lunes, octubre 6, 2025
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El Callejón de los 58 | El banquete de los otros


AURELIO GAITÁN

El poder, cuando se mira demasiado al espejo, termina viendo solo su reflejo. Quizá por eso el Gobierno del Estado creyó que la llamada “Copa por el Bienestar” sería su momento de redención: un torneo para mostrarse cercano, popular, triunfador. Una fotografía luminosa en medio del desgaste.

Pero, como suele ocurrir cuando la vanidad gobierna las decisiones, la realidad se encargó de corregir el guion.

El estadio “Carlos Vega Villalba”, la tarde de ayer, no fue el escenario del lucimiento oficial sino la plaza pública donde la gente eligió a su héroe: Miguel Varela. Mientras el secretario de Gobierno, Rodrigo Reyes Mugüerza, buscaba los reflectores, el público gritaba con naturalidad otra cosa: “¡Varela! ¡Varela!”.

Los aplausos no obedecían al protocolo, sino al reconocimiento genuino del esfuerzo local, de un equipo que jugó con el hambre y la dignidad de quienes representan a la capital más allá de los discursos oficiales.

Zacatecas venció 4-1 a Miguel Auza. Ganó más que una copa: ganó una narrativa. En las gradas, las familias celebraban el triunfo de los suyos, sin consignas ni arengas, solo con ese júbilo antiguo que tiene el pueblo cuando algo le pertenece de verdad.

El torneo, pensado como escaparate político, se transformó en una parábola: el poder quiso usar el deporte para legitimarse, pero el balón rodó hacia otra dirección.

En esta final, el gobierno perdió por goleada, y no porque el marcador lo dijera, sino porque intentó forzar la espontaneidad.

El error del poder fue creer que podía planificar la emoción, que podía fabricar la cercanía con la gente a través de uniformes nuevos, premios en euros y boletos a Madrid. Pero la autenticidad no se decreta; se siente o no se siente.

Mientras el secretario Reyes se acomodaba en su cómodo palco esperando reconocimiento, el público ya había decidido: el protagonista estaba en la cancha, no en el templete.

Hoy, probablemente, en los pasillos de la burocracia estatal se piense en cancelar la segunda edición. No por falta de presupuesto, sino por exceso de pudor. Porque nadie quiere volver a servir el banquete y que otros se lleven los aplausos.

La Copa por el Bienestar nació como un escaparate del poder y terminó como una lección de humildad. La política quiso apropiarse del juego, pero el juego le recordó que la pasión —como la verdad— no admite intermediarios. En tiempos donde todo se simula, ganar limpiamente sigue siendo el acto más subversivo.

Cuando el pueblo tapa los baches

En Miguel Auza, los ciudadanos decidieron no esperar más. El regidor de Movimiento Ciudadano, Efraín Lerma, y el influencer Alex Favela —seguido por más de 50 mil personas en redes— encabezaron una iniciativa que devolvió el sentido original a la política: servir.

Con jornadas de trabajo bajo el sol y la noche, vecinos y voluntarios aplicaron concreto en los tramos más dañados del municipio. No hubo discursos ni inauguraciones, solo acción y voluntad. “Se trata de hacer con el pueblo acciones que impacten en su día a día”, dijo Lerma mientras encabezaba las cuadrillas.

Alex Favela, conocido por su humor ácido y mirada crítica, puso su influencia al servicio de una causa concreta: visibilizar los problemas urbanos y sumar manos.

La respuesta fue inmediata: cientos de ciudadanos replicaron la acción en redes, celebrando un gesto que pocos políticos entienden. Miguel Auza demostró que el cambio no siempre llega desde arriba, sino desde la calle.

Huevos y esperanza en Monte Escobedo

En Monte Escobedo, la política se tradujo esta vez en algo tan simple como valioso: alimento y oportunidad. El gobierno municipal entregó 87 paquetes de aves productoras de huevo y cinco bultos de nopal a 92 familias del municipio, en coordinación con la Secretaría del Campo (Secampo).

El alcalde Manuel Acosta Galván encabezó la entrega y subrayó que estos apoyos no son dádivas, sino semillas para el emprendimiento familiar. Cada ave representa una fuente constante de alimento y una posibilidad real de ingreso.

En tiempos donde las grandes obras se anuncian en espectaculares y los discursos suelen alejarse de la vida cotidiana, este tipo de programas recuerdan que la política también puede tener rostro humano. Con acciones pequeñas, pero concretas, Monte Escobedo demuestra que el bienestar empieza en casa, con un nido lleno y la esperanza puesta en el trabajo propio.

Sobre la Firma

Columnista especialista en municipios, justicia y poder.
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