles, capacitación técnica constante y, sobre todo, condiciones de seguridad. Mientras eso no exista, cada entrega será apenas un acto protocolario más, útil para las redes sociales, pero insuficiente para cambiar la vida en el campo.
Villanueva: educación con dólares migrantes, no con políticas locales
En Villanueva, la comunidad migrante volvió a hacer lo que desde hace décadas sostiene a Zacatecas: invertir en el futuro que la política local no termina de garantizar. Con recursos del Programa 2×1, el Gobierno del Estado, el Ayuntamiento y el Club Migrante Amigos Unidos por Tayahua entregaron al CBTA 188 un lote de 19 equipos para el taller de agroindustrias. La inversión alcanzó los 349 mil 852 pesos y beneficiará a 390 estudiantes.
El acto, lleno de discursos y fotografías oficiales, reflejó una paradoja: son los migrantes quienes siguen apuntalando la educación rural. El programa 2×1, aunque útil, exhibe también la dependencia estructural del estado hacia los dólares que se ganan en Illinois, Texas o California.
La directora de Proyectos de Inversión con Migrantes, Ivonne Delgado, habló de “Resultados con Seguridad”. Pero en el trasfondo está la inseguridad cotidiana que obliga a cientos de jóvenes a pensar más en emigrar que en aprovechar un taller académico.
El equipamiento es valioso, sin duda. Lo preocupante es que sin condiciones de arraigo —empleos, seguridad, futuro— la agroindustria se convierte en laboratorio de ilusiones truncas. Una vez más, Zacatecas se apoya en sus ausentes para sostener a sus presentes.
Jiménez del Teúl: lentes contra la ceguera institucional
En Jiménez del Teúl, la vista se volvió tema de agenda pública. El jueves 4 y viernes 5 de septiembre, la presidencia municipal ofrecerá consultas oftalmológicas en sus portales, de 9 de la mañana a 4 de la tarde. La invitación es clara: atender problemas de carnosidad, cataratas o simplemente reparar y adaptar lentes.
El programa incluye un incentivo llamativo: en la compra de un par de lentes, la presidencia subsidiará un segundo, con la misma graduación, totalmente gratis. El mensaje oficial apela a la importancia de la salud visual y promete aliviar, aunque sea parcialmente, el gasto familiar.
Pero el anuncio abre también un debate más profundo. En Zacatecas, los servicios de salud pública enfrentan carencias crónicas: largas listas de espera, equipos obsoletos y consultas limitadas. Que un municipio tenga que recurrir a campañas temporales en los portales de la presidencia evidencia un vacío estructural.
La vista es un derecho, no una dádiva. Mientras no exista un sistema de salud sólido que garantice atención integral y permanente, cada entrega de lentes será apenas un parche momentáneo. Un paliativo que alivia la miopía individual, pero no corrige la ceguera institucional del estado.
Sobre la Firma
Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
aureliogaitan58@gmail.com
BIO completa